Para algunas personas con cáncer, las vacunas contra la COVID-19 quizás sean menos eficaces
, por el equipo del NCI
En general los médicos recomiendan que los pacientes con cáncer se vacunen para protegerse contra la infección por el coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave de tipo 2 (SARS-CoV-2), el virus que causa la enfermedad por coronavirus de 2019 (COVID-19). Pero es posible que algunas personas con cáncer no estén tan protegidas como otras personas que no tienen cáncer, según indican los resultados de tres estudios nuevos.
Estos hallazgos son los primeros datos de eficacia de las vacunas contra la COVID-19 en las personas con cáncer, que en la mayoría de los casos se excluyeron de los primeros estudios de las vacunas. Los estudios estuvieron a cargo de tres grupos que trabajaron de forma independiente en los Estados Unidos, el Reino Unido y Francia.
En dos de los estudios se encontró que las vacunas contra la COVID-19 quizás no estimulen respuestas inmunitarias eficaces en algunas personas con cánceres de la sangre. Estos resultados destacan la necesidad de estudiar más acerca de este grupo en particular, indicaron los investigadores.
“Los pacientes con cánceres relacionados con la sangre suelen tener sistemas inmunitarios con deficiencias y por eso no son capaces de responder tan bien como otras personas a la vacuna contra la COVID-19”, comentó el doctor Elad Sharon, máster en Salud Pública e investigador superior del Instituto Nacional del Cáncer (NCI), que no participó en los estudios nuevos pero dirige un estudio clínico que prueba vacunas contra la COVID-19 en personas que reciben tratamiento de cáncer.
Estos hallazgos, añadió el doctor Sharon, coinciden con los de estudios anteriores en los que se indicó que las personas con sistemas inmunitarios debilitados por el cáncer o los tratamientos de este quizás no generen respuestas inmunitarias eficaces a la vacuna contra la gripe.
Identificar las respuestas inmunitarias a las vacunas de los pacientes con cánceres de la sangre
En el estudio estadounidense, casi la mitad (46 %) de los pacientes con cánceres de la sangre (31 de 67 pacientes) no produjeron anticuerpos contra la proteína de la espícula del SARS-CoV-2 detectables tras recibir las dos dosis de la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer-BioNTech. Los investigadores llegaron a la conclusión de que estos 31 pacientes “no respondieron” a la vacuna.
“Esto confirma lo que sospechábamos desde antes, o sea, que las personas con inmunodepresión no tendrán la misma respuesta inmunitaria a las vacunas que los participantes de los primeros estudios clínicos en los que se probaron estas vacunas”, aclara el doctor Ghady Haidar, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh, que dirige el estudio.
Los pacientes en el estudio tenían leucemia linfocítica crónica de células B, linfomas, mieloma múltiple y otros cánceres de la sangre. Los investigadores encontraron que el grupo con la menor probabilidad de responder a la vacuna fue el de las personas con leucemia linfocítica crónica de células B.
Los resultados se dieron a conocer el 7 de abril en medRxiv, un sistema de prepublicaciones. Las prepublicaciones son borradores completos y públicos de estudios científicos que aún no se enviaron a revisión científica externa.
El estudio era pequeño y necesita confirmación mediante estudios más grandes, advirtió el doctor Haidar. Otra limitación fue que los investigadores no determinaron si los anticuerpos de las personas que respondieron a las vacunas eran capaces de neutralizar el SARS-CoV-2.
De todas formas, los tres estudios nuevos ofrecen información importante para los pacientes, señala el doctor Haidar.
“Las personas con sistemas inmunitarios debilitados necesitan estar al tanto de estos resultados, para protegerse en su vida diaria y disminuir el riesgo de COVID-19”, comentó. “No queremos que estas personas supongan que están protegidas cuando es muy posible que no lo estén”.
En su equipo también se estudian las respuestas a la vacuna contra la COVID-19 en las personas con la infección por el VIH o el SIDA, enfermedades autoinmunitarias y en quienes recibieron trasplantes. En última instancia, estos estudios ayudarán a fundamentar la respuesta a una pregunta crítica, dice el doctor Haidar: ¿Qué pueden hacer los médicos por las personas que no generan una respuesta inmunitaria tras recibir la vacuna?
“Es frustrante ser médico y no poder responder a esta pregunta”, continuó. “Pero la gente no debe perder la esperanza. Por el momento, debe seguir usando mascarillas y mantener la distancia social hasta que la ciencia se ponga al día y tengamos algo más concreto para ofrecer”.
En los estudios europeos se obtienen más datos sobre las respuestas a las vacunas
La doctora y licenciada en Medicina, Sheeba Irshad, de King’s College London, coincidió con estas recomendaciones. “Hasta que haya más estudios específicos sobre las vacunas contra la COVID-19 en pacientes de cáncer, es importante que los pacientes de cáncer sigan todas recomendaciones de salud pública vigentes, incluso después de la vacunación”, mencionó la doctora Irshad.
Recalcó la importancia de que se vacunen también quienes están en contacto cercano con alguien que tiene cáncer, para proteger al paciente y para promover una mayor inmunidad colectiva.
En el estudio, la doctora Irshad y sus colegas analizaron las respuestas inmunitarias que la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer-BioNTech produjo en las personas con cáncer y sin cáncer. Esto incluyó el estudio de la producción de anticuerpos, la capacidad de neutralizar el virus y las respuestas de las células T. Después de recibir una dosis de la vacuna, las personas con cáncer en general tuvieron respuestas inmunitarias más débiles que las personas sin la enfermedad, según informaron los investigadores en la revista Lancet Oncology el 27 de abril.
“Estos resultados implican que la vacunación con una sola dosis de la vacuna [de Pfizer-BioNTech] deja a la mayoría de los pacientes con cáncer desprotegidos por completo o en parte”, explicó la doctora Irshad. En el estudio se incluyó a 151 personas con cáncer (95 pacientes con cánceres sólidos y 56 personas con cáncer de la sangre) y a 54 personas sin cáncer (lo que se llama un grupo de control).
La “respuesta inmunitaria fue bajísima” en los pacientes con cánceres de la sangre y esto es muy preocupante, señala la doctora Irshad, porque los pacientes con inmunodepresión podrían tener infecciones por el SARS-CoV-2 persistentes, que quizás lleven al surgimiento de nuevas variantes del virus.
A las 2 semanas de recibir la segunda dosis de la vacuna, los investigadores observaron una mejora considerable en las respuestas inmunitarias de la mayoría de los pacientes con cánceres sólidos (como los de seno o colorrectales). El estudio no fue de gran escala y no llegó a obtener conclusiones sobre el efecto de la segunda dosis en los pacientes con cánceres de la sangre.
En el tercer estudio, dirigido por investigadores franceses, también descubrió diferencias entre las respuestas inmunitarias de las personas con cáncer y sin cáncer. Tras recibir la primera dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech, en casi la mitad de los 110 pacientes con cáncer no se observaron anticuerpos contra la proteína de la espícula del SARS-CoV-2, según se informa el 28 de abril en la revista Annals of Oncology.
La tasa de seroconversión fue solo del 55 % en los pacientes con cáncer, pero alcanzó el 100 % en las 25 personas del grupo de control. La seroconversión se refiere a la aparición de anticuerpos contra el virus en la sangre después de la vacunación.
Se evaluará la vacuna de Moderna en el estudio que financia el NCI
Desde que se publicaron estos estudios, el doctor Sharon y sus colegas iniciaron un estudio clínico que financia el NCI en el Centro Clínico de los NIH en Bethesda (Maryland). En el estudio se evaluará la capacidad de la vacuna contra la COVID-19 de Moderna para estimular una respuesta inmunitaria en 120 adultos que en estos momentos reciben tratamiento para distintos tipos de cáncer.
Como parte del tratamiento planificado, la mitad de los pacientes recibirán medicamentos de inmunoterapia que se llaman PD-1 o inhibidores de PD-L1 para tratar tumores sólidos. El resto de los pacientes recibirán tratamiento para cánceres de la sangre, como leucemia, linfoma y mieloma múltiple, o recibieron un trasplante de células madre para tratar el cáncer.
La comunidad de investigación desconoce si el tratamiento con un medicamento de inmunoterapia tiene algún efecto en el uso de las vacunas contra la COVID-19. Los inhibidores de puntos de control inmunitario (como el PD-1 y el PD-L1) mejoran la capacidad del sistema inmunitario de detectar y atacar las células cancerosas.
“¿Tendrán los pacientes más anticuerpos si ya tienen PD-1 o PD-L1?”, preguntó el doctor Sharon. “Este es el tipo de interrogantes al que intentamos responder. Y según lo que aprendamos, los resultados podrían ayudarnos a orientar otras iniciativas para crear los próximos tratamientos del cáncer”.
Los investigadores evaluarán las respuestas inmunitarias según la concentración de anticuerpos y la activación de células T relacionadas con la infección por el SARS-CoV-2 en las muestras de sangre y de saliva. Se administrarán pruebas a los pacientes en ciertos intervalos después de que reciban la segunda dosis de la vacuna: después de 1 semana, 1 mes, 6 meses y 1 año.
“Tenemos la oportunidad de explorar algo, un virus, al que ningún ser humano tuvo inmunidad antes”, comentó el doctor Sharon. “Nos podría ayudar a entender mejor las deficiencias en el sistema inmunitario y si hay formas en que podemos fortalecer esas defensas”.