Las neoplasias mieloproliferativas crónicas (NMC) incluyen la leucemia mieloide crónica, la policitemia vera (p. vera), la mielofibrosis primaria, la trombocitemia esencial, la leucemia neutrofílica crónica y la leucemia eosinofílica crónica.[1] Todos estos trastornos implican desregulación en la célula madre hematopoyética multipotente (CD34) y comparten una o más de las siguientes características:
La NMC crónica se suele presentar de modo esporádico; sin embargo, se han notificado conglomerados familiares de NMC. Dichos conglomerados familiares incluyen herencia autosómica dominante y herencia autosómica recesiva.[3] Los pacientes de p. vera o trombocitemia esencial presentan un aumento marcado de la producción de glóbulos rojos y plaquetas, respectivamente. El tratamiento se dirige a reducir el número excesivo de células sanguíneas. Tanto la p. vera como la trombocitemia esencial pueden presentar una fase de desgaste hacia el final de su evolución que se asemeja a la mielofibrosis primaria con citopenias, hipoplasia medular y fibrosis.[4] En la mayoría de los pacientes de p. vera, trombocitemia esencial y mielofibrosis idiopática, se identificó una mutación puntual específica en una copia del gen JAK2 V617F, una tirosina–cinasa citoplasmática en el cromosoma 9.[5] Otras variantes de un nucleótido se relacionaron con mutaciones en los genes que codifican la calreticulina (CALR) y el receptor de trombopoyetina (MPL).[6,7] Los investigadores trabajan en la modificación dirigida específica de esta proteína atípica así como en nuevas dianas moleculares a partir de secuenciación de última generación del genoma.[8]
La transformación leucémica de una neoplasia mieloproliferativa que no presenta el cromosoma Filadelfia se define por la presencia de 20 % o más mieloblastos en la sangre o la médula (fase blástica del NMP), no tiene un abordaje de tratamiento estándar y exhibe un pronóstico precario (mediana de supervivencia de 3 a 5 meses).[9] El trasplante alogénico de células madres ha dado lugar a casos aislados de sobrevivientes a largo plazo, pero este abordaje no suele ser viable en pacientes de más edad con afecciones comórbidas o falta de respuesta inicial a la terapia de inducción leucémica.[10]
Para obtener más información, consultar el resumen del PDQ Tratamiento de la leucemia mieloide crónica.
La revisión de los criterios propuestos por la Organización Mundial de la Salud para el diagnóstico de la policitemia vera (p. vera) requiere dos criterios principales y un criterio menor, o el primer criterio principal con dos criterios menores.[1]
Criterios principales
Criterios menores
Otros hallazgos confirmatorios que ya no se necesitan para formular un diagnóstico son los siguientes:[2-4]
No hay un sistema de estadificación para esta enfermedad.
Los pacientes tienen un aumento de riesgo de episodios cardiovasculares y trombóticos,[5] y transformación a leucemia mieloide aguda o mielofibrosis primaria.[6-8] La edad mayor de 65 años, la leucocitosis y los antecedentes de episodios vasculares (hemorragias o trombosis) se relacionan con un pronóstico precario.[6,9,10] Los pacientes menores de 40 años tienen una evolución más lenta, con menos episodios trombóticos o transformaciones a leucemia aguda.[11]
El tratamiento primario de la p. vera incluye flebotomía crónica intermitente, para mantener el hematocrito por debajo de 45 %; estas recomendaciones se confirmaron en un ensayo prospectivo aleatorizado en el que se demostraron tasas más bajas de muerte cardiovascular y trombosis con el uso de estas dianas hematocríticas.[12,13] El valor de referencia en mujeres puede ser más bajo (por ejemplo, hematocrito <40 %), pero no hay datos empíricos que confirmen esta recomendación.[14]
Las complicaciones de la flebotomía son las siguientes:
Además, la esplenomegalia progresiva o el prurito que no se controla con antihistamínicos a veces persiste a pesar del control del hematocrito con flebotomía. (Para obtener más información, consultar el resumen del PDQ Prurito). Si la flebotomía no es un procedimiento práctico, se puede añadir hidroxiurea o interferón-α para controlar la enfermedad.
En el Polycythemia Vera Study Group, se asignó al azar a más de 400 pacientes a flebotomía (concentración diana de hematocrito <45), radioisótopo fosforoso-32 (32P) (2,7 mg/m2 por vía intravenosa cada 12 semanas según se necesite) o clorambucilo oral (10 mg diarios durante seis semanas y, luego, diariamente en meses alternados).[15] La mediana de supervivencia del grupo de flebotomía (13,9 años) y del grupo de radioisótopo 32P (11,8 años) fue significativamente mejor que la del grupo de clorambucilo (8,9 años), principalmente debido al exceso de muertes tardías por leucemia u otras neoplasias hematológicas malignas.[15][Nivel de evidencia A1] Debido a estas preocupaciones, muchos médicos emplean hidroxiurea para pacientes que necesitan terapia citorreductora a causa de esplenomegalia masiva, necesidad alta de flebotomía o trombocitosis excesiva.[15]
En un análisis conjunto de 16 ensayos diferentes, el tratamiento con interferón-α permitió evitar la flebotomía en 50 % de los pacientes; 80 % de los pacientes presentaron una reducción marcada de la esplenomegalia.[16][Nivel de evidencia C3] El interferón presentó problemas de costo, efectos secundarios y de administración por vía intestinal, pero en este análisis no se observaron casos de leucemia aguda. En un estudio de fase II (NCT01259856), 50 pacientes con p. vera que necesitaron terapia con hidroxiurea y presentaron respuesta inadecuada o efectos secundarios inaceptables, recibieron interferón pegilado α-2a. La tasa de respuesta completa fue de 22 % y la tasa de respuesta parcial fue de 38 %, solo se presentó una tasa de descontinuación debida a efectos adversos de 14 %.[17][Nivel de evidencia C3]
Los pacientes que necesitaron tratamiento con hidroxiurea, pero que exhibieron una respuesta inadecuada o sufrieron efectos secundarios inaceptables, se asignaron al azar para recibir ruxolitinib o la terapia estándar (interferón, clorambucilo o busulfano). El ruxolitinib proporcionó mejor control del hematocrito (60 vs. 20 %, P < 0,001), reducción del tamaño del bazo (38 vs. 1 %, P < 0,001) y una reducción de 50 % del puntaje de los síntomas (49 vs. 5 %, P < 0,001).[18][Nivel de evidencia B3]
No hay ningún ensayo aleatorizado de comparación de ruxolitinib e interferón en pacientes tratados antes con hidroxiurea.
En un ensayo prospectivo aleatorizado con 173 pacientes, se estudiaron pacientes de p. vera sin esplenomegalia, para los que el tratamiento con hidroxiurea no había dado resultado.[19] Los pacientes se asignaron al azar para recibir ruxolitinib (el inhibidor de JAK2) versus la mejor terapia disponible (como el interferón, dosis altas de hidroxiurea o ningún tratamiento). Se logró normalizar el hematocrito en 62 % de los pacientes que se trataron con ruxolitinib versus 19 % de los controles (cociente de riesgos instantáneos, 7,28; intervalo de confianza [IC], 95 %, 3,43‒15,45, P < 0,001).[19][Nivel de evidencia B3]
En una revisión de Cochrane de 2 estudios aleatorizados con 630 pacientes sin indicaciones o contraindicaciones claras para la aspirina, quienes recibieron 100 mg de aspirina versus placebo experimentaron una reducción de episodios trombóticos mortales, pero este beneficio no fue estadísticamente significativo (oportunidad relativa, 0,20; IC 95 %, 0,03–1,14).[20] En una revisión retrospectiva de 105 pacientes sometidos a cirugía, se documentó que 8 % de ellos tenían tromboembolias y 7 % hemorragias importantes con citorreducción previa mediante flebotomía y heparina subcutánea posoperatoria en la mitad de los pacientes.[21]
Se han elaborado recomendaciones a partir de informes anecdóticos para el tratamiento de pacientes de p. vera embarazadas.[3]
Las opciones de tratamiento son las siguientes:
Realizar una búsqueda avanzada en inglés de los ensayos clínicos sobre cáncer auspiciados por el NCI que ahora aceptan pacientes. La búsqueda se puede simplificar por ubicación del ensayo, tipo de tratamiento, nombre del fármaco y otros criterios. También se dispone de información general sobre los ensayos clínicos.
La mielofibrosis primaria (también conocida como metaplasia mieloide agnogénica, mielofibrosis crónica idiopática, mieloesclerosis con metaplasia mieloide y mielofibrosis idiopática) se caracteriza por esplenomegalia, granulocitos y eritrocitos inmaduros en la sangre periférica, y glóbulos rojos en forma de lágrimas.[1] En su fase temprana, esta enfermedad se caracteriza por la presencia de un número elevado de células en la médula que presentan CD34, mientras que las fases posteriores implican fibrosis medular con disminución de células CD34 en la médula y un aumento correspondiente de congestión esplénica y hepática con células CD34.
A diferencia de la leucemia mieloide crónica (LMC), la mielofibrosis primaria habitualmente se presenta de la siguiente manera:[2]
Además de la proliferación clonal de una célula progenitora hematopoyética pluripotente, una situación común en todos los casos de neoplasias mieloproliferativas crónicas, la metaplasia mieloide se caracteriza por la colonización de sitios extramedulares, como el bazo o el hígado.[6,7]
La mayoría de los pacientes son mayores de 60 años en el momento del diagnóstico y 33 % de los pacientes son asintomáticos en el momento de la presentación inicial. La esplenomegalia, algunas veces masiva, es un hallazgo característico. Los pacientes menores de 40 años tienen una evolución más lenta, con menos episodios trombóticos o transformaciones a leucemia aguda.[8]
Los síntomas son los siguientes:
(Para obtener más información sobre muchos de los síntomas mencionados más arriba, consultar los resúmenes del PDQ El dolor y el cáncer, Fatiga, Sofocos y sudores nocturnos y La nutrición en el tratamiento del cáncer).
Los criterios propuestos por la Organización Mundial de la Salud para el diagnóstico primario de la mielofibrosis exigen los tres criterios principales y dos criterios menores.[9]
Criterios principales
Criterios menores
La mediana de supervivencia es de 3,5 a 5,5 años, pero los pacientes menores de 55 años tienen una mediana de supervivencia de 11 años.[6,7] Las principales causas de muerte son las siguientes:[13]
En un análisis multivariante de 707 pacientes seguidos desde 1973 a 2008, las trombosis mortales y no mortales se relacionaron con una edad de más de 60 años y presencia de JAK2 V617F.[16] Los exámenes de médula ósea, como los exámenes citogenéticos, pueden excluir otras causas de mieloptisis, como LMC, síndrome mielodisplásico, cáncer metastásico, linfomas y trastornos de células plasmáticas.[7] En los casos de mielofibrosis aguda, los pacientes presentan pancitopenia, pero no esplenomegalia o mieloptisis en sangre periférica. En este entorno, las monocitosis en sangre periférica o en la médula, indican mielodisplasia.
No hay un sistema de estadificación para esta enfermedad.
Los factores pronósticos son los siguientes:[17-21]
Los pacientes sin ninguna característica adversa, excepto la edad, tienen una mediana de supervivencia de más de 10 a 15 años, pero la presencia de cualesquiera de 2 características adversas reduce la mediana de supervivencia a menos de 4 años.[22,23] Los sistemas internacionales de puntajes pronósticos incorporan los factores pronósticos mencionados más arriba.[22,24] La trombocitopenia (plaquetas <50 × 109/l) es un factor de pronóstico muy precario para la mielofibrosis primaria y para la mielofibrosis después de trombocitopenia o p. vera.[25]
Las anomalías cariotípicas también pueden afectar el pronóstico. En una serie retrospectiva, las deleciones 13q y 20q y la trisomía 9 se correlacionaron con mejor supervivencia y ninguna transformación leucémica en comparación con el pronóstico más precario de la trisomía 8, un cariotipo complejo, -7/7q-, i(17q), inv(3), -5/5q-, 12p- o reordenamiento 11q23.[16,26]
Los pacientes asintomáticos de riesgo bajo (de acuerdo con los sistemas pronósticos ya mencionados) se deberán supervisar con un enfoque de conducta expectante. La presentación de anemia sintomática, leucocitosis marcada, sudores nocturnos abundantes, pérdida de peso, fiebre o esplenomegalia sintomática justificará una intervención terapéutica.
La anemia profunda que se presenta en esta enfermedad por lo general requiere transfusión de glóbulos rojos. La supervivencia de los glóbulos rojos se reduce de forma pronunciada en algunos pacientes; esto a veces se puede tratar con glucocorticoides. La anemia relacionada con la enfermedad podría ocasionalmente responder a los siguientes tratamientos:[7,27-29]
El ruxolitinib, un inhibidor de JAK1 y JAK2, puede reducir la esplenomegalia y los síntomas debilitantes de la pérdida de peso, la fatiga y los sudores nocturnos de los pacientes de mielofibrosis primaria, mielofibrosis posterior a la trombocitopenia esencial o mielofibrosis posterior a la p. vera que presentan o no JAK2.[37]
En dos ensayos aleatorizados prospectivos, 528 pacientes de mayor riesgo se asignaron al azar para recibir ruxolitinib o un placebo (COMFORT-I [NCT00952289]), o el mejor tratamiento disponible (COMFORT-II [NCT00934544]). A las 48 semanas, los pacientes que recibieron ruxolitinib tuvieron una disminución de 30 a 40 % en la media del tamaño del bazo en comparación con un aumento de 7 a 8 % en los pacientes del grupo de control.[38][Nivel de evidencia B3]; [39][Nivel de evidencia B3] El ruxolitinib también mejoró las mediciones de la calidad de vida en general, con menos efectos tóxicos en ambos estudios, pero sin beneficio para la supervivencia general en los informes iniciales. Con el seguimiento adicional (5 años en COMFORT-1 y COMFORT-II) se observó un beneficio de supervivencia (estadísticamente significativo sólo para COMFORT-I) entre los pacientes que se trataron con ruxolitinib en comparación con los pacientes de control (COMFORT-I: cociente de riesgos instantáneos [CRI], 0,69; intervalo de confianza [IC] 95 %, 0,50–0,96, P = 0,025; y COMFORT-II: CRI, 0,67; IC 95 %, 0,44–1,02, P = 0,06).[40,41][Nivel de evidencia A1] Se observaron beneficios clínicos en una amplia variedad de subgrupos clínicos.[42,43] La interrupción del ruxolitinib produjo un empeoramiento rápido de la esplenomegalia y la recidiva de los síntomas sistémicos.[38,39,44] El ruxolitinib no corrigió la fibrosis de la médula ósea ni indujo remisiones histológicas o citogenéticas. Se presentaron linfomas de células B de gran malignidad entre los pacientes que se trataron con ruxolitinib cuando se identificó una población de células B clonales preexistentes junto con la mielofibrosis en el momento del diagnóstico.[45]
La esplenomegalia dolorosa se puede tratar temporariamente con ruxolitinib, hidroxiurea, talidomida, lenalidomida, cladribina o radioterapia, pero a veces es necesaria una esplenectomía.[29,46,47] La decisión de llevar a cabo una esplenectomía implica sopesar los beneficios (es decir, reducción de síntomas, disminución de la hipertensión portal y menor necesidad de transfusión de glóbulos rojos durante 1 a 2 años) versus los riesgos (es decir, 10 % de mortalidad posoperatoria y 30 % de morbilidad por infecciones, sangrado o trombosis; sin beneficio para la trombocitopenia y progresión acelerada a una fase de crisis blástica, observadas por algunos investigadores, pero no por otros).[7,46]
Después de una esplenectomía, muchos médicos usan tratamiento anticoagulante durante 4 a 6 semanas para reducir la trombosis en la vena porta, y se puede utilizar hidroxiurea para reducir las concentraciones altas de plaquetas (>1 millón).[48] Sin embargo, los datos de una revisión retrospectiva de 150 pacientes sometidos a cirugía proporcionaron documentación que indicó que 8 % de los pacientes que sufrieron tromboembolia y 7 % que tuvieron una hemorragia grave debido a la citorreducción previa y la heparina subcutánea posoperatoria usada en la mitad de los pacientes.[49]
La hidroxiurea es útil para pacientes con esplenomegalia, pero es posible que tenga un efecto leucemógeno.[7] La cladribina ha exhibido respuestas favorables como alternativa a la hidroxiurea en pacientes con trombocitosis y hepatomegalia después de una esplenectomía.[50] El uso del interferón-α puede producir respuestas hematológicas como la reducción de 30 a 50 % del tamaño del bazo de los pacientes, aunque muchos pacientes no toleran este fármaco.[51,52] Se notificaron respuestas favorables a la talidomida y la lenalidomida en alrededor de 20 a 60 % de los pacientes.[27-29,53-55][Nivel de evidencia C3]
Un enfoque más radical implica el trasplante alogénico de células madre periféricas o médula ósea cuando hay un donante idóneo disponible.[56-61] El trasplante alogénico de células madre es el único tratamiento potencialmente curativo disponible, pero la morbilidad y la mortalidad relacionadas limitan su uso a pacientes jóvenes de riesgo alto.[59,62] La detección de la mutación en JAK2 después de un trasplante se relaciona con un pronóstico más precario.[63]
Las opciones de tratamiento son las siguientes:
Realizar una búsqueda avanzada en inglés de los ensayos clínicos sobre cáncer auspiciados por el NCI que ahora aceptan pacientes. La búsqueda se puede simplificar por ubicación del ensayo, tipo de tratamiento, nombre del fármaco y otros criterios. También se dispone de información general sobre los ensayos clínicos.
La revisión de los criterios propuestos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el diagnóstico de la trombocitemia esencial exige los siguientes criterios:[1]
Criterios
Los pacientes de mielofibrosis primaria prefibrótica tienen una supervivencia más precaria que los pacientes de trombocitemia esencial, debido a un aumento en la progresión a mielofibrosis y un aumento en la progresión a leucemia mieloide aguda.[2-4] Los pacientes de mielofibrosis primaria prefibrótica en ocasiones exhiben una tendencia mayor a presentar hemorragias que se pueden agravar con dosis bajas de aspirina.[5]
Los pacientes mayores de 60 años o aquellos que hayan sufrido antes un episodio trombótico o con leucocitosis, tienen hasta 25 % de probabilidad de presentar trombosis cerebrales, cardiacas o arteriales periféricas y, con menor frecuencia, una probabilidad de presentar una embolia pulmonar o una trombosis venosa profunda.[2,13-15] A semejanza de los otros síndromes mieloproliferativos, la transformación a una leucemia aguda se encuentra en un porcentaje pequeño de pacientes (<10 %) con seguimiento a largo plazo. Los pacientes menores de 40 años tienen una evolución más lenta, con menos episodios trombóticos o transformaciones a leucemia aguda.[16] En un análisis multivariante de varias cohortes que incluyeron a casi 1500 pacientes, se encontraron desenlaces más precarios para los hombres, con un cociente de riesgos instantáneos (CRI) de 1,5 (intervalo de confianza [IC], 1,1‒2,5).[17]
No hay un sistema de estadificación para esta enfermedad.
La trombocitemia esencial sin tratamiento previo se refiere a un paciente con diagnóstico reciente y que no recibió ningún tratamiento previo con excepción de cuidados médicos de apoyo.
Hay una polémica considerable sobre si los pacientes asintomáticos con trombocitemia esencial necesitan tratamiento.[18] En un estudio de observación de casos y controles de 65 pacientes de riesgo bajo (<60 años, recuento de plaquetas <1500 × 109/l y sin antecedentes de trombosis o hemorragia), con mediana de seguimiento de 4,1 años, el riesgo de trombosis de 1,91 casos por 100 años-paciente y el riesgo de hemorragia de 1,12 casos por 100 años-paciente no aumentaron más que en los controles normales.[19]
Estos ensayos prospectivos aleatorizados establecen la eficacia e inocuidad del uso de hidroxiurea en pacientes de trombocitemia esencial de riesgo alto (edad >60 años + recuento plaquetario >1000 × 109/l o >1500 × 109/l). Para los pacientes diagnosticados según los estándares de la OMS (con exclusión de los pacientes de leucocitosis y mielofibrosis prefibrótica diagnosticados con biopsia de médula ósea), la anagrelida representa una alternativa terapéutica razonable. Aunque la adición de aspirina a las terapias citorreductoras, como las de hidroxiurea o anagrelida, continúa siendo polémica, en un informe anecdótico retrospectivo se indica reducción de la trombosis en pacientes mayores de 60 años.[25] En un estudio de fase II (NCT01259856), 65 pacientes con trombocitopenia esencial que necesitaron terapia con hidroxiurea y presentaron respuesta inadecuada o efectos secundarios inaceptables, recibieron interferón pegilado α-2a. La tasa de respuesta completa (RC) fue de 43 % y la tasa de respuesta parcial fue de 26 %, solo se presentó una tasa de descontinuación debida a efectos adversos de 14 %. Los pacientes con mutaciones en CALR presentaron una tasa de RC significativamente más alta que los pacientes sin mutaciones en CALR (57 vs. 28 %).[26][Nivel de evidencia C3] A diferencia de los resultados para p. vera o mielofibrosis, ruxolitinib no fue beneficioso para los pacientes resistentes a la hidroxiurea.[27]
Muchos médicos usan hidroxiurea o aféresis plaquetarias antes de la cirugía electiva para reducir el recuento plaquetario y prevenir tromboembolias posoperatorias. Ninguno de los ensayos prospectivos o aleatorizados documenta la utilidad de este abordaje.
Entre los pacientes de riesgo bajo (que se definen como aquellos de ≤60 años sin episodios trombóticos previos), en una revisión retrospectiva de 300 pacientes se observó el beneficio de antiplaquetarios para reducir las trombosis venosas en los casos con mutaciones en JAK2 y para reducir la trombosis arterial en pacientes con factores de riesgo cardiovascular.[28] Puede ser difícil equilibrar los riesgos y beneficios de la administración de aspirina para pacientes de riesgo bajo.[29] Al extrapolar los datos de los ensayos de p. vera, se ha indicado el uso de dosis bajas de aspirina para prevenir episodios cardiovasculares, pero no hay datos provenientes de ensayos clínicos para abordar este tema.[30,31]
Las opciones de tratamiento son las siguientes:
Realizar una búsqueda avanzada en inglés de los ensayos clínicos sobre cáncer auspiciados por el NCI que ahora aceptan pacientes. La búsqueda se puede simplificar por ubicación del ensayo, tipo de tratamiento, nombre del fármaco y otros criterios. También se dispone de información general sobre los ensayos clínicos.
La leucemia neutrofílica crónica (LNC) es una neoplasia mieloproliferativa crónica poco común de causa desconocida, que se caracteriza por neutrofilia sanguínea periférica (>25 × 109/l) y hepatoesplenomegalia persistentes.[1,2] La médula ósea es hipercelular. No hay displasia importante en ninguno de los linajes celulares y la fibrosis de médula ósea es poco frecuente.[1,2] Los estudios citogenéticos son normales en casi 90 % de los pacientes. En el resto de los pacientes, las anomalías cariotípicas clonales pueden incluir +8, +9, del(20q) y del(11q).[1,3-5] No hay cromosoma Filadelfia o gen de fusión BCR/ABL. La LNC es un trastorno que progresa lentamente y la supervivencia de los pacientes es variable: oscila entre 6 meses y más de 20 años.
Hasta hace pocos años, el tratamiento de la LNC se enfocaba en el control de la enfermedad más que en la cura. Cuando la enfermedad progresaba a una leucemia de más malignidad, generalmente había pocas probabilidades de obtener una remisión duradera debido a la edad avanzada de la mayoría de los pacientes así como la adquisición de múltiples anomalías citogenéticas de pronóstico precario. El trasplante alogénico de médula ósea representa una modalidad de tratamiento potencialmente curativa para el control de este trastorno.[6-8] Se notificaron resultados positivos variados con el uso de fármacos quimioterapéuticos tradicionales como la hidroxiurea y el interferón.[9]
Realizar una búsqueda avanzada en inglés de los ensayos clínicos sobre cáncer auspiciados por el NCI que ahora aceptan pacientes. La búsqueda se puede simplificar por ubicación del ensayo, tipo de tratamiento, nombre del fármaco y otros criterios. También se dispone de información general sobre los ensayos clínicos.
La leucemia eosinofílica crónica (LEC) es una neoplasia mieloproliferativa crónica de causa desconocida por la que la proliferación clonal de precursores eosinofílicos produce un aumento persistente de eosinófilos en la sangre, médula ósea y tejidos periféricos. En la LEC, el recuento de eosinófilos en la sangre es igual o superior a 1,5 × 109/l.[1] Para diagnosticar una LEC, deberá haber datos probatorios de clonalidad de los eosinófilos, o un aumento de los blastocitos en la sangre o la médula ósea. Sin embargo, en muchos casos es imposible probar la clonalidad de los eosinófilos; en ese caso, si no hay un aumento de blastocitos se prefiere un diagnóstico de síndrome hipereosinofílico idiopático (SHI). Debido a la dificultad de distinguir la LEC del SHI, se desconoce la verdadera incidencia de estas enfermedades, aunque son poco frecuentes. En cerca de 10 % de los pacientes, se detecta eosinofilia de forma fortuita. En otros casos, los síntomas inespecíficos que se encuentran son los siguientes:[1,2]
No se ha identificado en la LEC ninguna anomalía citogenética o genéticomolecular específicas.
(Para obtener más información sobre los síntomas mencionados más arriba, consultar los resúmenes del PDQ Sofocos y sudores nocturnos, Fatiga, Síndromes cardiopulmonares, Prurito y Complicaciones gastrointestinales).
El tratamiento óptimo de la LEC es incierto; en parte por la incidencia infrecuente de esta neoplasia mieloproliferativa crónica y lo variable de su evolución clínica, que puede oscilar entre casos de enfermedad estable durante décadas a casos que progresan rápidamente a leucemia aguda. Los informes de casos indican que las opciones de tratamiento incluyen trasplante de médula ósea e interferón-α.[3,4]
El tratamiento del SHI incluyó lo siguiente:[5,6]
Los informes de casos indican respuestas sintomáticas al mesilato de imatinib en pacientes de SHI que no respondieron a las opciones convencionales.[6-8][Nivel de evidencia C3] El mesilato de imatinib actúa como inhibidor de una fusión novedosa de tirosina–cinasa, la tirosina–cinasa de fusión FIP1L1-PDGFR α, que resulta de una deleción intersticial cromosómica.[6,9][Nivel de evidencia C3] Se observó que el SHI con translocación de la tirosina–cinasa de fusión FIP1L1-PDGFR α respondió a dosis bajas de mesilato de imatinib.[9]
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