Tratamiento menos frecuente de ácido zoledrónico es efectivo en prevenir complicaciones de metástasis óseas
, por Equipo del NCI
Los pacientes con cáncer que se ha diseminado a los huesos pueden recibir tratamientos menos frecuentes para prevenir fracturas y otras complicaciones relacionadas con los huesos sin sacrificar la eficacia del tratamiento, muestran los resultados de un estudio clínico grande.
En el estudio clínico en fase III, los pacientes con metástasis óseas que recibieron infusiones de ácido zoledrónico (Zometa®) cada 12 semanas no tuvieron más fracturas óseas o problemas relacionados que los pacientes que recibieron el fármaco cada 4 semanas, el programa que se usa comúnmente en el cuidado cotidiano de pacientes.
Aunque los investigadores del estudio no observaron una reducción de los efectos secundarios con infusiones menos frecuentes, los pacientes que recibieron el fármaco cada 12 semanas tuvieron casi una doble probabilidad de recibir sus tratamientos como se habían programado.
Los intervalos más largos entre las infusiones podrían también reducir los costos de tratamiento, explicó el doctor Andrew Himelstein, del centro oncológico Helen F. Graham en Newark, Delaware, quien dirigió el estudio.
“Este podría ser un planteamiento de bajo costo sin pérdida de efectividad", dijo él.
Los resultados del estudio fueron publicados el 3 de enero en JAMA.
Prevención de fracturas, pero no sin riesgo
El ácido zoledrónico pertenece a una clase de medicamentos llamados bisfosfonatos. Los bisfosfonatos interfieren con la desintegración del tejido óseo que se produce cuando las células cancerosas forman metástasis en los huesos. Las metástasis óseas pueden causar dolor óseo, fracturas de hueso y otras complicaciones.
Los bisfosfonatos se usan comúnmente para prevenir estas complicaciones en pacientes con metástasis óseas, pero estos mismos medicamentos pueden causar efectos secundarios. Estos son la disfunción renal y la osteonecrosis de los maxilares, un efecto secundario raro pero debilitante en el cual el tejido óseo en la mandíbula muere.
“La probabilidad de osteonecrosis de los maxilares parece aumentar con el número de dosis [de los bisfosfonatos] recibidas y la duración del tratamiento”, como sucede con la disfunción renal, explicó el doctor Himelstein.
La práctica habitual de administrar ácido zoledrónico cada 4 semanas para pacientes con metástasis óseas no tiene una sólida justificación clínica, agregó él. “Sin duda había evidencia de que el fármaco permanece en el cuerpo por largo tiempo y conserva su efecto durante mucho tiempo".
A la luz de esta evidencia, él y sus colaboradores procuraron investigar si una dosificación menos frecuente permitiría lograr los mismos beneficios que dosificaciones más frecuentes.
Menos dosis, resultados semejantes
En el estudio— que se efectuó por medio del Programa Comunitario de Investigación Oncológica del NCI— investigadores en más de 250 centros comunitarios y académicos de tratamiento inscribieron a 1822 pacientes con cáncer de seno, cáncer de próstata, o con mieloma múltiple y al menos una metástasis ósea. Los pacientes fueron asignados aleatoriamente a recibir infusiones de ácido zoledrónico cada 4 semanas o cada 12 semanas durante 2 años.
Los investigadores registraron incidencias de fracturas óseas, compresión de la médula espinal, y la necesidad de radiación o de cirugía para tratar metástasis óseas, que se conocen colectivamente como eventos relacionados con el esqueleto. Ellos también evaluaron otras medidas clínicas importantes, incluso las puntuaciones de dolor, el funcionamiento general (medido por una puntuación del grado de desempeño), y la incidencia de disfunción renal y osteonecrosis maxilar.
La mediana de seguimiento de los participantes fue de 1,2 años.
En general, los pacientes que recibieron ácido zoledrónico cada 12 semanas no tuvieron un riesgo mayor de eventos relacionados con el esqueleto durante el estudio que quienes lo recibieron cada 4 semanas: 29,5 % de los pacientes en el grupo de cada 4 semanas y 28,6 % en el grupo de cada 12 semanas experimentaron al menos un evento. El índice de eventos relacionados con el esqueleto tampoco difirió por el tipo de cáncer.
Las puntuaciones de dolor y grado de desempeño fueron similares entre los dos grupos de dosificación. La osteonecrosis maxilar ocurrió en el doble de pacientes a quienes se administró ácido zoledrónico cada 4 semanas. Sin embargo, el número de pacientes afectados fue pequeño en relación a los participantes del estudio y no fue diferente estadísticamente significativo entre los grupos. Se observó un patrón similar de toxicidad renal grave.
Implicaciones para pacientes
Aunque no se observó una reducción significativa de los efectos secundarios con la administración menos frecuente del ácido zoledrónico, hay otras ventajas en administrar el fármaco con menos frecuencia, explicó el doctor Himelstein.
“Un intervalo más largo entre las dosis de ácido zoledrónico podría significar que hay menos viajes al consultorio del hematólogo o del oncólogo”, lo cual reduce el tiempo lejos del trabajo y de la familia, dijo él.
Los tratamientos menos frecuentes reducirían también probablemente los gastos.
“Los pacientes tienen co-pagos [seguro médico], tienen deducibles...todas esas son consideraciones importantes para ellos”, dijo el doctor Himelstein. “Anticipo que los médicos y sus pacientes con complicaciones óseas del cáncer de seno, de cáncer de próstata o de mieloma múltiple optarán por intervalos más largos de dosificación”.
Estos resultados replican los resultados de un estudio presentado en la reunión anual de 2014 de la Asociación Estadounidense de Oncología Clínica, pero “en un grupo más grande, más amplio de pacientes”, comentó el doctor Michael Erdek, un especialista en dolor del cáncer de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, quien no participó en ninguno de estos estudios.
Aunque la selección de un programa de dosificación dependerá de médicos individuales, “cualquier [programa de tratamiento] que es menos frecuente en vez de más frecuente”, mientras se mantenga la efectividad, “va a ser ventajoso”, añadió él.
“Este estudio fue diseñado para tener participación académica y comunitaria y para poder generalizarse, por lo que, si los resultados establecen una norma nueva, pueden ponerse en práctica fácilmente en ambas situaciones y ser aceptables ampliamente", comentó la doctora Lori Minasian, directora adjunta de la División de Prevención del Cáncer del NCI.
Un campo de investigación en evolución, añadió ella, es la determinación de cuáles pacientes podrían ser mejores candidatos para que un fármaco nuevo, denosumab, prevenga los eventos relacionados con el esqueleto.
Un estudio reciente mostró que mujeres posmenopáusicas con cáncer de seno y osteoporosis pueden beneficiarse más con denosumab, explicó la doctora Minasian. Está actualmente en curso otro estudio que compara dos programas diferentes de dosificación de denosumab en pacientes con cáncer metastático de seno o con cáncer de próstata.