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Según un estudio, la actividad física disminuye los efectos de la quimioterapia en el cerebro

, por el Equipo del NCI

Una mujer afroamericana levanta pesas en un gimnasio

La actividad física antes de la quimioterapia y durante esta, hace que los problemas cognitivos relacionados con el cáncer y el tratamiento sean menos graves.

Fuente: iStock

A principios de 2019, después de empezar la quimioterapia para el cáncer de seno (mama), Dawn Schnell comenzó a sentir que se le nublaba la mente.

“Después de dos tratamientos, sentía cierta confusión mental”, comentó Schnell, que entonces tenía 45 años. “Entraba en una habitación y decía, ‘¿Qué vine a hacer?’. De verdad sentía que se me nublaba el cerebro y no podía procesar como antes”.

Schnell no es la única a la que le pasa esto. Hasta el 75 % de las personas con cáncer de seno informan que tienen deterioro cognitivo durante la quimioterapia, un efecto que a veces se llama “quimiocerebro”. Los síntomas son confusión, pérdida de memoria, problemas de concentración y una menor capacidad de atención. Es posible que estos problemas continúen muchos años después de terminar la quimioterapia.

Los resultados de las investigaciones indican que la actividad física ayuda a que las personas con cáncer de seno eviten algunos de estos problemas. Así que, mientras Schnell recibía quimioterapia, siguió el consejo de sus médicos de hacer más actividad física. Caminaba rápido, usaba una máquina de caminar o daba varias vueltas alrededor de la casa, incluso en los días en que le dolía el cuerpo por los tratamientos. Schnell dijo que ponerse en movimiento “fue fundamental” para evitar que sus problemas cognitivos empeoraran.

Ahora, los resultados de un estudio grande sobre personas con cáncer de seno aportan más pruebas de que mantenerse activo durante la quimioterapia ayudaría a que los problemas cognitivos que surgen sean menos graves. Y los beneficios quizás sean mayores para los pacientes que tenían un estilo de vida activo antes del tratamiento. 

En el estudio, un equipo dirigido por la doctora Michelle C. Janelsins, del Centro Médico de la Universidad de Rochester, descubrió que las personas con cáncer de seno que cumplían el mínimo de las pautas nacionales de actividad física antes de la quimioterapia y durante esta tenían un mejor funcionamiento cognitivo de inmediato y 6 meses después de la quimioterapia que las personas que no cumplían con las pautas. Los resultados se publicaron el 18 de agosto en la Journal of Clinical Oncology.

Estos resultados “podrían sentar las bases para estrategias de prevención temprana [de síntomas]” en las personas con un diagnóstico de cáncer de seno, como recetar un período de ejercicio regular antes de iniciar el tratamiento, indicó la autora principal del estudio, la doctora y máster en Salud Pública Elizabeth Salerno, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis.

Los tratamientos prolongan la vida de las personas con cáncer de seno, agregó la doctora Salerno, y es importante prevenir el deterioro cognitivo para que mantengan una calidad de vida alta y sigan participando en el mundo que las rodea.

“Con este estudio, se demuestra la importancia de contar con una base de actividad física antes de comenzar la quimioterapia”, comentó la enfermera practicante y máster en Ciencias Diane St Germain, del Grupo de Investigación Oncológica y de Estudios Clínicos de Prevención Comunitarios en la División de Prevención del Cáncer (DCP) del NCI. “El próximo paso más importante es entender el momento oportuno para el ejercicio y la cantidad necesaria, y lo que es posible hacer en el caso de la quimioterapia”.

En busca de las causas

Los investigadores aún tratan de entender las causas de los problemas cognitivos relacionados con el cáncer.

“Hay datos que indican que tener cáncer se vincula con un mal funcionamiento neurocognitivo”, explicó la doctora y enfermera Catherine M. Bender, de la Universidad de Pittsburgh. La doctora Bender integra un equipo a cargo de un estudio clínico que financia el NCI sobre los mecanismos biológicos relacionados con la forma en que el ejercicio afecta el funcionamiento cognitivo en las personas con cáncer de seno.

En estudios anteriores, la doctora Bender y sus colegas descubrieron que, en algunas personas con cáncer de seno, el funcionamiento cognitivo empeoraba incluso antes de que iniciaran el tratamiento. “Eso significa que quizás haya algunas características de la enfermedad que contribuyen al problema”, comentó la doctora Bender. La angustia que causa enterarse de un diagnóstico de cáncer también tiene un efecto, continuó.

“Además, hay bastantes datos que indican que la terapia sistémica, como la quimioterapia, la inmunoterapia y las terapias hormonales se asocian a disminuciones en el funcionamiento neurocognitivo”.

La genética quizás influya también. Los resultados de varios estudios demuestran que una versión en particular de un gen que se relacionó con la enfermedad de Alzheimer quizás sea otro factor de riesgo para los problemas cognitivos relacionados con el cáncer.

No hay medicamentos aprobados para tratar la afección. Sin embargo, algunos médicos recetan medicamentos como el estimulante Ritalin para aliviar los síntomas. Otras intervenciones son los ejercicios cognitivos, las estrategias de afrontamiento y el alivio del estrés.

Se ha demostrado que la actividad física mejora el funcionamiento cognitivo en los adultos mayores sanos y, según algunos estudios, la actividad física beneficia de forma similar a las personas con cáncer de seno durante la quimioterapia. Aunque las personas que realizan actividad física después de completar el tratamiento de quimioterapia informaron una mejora del funcionamiento cognitivo en algunos estudios, son pocos los investigadores que han analizado el efecto de la actividad física antes del tratamiento y durante este.

Relación entre la actividad física y el funcionamiento cognitivo

En el estudio de observación dirigido por la doctora Janelsins, los investigadores compararon el nivel de actividad física que los pacientes de cáncer de seno mantuvieron antes, inmediatamente después y 6 meses después de la quimioterapia con el de las personas de la misma edad sin cáncer en los mismos momentos. En el estudio se incluyó a 580 personas con cáncer de seno y a 363 personas sin cáncer.

Los participantes se inscribieron en el estudio por medio de 22 centros oncológicos comunitarios de todos los Estados Unidos que son parte del Programa de Investigación Oncológica Comunitaria del NCI (NCORP).

“Al estudiar a estos grupos de personas… de diferentes zonas geográficas, razas y niveles económicos, es posible generalizar mucho más nuestros resultados”, comentó la doctora y máster en Salud Pública Karen M. Mustian, del Centro Médico de la Universidad de Rochester, que es coautora del estudio.

Los participantes del estudio respondieron a cuestionarios detallados sobre la intensidad y la frecuencia de las actividades, desde labores domésticas hasta deportes intensos, en tres momentos del estudio: a los 7 días del primer tratamiento de quimioterapia, a 1 mes del último tratamiento de quimioterapia y 6 meses después del último tratamiento de quimioterapia. Los pacientes también respondieron a preguntas sobre el funcionamiento cognitivo en esos distintos momentos y realizaron pruebas cognitivas.

Dawn Schnell, una sobreviviente de cáncer, montada en una bicicleta estática

Dawn Schnell, que recibió quimioterapia en 2019, usa una bicicleta estática para mantenerse activa.

Fuente: Jenna Schnell

Alrededor de un tercio de los pacientes cumplían las pautas nacionales de actividad física antes de recibir la quimioterapia. Ese número bajó al 21 % durante la quimioterapia, pero subió al 37 % después de la quimioterapia.

“A pesar de esta recuperación, casi dos tercios de los pacientes seguían sin hacer suficiente actividad física”, aclaró la doctora Salerno.

Los pacientes que eran más activos antes de iniciar la quimioterapia obtuvieron mejores resultados en las pruebas cognitivas de inmediato y 6 meses después de completar la quimioterapia que los pacientes que eran menos activos antes de iniciar la quimioterapia, informaron los investigadores.

Los pacientes que siguieron cumpliendo las pautas de actividad física (150 minutos de actividad física de intensidad moderada a vigorosa por semana) antes y después de la quimioterapia tuvieron el mejor desempeño cognitivo durante el período de tratamiento. Los pacientes que nunca cumplieron las pautas de actividad física informaron un peor desempeño cognitivo antes y después de la quimioterapia.

La doctora Janelsins señaló que se necesitan estudios aleatorizados con intervenciones de actividad física antes de la quimioterapia y durante esta para confirmar los resultados sobre el efecto del ejercicio en el funcionamiento cognitivo. Añadió que, en esos estudios también se debería analizar la cantidad o “dosis” y los tipos de actividad más eficaces para minimizar los problemas cognitivos.

St Germain señaló que, a pesar de la diversidad geográfica de los participantes del estudio actual, la mayoría eran [mujeres] blancas y posmenopáusicas. Comentó que, en los estudios futuros se necesita incluir a personas de orígenes más diversos para garantizar que cualquier intervención de ejercicio (es decir, actividad física estructurada) probada sea aplicable y accesible para el mayor número posible de personas.

Más allá del funcionamiento cognitivo

La actividad física tiene otros beneficios además de mejorar el funcionamiento cognitivo.

“La actividad física disminuye el cansancio, ayuda con la ansiedad y la depresión, y a veces mejora el funcionamiento físico”, comentó la doctora Salerno. Según algunos estudios, las mujeres con cáncer de seno que hacen actividad física con regularidad antes del diagnóstico de cáncer y después del tratamiento tienen una probabilidad menor de que el cáncer recidive (vuelva) o de morir que las que son inactivas. La actividad física también se asocia a un riesgo menor de tener 13 tipos de cáncer.

Con respecto al funcionamiento cognitivo, algunos investigadores estudian si el tipo de actividad física es importante. Con esos estudios, se obtendrá información muy importante para lograr avances, comentó la doctora Diane Ehlers, del Centro Médico de la Universidad de Nebraska.

“¿Cómo podemos usar lo que aprendamos para ofrecer otras opciones que ayuden a las personas a estar activas sin imponerles una carga adicional?”, preguntó la doctora Ehlers, que lleva a cabo un estudio clínico financiado por el NCI para probar si el ejercicio aeróbico mejora el funcionamiento cognitivo en los sobrevivientes de cáncer de seno. “Porque entonces, en esos días que estés muy cansada o... con náuseas, puedes intentar moverte en diferentes momentos del día. Eso será mucho más tolerable”.

“Aunque no sabemos cuánta actividad se necesita para mejorar el funcionamiento cognitivo, hacer algo es mejor que no hacer nada”, comentó la doctora Sheri J. Hartman, de la Universidad de California en San Diego (UCSD), que realiza un estudio clínico financiado por el NCI sobre el efecto de la actividad física en el funcionamiento cognitivo de los sobrevivientes de cáncer de seno. Explicó que “se trata de descifrar cómo moverse más cada día, aunque no sea posible cumplir todas las recomendaciones”.

La doctora Janelsins señaló que las personas con cáncer que quieran iniciar un programa de ejercicio deben consultar con los médicos. Comentó que, “su equipo médico las puede ayudar a identificar las actividades más adecuadas”. Añadió que, la mayoría de los pacientes se pueden beneficiar tan solo moviéndose más a lo largo del día.

Ahora sin cáncer, Schnell aún mantiene un estilo de vida activo. Mantiene la motivación recordando que invierte en su futuro. “No quiero que el cáncer vuelva”, dijo Schnell, que participó en uno de los estudios de la doctora Janelsins. “Necesito continuar con un estilo de vida saludable para que no tenga que volver a pasar por esto”.
 

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