Té y prevención de cáncer
¿Qué es el té?
El té es una de las bebidas de mayor popularidad y tradición en el mundo. El té negro representa cerca de 75 por ciento del consumo mundial de la bebida (1). El té negro es el tipo de té que se consume más comúnmente en Estados Unidos, el Reino Unido y Europa y el té verde es más popular en Japón y China. (2). El té oolong y el té blanco se consumen en menor medida alrededor del mundo (2).
El té se produce a partir de las hojas de la planta Camellia sinensis. Poco después de su cosecha, las hojas de té comienzan a marchitarse y se inicia el proceso de oxidación. Durante la oxidación, las sustancias químicas en las hojas se descomponen por medio de enzimas, lo que les da a las hojas su color oscuro y el inconfundible aroma del té. Este proceso de oxidación se puede detener con calor, el cual inactiva a las enzimas. La cantidad de oxidación y otros aspectos del proceso determinan el tipo de té que se va a producir. El té negro se produce cuando las hojas se marchitan, se machacan, se enrollan y terminan de oxidar por completo. En contraste, el té verde se hace de hojas que no se han marchitado ni han pasado por el proceso de oxidación. El té oolong se produce con hojas marchitas, machacadas y que han pasado por una oxidación parcial, lo que crea un tipo de té intermedio. El té blanco se hace con hojas jóvenes o brotes en crecimiento que han pasado por una oxidación mínima. Se puede usar calor seco o vapor para detener el proceso de oxidación, y luego se secan las hojas a fin de prepararlas para la venta.
El té se prepara con hojas secas y brotes (en bolsitas de té o sueltas), se consume a partir de mezclas secas para preparación instantánea, o se vende en envases de té helado listo para beber. Los así llamados tés de hierbas no son realmente tés, sino infusiones de agua hervida con frutas secas, hierbas o flores.
¿Cuáles son los ingredientes del té?
El té está compuesto por polifenoles, alcaloides (cafeína, teofilina y teobromina), aminoácidos, carbohidratos, proteínas, clorofila, compuestos orgánicos volátiles (sustancias químicas que producen vapores en forma rápida y son responsables del olor que tiene el té), fluoruro, aluminio, minerales y oligoelementos (3). Se piensa que los polifenoles, un grupo grande de sustancias químicas de las plantas en las que se incluyen las catequinas (4), son responsables de los beneficios de salud que tradicionalmente se le han atribuido al té, en especial al té verde. La catequina más activa y abundante en el té verde es el galato de epigalocatequina-3 (EGCG). Las catequinas activas y sus respectivas concentraciones en las infusiones de té verde se enumeran en la tabla a continuación.
Concentraciones de catequinas en las infusiones de té verde
Catequina en la infusión de té verde | Concentración de catequina (mg/L)* |
Concentración de catequina (mg/8 fl oz)* |
---|---|---|
Galato de epigalocatequina-3 (EGCG) | 117–442 | 25–106 |
Epigalocatequina (EGC) | 203–471 | 49–113 |
Galato de epicatequina-3 (EGC) | 17–150 | 4–36 |
Epicatequina (EC) | 25–81 | 6–19 |
*mg = miligramo; L = litro; fl oz = onza. Ver referencia 5.
El té negro contiene una concentración mucho menor de estas catequinas que el té verde (6). La oxidación prolongada del té negro aumenta las concentraciones de tearubiginas y teaflavinas, dos tipos de polifenoles complejos (2). El té oolong contiene una mezcla de polifenoles simples, como las catequinas, así como de polifenoles complejos (2). El té blanco y el té verde contienen cantidades similares de EGCG pero las cantidades de otros polifenoles son diferentes (7).
Si bien el té helado y las versiones de té listo para beber están ganando popularidad a nivel mundial, puede que no tengan el mismo contenido de polifenol que cantidades similares de té preparado (8). La concentración de polifenol en cualquier bebida a base de té depende del tipo de té, la cantidad usada, el tiempo de preparación y la temperatura (3). La concentración de polifenol más alta se encuentra en el té caliente preparado, es menor en las preparaciones instantáneas y aún menor en los tés helados y listos para beber (3). En la medida en que el porcentaje de componentes sólidos en el té sea menor (es decir, hojas de té secas y brotes), también lo será el contenido de polifenol (9). Con frecuencia, los tés listos para beber tienen menos componentes sólidos y menor contenido de polifenol porque el té preparado puede no ser el ingrediente de base (10). Al añadir otros líquidos, como jugo, se diluyen aún más los componentes sólidos del té (9). El proceso de descafeinización reduce el contenido de catequinas en el té (11).
También se comercializan complementos alimenticios que contienen extracto de té verde (1). En un estudio realizado en EE. UU. que evaluó el contenido de catequina y cafeína en 19 complementos de té verde, se observó que las etiquetas de información del producto presentaban de manera diferente el contenido de catequina y cafeína y, algunos valores en la etiqueta no coincidían con los encontrados en el análisis del producto (1).
¿Cómo podría el té ayudar a prevenir el cáncer?
¿Existe alguna recomendación con respecto a la seguridad del consumo de té?
El té como artículo de alimentación es generalmente reconocido como seguro por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA). Los estudios de seguridad han analizado el consumo de hasta 1 200 mg de EGCG en forma de complementos en adultos sanos durante períodos de 1 a 4 semanas (17, 18). Los efectos adversos observados en estos estudios incluyen exceso de gases intestinales, náuseas, acidez, dolor de estómago, dolor abdominal, mareos, dolor de cabeza y dolores musculares (17, 18). En un estudio japonés, un grupo de niños entre 6 y 16 años de edad consumieron una bebida a base de té verde que contenía 576 mg de catequinas (grupo experimental) o 75 mg de catequinas (grupo de control) durante 24 semanas sin presentar efectos adversos (19). No se sabe si las dosis más altas de catequinas son seguras para los niños.
Al igual que otras bebidas con cafeína como el café y las sodas o refrescos, la cafeína que hay en muchos de los productos a base de té podría causar efectos adversos, como taquicardia, palpitaciones, insomnio, agitación, nerviosismo, temblores, dolor de cabeza, dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarrea y diuresis (20). Sin embargo, existe muy poca evidencia científica de riesgos de salud en adultos que consumen cantidades moderadas de cafeína (entre 300 y 400 mg por día). En una revisión hecha por Health Canada se concluyó que el consumo moderado de cafeína de hasta 400 mg por día (un equivalente a 6 mg por cada kilogramo [kg] de peso corporal) no tenía relación con efectos adversos en adultos sanos (21). La cantidad de cafeína presente en el té varía según el tipo de té; el contenido de cafeína es más alto en el té negro, con un rango entre 64 y 112 mg por porción de 8 onzas, seguido por el té oolong, que contiene cerca de 29 a 53 mg por porción de 8 onzas (4). El té verde y el té blanco contienen una cantidad levemente menor de cafeína, con un rango que varía entre 24 y 39 mg por porción de 8 onzas y entre 32 y 37 mg por porción de 8 onzas, respectivamente (22). Los tés descafeinados contienen menos de 12 mg de cafeína por porción de 8 onzas (22). La investigación sobre los efectos de la cafeína en los niños es limitada (20). En general, las dosis de cafeína de menos de 3,0 mg por cada kilogramo de peso corporal no han causado efectos adversos en niños (20). A dosis más altas se han observado algunos efectos en el comportamiento, como un incremento en el nerviosismo o la ansiedad y trastornos del sueño (21).
El aluminio, un elemento neurotóxico, se encuentra en diversas cantidades en las plantas de té. En algunos estudios se han detectado concentraciones de aluminio (que se transfiere naturalmente desde la tierra) en infusiones de tés verdes y negros que varían entre 14 y 27 microgramos por litro (μg/L) hasta 431 a 2239 μg/L (4). Las variaciones en el contenido de aluminio podrían deberse a las diferentes condiciones del terreno, a los diferentes períodos de cosecha y a la calidad del agua (4). El aluminio se puede acumular en el cuerpo y causar osteomalacia y enfermedades neurodegenerativas, especialmente en personas con insuficiencia renal (4). No obstante, no está claro cuál es la cantidad de aluminio en el té que sea biodisponible, y no existe evidencia científica que pruebe que el consumo de té tenga relación con la toxicidad por aluminio (4).
El té negro y el té verde pueden inhibir la biodisponibilidad alimenticia del hierro (4). Este efecto podría ser importante para las personas que sufren anemia por deficiencia de hierro (4). Los autores de una revisión sistemática de 35 estudios realizada en el Reino Unido sobre el efecto del consumo de té negro en los niveles de hierro concluyeron que, si bien beber té limita la absorción de hierro no hemínico en los alimentos, no existe evidencia suficiente para concluir que esto tendría un impacto en la mediciones del hierro presente en la sangre de los adultos (es decir, las concentraciones de hemoglobina y ferritina) (23). Sin embargo, en niños en edad preescolar, se observó una relación estadísticamente significativa entre beber té y bajos niveles de hierro (23). La interacción entre el té y el hierro puede mitigarse si se consumen, en la misma comida, alimentos que aumenten la absorción de hierro, como los que contienen vitamina C (p. ej., limones), y alimentos animales que sean fuentes de hierro hemínico (p. ej., carnes rojas) (4). El consumo de té entre comidas parece tener un efecto mínimo en la absorción de hierro (4).
¿Cuál es la evidencia de estudios realizados en seres humanos que relaciona el té con la prevención del cáncer?
Desde hace mucho tiempo se ha considerado al té como una ayuda para la buena salud, y muchos piensan que puede reducir el riesgo de cáncer. La mayoría de estudios sobre el té y la prevención del cáncer se han centrado en el té verde (13). Si bien se ha determinado en estudios con animales que el té o los polifenoles presentes en esta bebida inhiben la oncogénesis en diferentes órganos, incluidos la piel, los pulmones, la cavidad oral, el esófago, el estómago, el intestino delgado, el colon, el hígado, el páncreas y las glándula mamarias (24), los resultados obtenidos en los estudios con seres humanos—tanto epidemiológicos como clínicos—han sido inconclusos.
Estudios epidemiológicos
Desde 2006 se han publicado más de 50 estudios epidemiológicos sobre la relación entre el consumo de té y el riesgo de cáncer. Los resultados de estos estudios han sido frecuentemente contradictorios, pero algunos han relacionado el consumo de té con un menor riesgo de cáncer de colon, seno (mama), ovario, próstata y pulmón (6, 25–57). La diferencia en los resultados puede deberse a variables como las diferentes formas de preparación y consumo del té, los tipos de té estudiados (verde, negro o ambos), los métodos de producción del té, la biodisponibilidad de los componentes del té, las variaciones genéticas que influyen en la respuesta que las personas tienen al té, el consumo de alcohol y tabaco al mismo tiempo y otros factores relacionados con el estilo de vida, como la actividad física o el peso, que podrían influir en el riesgo que tiene una persona de padecer cáncer.
Estudios clínicos
En varios estudios clínicos se ha investigado la función del té y los polifenoles del té en la prevención del cáncer (58–66). Sin embargo, pocos estudios han examinado los efectos del té y los polifenoles del té en la incidencia o mortalidad del cáncer.
En dos estudios clínicos con distribución al azar se evaluaron los efectos del extracto de té en lesiones orales precancerosas (58, 59). Uno de ellos, era un estudio doble ciego de intervención, en el cual participaron 59 personas con leucoplasia, una presunta lesión precursora del cáncer de boca (58). Los participantes del estudio fueron asignados de forma aleatoria a dos grupos para recibir, o bien 3 gramos de un producto a base de una mezcla de té administrado por la boca y de manera tópica, o un placebo. Después de 6 meses, 38 por ciento de los participantes en el grupo de tratamiento presentaron una regresión parcial de sus lesiones en la boca, en comparación con 10 por ciento de los participantes en el grupo que recibió el placebo. Además, una menor cantidad de participantes en el grupo de tratamiento comparado con el grupo del placebo, tuvo un aumento del tamaño de la lesión (3 por ciento en el grupo de tratamiento frente a 7 por ciento en el grupo que recibió el placebo). Es más, la proliferación de células de la mucosa disminuyó en el grupo de tratamiento, lo cual indicaría un posible efecto protector del té en la formación del cáncer de boca. En contraste, en el segundo estudio, 39 personas con lesiones precancerosas de la boca de alto riesgo fueron asignadas en forma aleatoria para recibir una de tres dosis de un extracto de té verde—500 mg por metro cuadrado de superficie corporal (mg/m2), 750 mg/m2 o 1000 mg/m2—o un placebo tres veces por día durante 12 semanas (59). Al final del estudio, no se encontraron diferencias entre los grupos en relación con la respuesta de las lesiones o su histología.
En otros dos estudios aleatorizados se evaluaron los efectos del té en los niveles de 8-hidroxideoxiguanosina (8-OHdG) en la orina, un marcador biológico del daño por oxidación del ADN que podría ser predictivo de un mayor riesgo de cáncer. Los niveles urinarios de 8-OHdG son más altos en personas con cáncer de pulmón que en los participantes del grupo de control, y el tejido de los tumores en mamas, pulmones, hígado, riñones, cerebro, estómago y ovarios tiene un contenido más alto de 8-OHdG que el tejido adyacente que no pertenece al tumor (60). En un estudio, se asignó en forma aleatoria a 133 adultos fumadores empedernidos para que tomaran 4 tazas de una de las siguientes bebidas, cada día, durante 4 meses: té verde descafeinado, té negro descafeinado o agua (60). Entre los que bebieron té verde, hubo una disminución estadísticamente significativa del 31 por ciento en los niveles de 8-OHdG en la orina; en el grupo que recibió té negro, no hubo cambios en los niveles de 8-OHdG en la orina (60). En el segundo estudio, 124 personas con un riesgo elevado de cáncer de hígado debido a una infección por el virus de la hepatitis B y por exposición a la aflatoxina tomaron en forma diaria un placebo o 500 mg o 1000 mg de un complemento a base de un polifenol de té verde (61). Se informó que las dos dosis del complemento equivalían a 2 o 4 tazas, respectivamente, de las infusiones de té verde. No se consumieron otros tipos de té ni productos a base del mismo. En comparación con quienes participaron en el grupo que recibió el placebo, las personas que tomaron el complemento de té verde en cualquiera de las dosis por 3 meses tenían niveles considerablemente inferiores de 8-OHdG en la orina (61). Si bien estos estudios indicaron que los polifenoles del té verde provenientes del propio té o de complementos pueden reducir los niveles de 8-OHdG en la orina, no está claro si los niveles bajos de 8-OHdG tienen relación con una reducción del riesgo de cáncer.
Estudios adicionales han investigado si las catequinas del té verde o el extracto de té verde alteran el riesgo de cáncer de próstata. En un estudio doble ciego, controlado con placebo, 60 hombres recibieron 200 mg de catequinas de té verde o un placebo tres veces al día, todos los días, durante 1 año (62). Estos hombres tenían neoplasia intraepitelial prostática de grado alto, la cual se piensa que es un precursor del cáncer de próstata. Después de 1 año, se detectaron menos casos de cáncer de próstata en el grupo que recibió la catequina del té verde (1 cáncer en 30 hombres) en comparación con el grupo que recibió el placebo (9 cánceres en 30 hombres) (62). En otros dos estudios clínicos, ambos sin grupos de control, se investigó el uso del extracto de té verde para reducir los niveles de antígeno prostático específico en hombres con cáncer de próstata, pero los resultados no indicaron evidencia de una reducción (63, 64).
Otro estudio analizó el efecto de los polifenoles del té en los niveles de pepsinógeno en suero en 163 personas con niveles altos de pepsinógeno en suero (65). El pepsinógeno en suero es un marcador biológico de atrofia gástrica y un indicador de mayor riesgo de cáncer de estómago. Los participantes en este estudio recibieron bien fuera una o seis cápsulas de 100 mg de polifenoles de té, todos los días, durante 1 año. Cada cápsula contenía la cantidad equivalente a unas 1,7 tazas de té. Después de 1 año, no se observó una reducción en los niveles de pepsinógeno en suero en ninguno de los grupos de tratamiento (65).
En otro estudio se investigó la posible función de los complementos de té verde en el tratamiento de lesiones precancerosas en el esófago (66). En este estudio, 200 participantes chinos con ese tipo de lesión fueron tratados diariamente con 5 mg de un extracto de té verde descafeinado o un placebo. Después de 12 meses, la lesión histopatológica se catalogó como "con mejoría", "sin cambios" o "con deterioro". En el estudio no se encontraron diferencias entre el grupo de tratamiento y el grupo que recibió el placebo en relación con los cambios en las lesiones esofágicas o en la proliferación celular anormal (66).
¿El Instituto Nacional del Cáncer (NCI) recomienda el consumo de té para prevenir el cáncer?
El NCI es una institución dedicada a la investigación. Como tal, genera resultados de investigación fundamentados en datos científicos para que otros los interpreten. Por esta razón, el NCI generalmente no hace recomendaciones acerca de intervenciones específicas, ya sean médicas o alimenticias.
Además, tal como se señaló previamente, los indicios científicos en la actualidad acerca de los beneficios potenciales del consumo de té en relación con el cáncer son inconcluyentes.