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A medida que aumenta el uso médico del cannabis, los oncólogos deben responder a preguntas difíciles

, por Carmen Phillips

Una mujer consulta a una empleada detrás del mostrador de una tienda

Cada vez hay más personas con cáncer que usan productos de cannabis para aliviar los síntomas de la enfermedad o los efectos secundarios que causa el tratamiento.

Fuente: iStock/FatCamera

En una serie de estudios nuevos se pone de relieve el aumento en el consumo del cannabis por las personas con cáncer y algunos de los efectos secundarios. 

Según los resultados de varios estudios, entre el 20 y el 40 % de las personas que reciben tratamiento oncológico usan cannabis o canabinoides, que se suelen englobar con el nombre "marihuana medicinal" y cuyo propósito es ayudar a controlar los efectos secundarios como náuseas, dolor, insomnio, ansiedad y estrés.

La creciente popularidad de los productos de cannabis entre las personas con cáncer va a la par con el aumento en el número de estados que legalizaron el uso médico del cannabis (cannabis medicinal). Sin embargo, hay un atraso en la investigación acerca de la seguridad y eficacia de los productos con cannabis para los síntomas y los efectos secundarios relacionados con el cáncer.

En las primeras directrices clínicas sobre el consumo de cannabis de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO), publicadas en marzo de 2024, se indica con claridad lo siguiente: “El acceso y el uso del cannabis o los canabinoides por parte de los adultos con cáncer avanza más rápido que la ciencia que respalda su uso clínico”.

Según varios estudios, uno de los desafíos más urgentes por el déficit de datos probatorios, es que los oncólogos y otros profesionales oncológicos se sienten mal preparados para hablar con sus pacientes sobre el uso médico del cannabis.

En uno de los estudios, por ejemplo, aunque casi el 40 % del personal oncológico (médico y de enfermería) encuestado dijo que se sentía cómodo en orientar a los pacientes sobre el uso del cannabis, solo alrededor del 13 % dijo que se sentía informado sobre el cannabis. La colección de estudios, que financió el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) y se llevaron a cabo en Centros Oncológicos Designados por el NCI, se publicaron en agosto en la Journal of the National Cancer Institute Monographs (JNCI Monographs).

“A los pacientes les interesa mucho el cannabis” para aliviar los efectos adversos físicos y mentales del cáncer, comentó el investigador principal del estudio, el doctor Richard T. Lee, director del Centro Familiar Cherng para la Oncología Integrativa de City of Hope, en California. 

A medida que el panorama legal del uso médico del cannabis evoluciona, continuó el doctor Lee, los proveedores verán a más pacientes que usan gomitas de cannabis con sabor tropical o gotas (tinturas) de cannabis con sabor a mandarina. 

Por este motivo, aunque no haya pruebas confiables, es importante preguntar a los pacientes si usan productos de cannabis y para qué propósito, señaló. Por ahora, “hay que tratarlo como cualquier otro medicamento y explicar que hay posibles daños y beneficios”.

Al ser legal en más lugares, es más fácil el acceso al cannabis para uso médico

Desde hace años que las personas con cáncer usan el cannabis para controlar una variedad de efectos del cáncer y otras enfermedades. Pero hasta alrededor de la última década, esa práctica era ilegal en casi todos los Estados Unidos. Además, como el cannabis es un medicamento en la lista 1 (de medicamentos de dispensación controlada), en lo básico, sigue siendo ilegal a nivel federal.

En los estados, el cannabis es legal para uso médico en 14 estados y para uso recreativo y médico en otros 24 estados y el Distrito de Columbia. Según un estudio reciente del Centro de Investigaciones Pew, casi tres cuartas partes de los estadounidenses viven en un estado donde el cannabis es legal para uso médico o recreativo.

Según la doctora Susanna Ulahannan, oncóloga del Centro Oncológico Stephenson de la Universidad de Oklahoma, es más probable que sus pacientes más jóvenes usen cannabis, a menudo para aliviar la ansiedad y los problemas para dormir.

Pero sus pacientes mayores se muestran más reacios. Cuando preguntan sobre el tema, explicó la doctora Ulahannan, suele ser cuando los medicamentos estándar que les recetó para problemas como el dolor o la falta de apetito ya no les sirven.

“Es cuando suelen mencionarlo”, comentó. “Probé esto y no funciona. ¿Qué piensa de probar la marihuana medicinal?’”.

Para quienes quieren probar, es fácil de conseguir en los estados donde el cannabis es legal. Según el estudio de Pew, hay alrededor de 15 000 dispensarios de cannabis en los Estados Unidos.

¿Es seguro el cannabis de uso médico para las personas con cáncer?

El acceso al cannabis es una cosa. Pero saber si es seguro usarlo es otro tema muy distinto.

“No hay en absoluto... una buena comprensión de la seguridad”, indicó el doctor Gary Ellison, máster en Salud Pública, de la División de Control del Cáncer y Ciencias de la Población (DCCPS) del NCI, que dirigió uno de los estudios publicados en la JNCI Monographs

Una de las grandes preocupaciones es si los productos de cannabis interfieren con los tratamientos del cáncer de los pacientes. Por ejemplo, los resultados de algunos estudios pequeños indicaron que el cannabis disminuye la eficacia de la inmunoterapia

De hecho, se sabe que el cannabis inhibe el sistema inmunitario, en particular con el uso prolongado, explicó el doctor Mohab Ibrahim, director médico del Centro Integral para el Dolor y las Adicciones de la Facultad de Ciencias de la Salud en la Universidad de Arizona (UAHS).

El doctor Ibrahim añadió que hay otras posibles desventajas. 

Se estudia el uso del cannabis para tratar las náuseas por quimioterapia

El cannabis quizás ayude a aliviar las náuseas a causa de los tratamientos del cáncer cuando otros medicamentos no funcionan, según los hallazgos de un estudio clínico canadiense que se publicó hace poco. En el estudio, los participantes que recibían quimioterapia tomaron cápsulas con tetrahidrocanabinol (THC) y canabidiol (CBD) varias veces al día o un placebo. Según los investigadores del estudio, en comparación con un placebo, las cápsulas con THC y CBD disminuyeron las náuseas y los vómitos, pero algunos participantes también se sintieron mareados y sedados.

Por ejemplo, el cannabis es un sedante potente "que podría interactuar con otros medicamentos y ser sinérgico”, dijo. En otras palabras, si alguien toma un medicamento que provoca sueño o hace que esté menos alerta, usar cannabis al mismo tiempo aumentará la somnolencia. Y esto tal vez aumente el riesgo de caídas y accidentes automovilísticos, por ejemplo, explicó.

Los pacientes no siempre quieren escuchar sobre las desventajas, comentó el doctor Ellison. En su estudio y en otros estudios, se comprobó que los pacientes en general consideran que “los posibles beneficios [del cannabis] superan los riesgos”.

La doctora Ulahannan estuvo de acuerdo en que es difícil explicar a los pacientes que hay posibles daños y faltan pruebas sobre el cannabis. En estas conversaciones con los pacientes, continuó, nos toca navegar contra las falsas esperanzas o la desinformación.

“Muchos pacientes creen que hay una forma más ‘natural’ de controlar los síntomas” además de los medicamentos recetados, señaló. En un estudio reciente sobre el uso de cannabis en el hospital donde trabaja, la doctora Ulahannan se sorprendió de saber que muchos pacientes que usaban cannabis “pensaban que les ayudaba a tratar el cáncer”.

Empezar por lo que se sabe sobre el cannabis y el cáncer

El doctor Ibrahim comentó que, al conversar con los pacientes sobre el cannabis, los profesionales oncológicos se beneficiarían si entienden las leyes sobre el uso de cannabis en su estado y las políticas del hospital o la institución académica sobre el consumo de cannabis.

“Necesitan conocer el panorama legal”, subrayó.

Además, continuó, es importante pensar en la manera de explicar a los pacientes cómo el cannabis afecta el cuerpo y cómo podría interactuar con otros medicamentos. “Los canabinoides afectan a casi todos los sistemas [del cuerpo]”, recalcó, incluso el cerebro, los pulmones y el corazón.

El doctor Lee recomendó que los proveedores de atención oncológica repasen las directrices de la ASCO y lean algún análisis exhaustivo, de los que cada vez hay más, sobre los efectos biológicos y fisiológicos del cannabis, y sobre los resultados de los pocos estudios clínicos relacionados con el cáncer disponibles. 

Además, la doctora Ulahannan recomendó mucho que los pacientes informen a los oncólogos acerca de cualquier suplemento que estén tomando, y esto incluye cualquier producto de cannabis. Al parecer, esto no ocurre, como se comprobó en el estudio que el doctor Ellison publicó en la JNCI Monographs: solo alrededor del 20 % de los pacientes que usaban cannabis informaron que hablaron sobre esto con el oncólogo.

Este hallazgo recalca por qué es importante que la comunicación médico-paciente sea honesta, señaló la doctora Ulahannan.

“Necesitamos saber lo que toman nuestros pacientes”, dijo. Aunque un proveedor no esté al día con el cannabis o algún suplemento que las personas toman porque se volvió viral en las redes sociales, es fundamental contar con esta información. 

“Porque entonces quizás no baje la dosis de quimioterapia [de un paciente] porque ahora sabe que hay otra posible razón para el efecto secundario” que presentan, aclaró la doctora Ulahannan. “Sin esa conversación, no lo sabría”.

Cerrar la brecha de información sobre el cannabis y el cáncer

Hace poco, el NCI financió cinco estudios grandes con el objetivo de aclarar los daños y beneficios posibles de los productos de cannabis en distintos grupos de personas con cáncer. Por ejemplo, un estudio se concentra en las personas que reciben inmunoterapia, mientras que otro solo incluye a personas con mieloma múltiple.

Además, en varios estudios en curso se están probando medicamentos sintéticos cuyas características químicas son casi idénticas a los componentes del cannabis, como el THC, que se cree que alivian los efectos secundarios como las náuseas y el dolor. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) ya aprobó dos de estos medicamentos, el dronabinol y la nabilona, para tratar el dolor relacionado con el cáncer.

Pero como el cannabis es un medicamento en la lista 1 y es ilegal a nivel federal, señaló el doctor Ibrahim, es difícil hacer pruebas con los productos de cannabis en los estudios clínicos. Él y otros señalaron que esperan que el cannabis se reclasifique con el tiempo como un medicamento en la lista 2 o 3, lo que permitiría llevar a cabo más estudios.

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