El cáncer de hígado incluye dos tipos principales: carcinoma hepatocelular (CHC) y cáncer de vías biliares intrahepáticas. Para obtener información sobre el cáncer de vías biliares, consultar Tratamiento del cáncer de vías biliares (colangiocarcinoma). Para obtener más información sobre las variantes menos comunes del cáncer de hígado, consultar la sección Clasificación celular del cáncer primario de hígado.
Cálculo del número estimado de casos nuevos y defunciones por cáncer de hígado y de vías biliares intrahepáticas en los Estados Unidos para 2024:[1]
El CHC es relativamente poco frecuente en los Estados Unidos, aunque su incidencia va en aumento, sobre todo en lo que concierne a la propagación de la infección por el virus de la hepatitis C.[2] El CHC es el sexto cáncer más común en todo el mundo y la tercera causa principal de muertes relacionadas con el cáncer.[3]
La edad avanzada es el principal factor de riesgo para la mayoría de los cánceres. Otros factores de riesgo para el cáncer de hígado (hepatocelular) son los siguientes:
Para obtener más información, consultar Prevención del cáncer de hígado (hepatocelular).
Para obtener más información, consultar Exámenes de detección del cáncer de hígado (hepatocelular).
Las lesiones que miden menos de 1 cm que se encuentran mediante exámenes de detección en pacientes con riesgo alto de CHC no necesitan evaluación diagnóstica adicional. La mayoría de estas lesiones serán nódulos cirróticos en lugar de CHC.[24][Nivel de evidencia C1] Una estrategia común de vigilancia es un seguimiento minucioso en intervalos de 3 meses con la misma técnica que se usó para identificar por primera vez las lesiones.
Se debe considerar el diagnóstico de CHC en pacientes con lesiones hepáticas que miden más de 1 cm y que tienen riesgo de CHC. Las pruebas necesarias para diagnosticar un CHC incluyen imágenes, biopsias o ambas.
En los pacientes con cirrosis, enfermedad hepática u otros factores de riesgo de CHC que presentan lesiones de más de 1 cm, es posible emplear estudios con contraste trifásicos (tomografía computarizada [TC] dinámica o imágenes por resonancia magnética [IRM]) para el diagnóstico de CHC.[25]
Una TC o IRM trifásicas sirven para evaluar todo el hígado en distintas fases de perfusión. Después de la administración intravenosa controlada de un material de contraste, se obtienen imágenes de las fases de perfusión arterial y venosa.
Durante la fase arterial del estudio, el CHC se destaca con más intensidad que el hígado circundante debido a que la sangre arterial en el hígado se diluye en la sangre venosa que no contiene contraste, mientras que el CHC solo contiene sangre arterial. En la fase venosa, el CHC se destaca menos que el hígado circundante (esto se conoce como lavado venoso del CHC) porque la sangre arterial que fluye a través de la lesión ya no contiene contraste; sin embargo, la sangre portal en el hígado ahora contiene contraste.
La presencia de absorción arterial seguida de lavado en un solo estudio dinámico es muy específica (95–100 %) para un CHC de 1 a 3 cm de diámetro y, prácticamente diagnóstica para un CHC.[26-28][Nivel de evidencia C1] En estos casos, es posible establecer el diagnóstico de CHC sin una segunda modalidad de imagen, incluso en ausencia de una biopsia que lo confirme.[28-30][Nivel de evidencia C1]
No obstante, si la primera modalidad de imagen, TC o IRM con contraste, no es concluyente, las imágenes secuenciales con una modalidad diferente pueden mejorar la sensibilidad para detectar un CHC (del 33 al 41 % con TC o IRM, al 76 % cuando ambos estudios se realizan en secuencia) sin una disminución de la especificidad.[27]
Pero, si pese al uso de dos modalidades de imágenes, una lesión mayor de 1 cm permanece sin caracterización en un paciente con riesgo alto de CHC (es decir, con solo uno o ningún patrón de realce clásico), se puede considerar una biopsia de hígado.[28,29]
Se puede realizar una biopsia de hígado cuando el diagnóstico de CHC no se establece mediante una técnica de imagen dinámica (TC o IRM trifásicas) de lesiones hepáticas de 1 cm o más en pacientes de riesgo alto.
La alfafetoproteína (AFP) no es suficientemente sensible ni específica para su uso como ensayo diagnóstico. La AFP se eleva en el colangiocarcinoma intrahepático y en algunos casos de metástasis de cáncer de colon. El hallazgo de una masa hepática en un paciente con una concentración elevada de AFP no indica automáticamente un CHC. No obstante, si la concentración de AFP es alta, se puede utilizar para vigilar la recidiva.
Poco se sabe sobre la evolución natural de los tumores tempranos porque la mayoría de los pacientes de CHC reciben tratamiento. Sin embargo, en los informes más antiguos se describieron tasas de supervivencia a 3 años del 13 al 21 % en pacientes que no recibieron ningún tratamiento específico.[31,32] En la actualidad, sólo el 10 al 23 % de los pacientes con CHC son aptos para recibir un tratamiento quirúrgico con intención curativa.[33,34] La tasa de supervivencia general (SG) a 5 años para pacientes de CHC en estadio temprano que se someten a trasplante oscila entre el 44 % y el 78 %. Para los pacientes que se someten a resección de hígado la tasa de SG oscila entre el 27 % y el 70 %.[35]
El trasplante de hígado, la resección quirúrgica y la ablación ofrecen tasas altas de respuesta completa y una posibilidad de curación en pacientes de CHC en estadio temprano.[29]
Se sabe más sobre la evolución natural del CHC en estadio avanzado. Los pacientes con enfermedad avanzada sin tratamiento por lo general sobreviven menos de 6 meses.[36] En 25 ensayos clínicos aleatorizados, la tasa de supervivencia de pacientes no tratados osciló entre el 10 y el 72 % a 1 año, y del 8 al 50 % a 2 años.[37]
A diferencia de la mayoría de los pacientes con tumores sólidos, el pronóstico de los pacientes con CHC se ve afectado no solo por el estadio del tumor en el momento de su presentación sino, también, por el funcionamiento hepático subyacente. Los principales factores pronósticos que guían la selección del tratamiento son los siguientes:
Los tumores malignos primarios de hígado se componen de dos tipos celulares principales: hepatocelular (90 % de los casos) y colangiocarcinoma.[1]
La clasificación histológica es la siguiente:
Es importante distinguir la variante fibrolamelar de CHC del CHC mismo, porque hay una proporción creciente de pacientes con la variante fibrolamelar que se pueden curar si se logra resecar el tumor. Esta variante se observa con mayor frecuencia en mujeres jóvenes y, en general, también exhibe una evolución clínica más lenta que el CHC que es más común.[2]
El modelado pronóstico del carcinoma hepatocelular (CHC) es complejo por la presencia de cirrosis en hasta el 80 % de los casos. Se deben tomar en cuenta las características del tumor y los factores que se relacionan con la reserva funcional hepática. Los factores pronósticos clave se conocen solo de forma parcial y varían en los diferentes estadios de la enfermedad.
Se utilizan más de diez clasificaciones en todo el mundo, pero ningún sistema es aceptado a nivel mundial. Se han propuesto nuevas clasificaciones con el propósito de superar las dificultades de usar varios sistemas de estadificación.
En este resumen se presentan los siguientes tres sistemas de estadificación:
En la actualidad, el sistema de estadificación del Barcelona Clinic Liver Cancer (BCLC) es el sistema de estadificación más aceptado para el CHC y es útil para estadificar tumores en estadio temprano. Las pruebas obtenidas en una cohorte estadounidense mostraron que la estadificación BCLC ofrece un mejor poder de estratificación pronóstica que otros sistemas de estadificación.[1]
El sistema de estadificación BCLC intenta superar las limitaciones de los sistemas de estadificación previos al incluir variables relacionadas con los siguientes aspectos:[2]
Se identifican cinco estadios (0 y A hasta D) a partir de las variables recién mencionadas. El sistema de estadificación BCLC vincula cada estadio del CHC con las modalidades de tratamiento apropiadas como sigue:
El sistema de estadificación de Okuda se utilizó mucho en el pasado e incluye variables relacionadas con la carga tumoral y el funcionamiento hepático, como la concentración de bilirrubina y albúmina, y la presencia de ascitis. Sin embargo, no incluye muchos factores pronósticos tumorales importantes que se confirmaron en series quirúrgicas y no quirúrgicas (por ejemplo, invasión vascular unifocal o multifocal, trombosis venosa portal o compromiso ganglionar locorregional).[3,4] Como resultado, la estadificación de Okuda no permite estratificar el pronóstico para los cánceres en estadio temprano y sobre todo sirve para identificar a pacientes en estadio terminal.
La clasificación TNM (tumor, ganglio linfático y metástasis) propuesta por el American Joint Committee on Cancer (AJCC) no es de uso generalizado para el cáncer de hígado. La utilidad clínica de la estadificación TNM es limitada porque no considera el funcionamiento hepático. También es difícil usar este sistema para seleccionar opciones de tratamiento porque la estadificación TNM depende de un examen histopatológico detallado que solo está disponible después de la escisión tumoral. La clasificación TNM quizás sea útil para predecir el pronóstico después de la resección hepática.[5]
Estadio | TNM | Descripción |
---|---|---|
Tumor = tumor primario; N = ganglios linfáticos regionales; M = metástasis a distancia. | ||
aReproducción autorizada de AJCC: Liver. En: Amin MB, Edge SB, Greene FL, et al., eds.: AJCC Cancer Staging Manual. 8th ed. New York, NY: Springer, 2017, pp. 287–93. | ||
IA | T1a, N0, M0 | T1a = tumor solitario que mide ≤2 cm. |
N0 = sin metástasis en ganglios linfáticos regionales. | ||
M0 = sin metástasis a distancia. | ||
IB | T1b, N0, M0 | T1b = tumor solitario que mide >2 cm sin invasión vascular. |
N0 = sin metástasis en ganglios linfáticos regionales. | ||
M0 = sin metástasis a distancia. |
Estadio | TNM | Descripción |
---|---|---|
T = tumor primario; N = ganglios linfáticos regionales; M = metástasis a distancia. | ||
aReproducción autorizada de AJCC: Liver. En: Amin MB, Edge SB, Greene FL, et al., eds.: AJCC Cancer Staging Manual. 8th ed. New York, NY: Springer, 2017, pp. 287–93. | ||
II | T2, N0, M0 | T2 = tumor solitario que mide >2 cm con invasión vascular o tumores múltiples, ninguno mide >5 cm. |
N0 = sin metástasis en ganglios linfáticos regionales. | ||
M0 = sin metástasis a distancia. |
Estadio | TNM | Descripción |
---|---|---|
T = tumor primario; N = ganglios linfáticos regionales; M = metástasis a distancia. | ||
aReproducción autorizada de AJCC: Liver. En: Amin MB, Edge SB, Greene FL, et al., eds.: AJCC Cancer Staging Manual. 8th ed. New York, NY: Springer, 2017, pp. 287–93. | ||
IIIA | T3, N0, M0 | T3 = tumores múltiples, por lo menos uno de los tumores mide >5 cm. |
N0 = sin metástasis en ganglios linfáticos regionales. | ||
M0 = sin metástasis a distancia. | ||
IIIB | T4, N0, M0 | T4 = tumor único o tumores múltiples de cualquier tamaño con compromiso de una rama principal de la vena porta o la vena hepática, o uno o más tumores con invasión directa de órganos adyacentes distintos de la vesícula biliar, o con perforación del peritoneo visceral. |
N0 = sin metástasis en ganglios linfáticos regionales. | ||
M0 = sin metástasis a distancia. |
Estadio | TNM | Descripción |
---|---|---|
T = tumor primario; N = ganglios linfáticos regionales; M = metástasis a distancia. | ||
aReproducción autorizada de AJCC: Liver. En: Amin MB, Edge SB, Greene FL, et al., eds.: AJCC Cancer Staging Manual. 8th ed. New York, NY: Springer, 2017, pp. 287–93. | ||
IVA | Cualquier T, N1, M0 | TX = tumor primario no evaluable. |
T0 = sin indicios de tumor primario. | ||
T1 = tumor solitario que mide ≤2 cm o >2 cm sin invasión vascular. | ||
–T1a = tumor solitario que mide ≤2 cm. | ||
–T1b = tumor solitario que mide >2 cm sin invasión vascular. | ||
T2 = tumor solitario que mide >2 cm con invasión vascular o tumores múltiples, ninguno mide >5 cm. | ||
T3 = tumores múltiples, por lo menos uno de los tumores mide >5 cm. | ||
T4 = tumor único o tumores múltiples de cualquier tamaño con compromiso de una rama principal de la vena porta o la vena hepática, o uno o más tumores con invasión directa de órganos adyacentes distintos de la vesícula biliar, o con perforación del peritoneo visceral. | ||
N1 = metástasis en ganglios linfáticos regionales. | ||
M0 = sin metástasis a distancia. | ||
IVB | Cualquier T, cualquier N, M1 | Cualquier T = consultar las descripciones de estadio IVA, cualquier T, N1, M0 en este cuadro. |
NX = ganglios linfáticos regionales no evaluables. | ||
N0 = sin metástasis en ganglios linfáticos regionales. | ||
N1 = metástasis en ganglios linfáticos regionales. | ||
M1 = metástasis a distancia. |
No hay un acuerdo sobre una estrategia de tratamiento única para los pacientes de carcinoma hepatocelular (CHC). La selección del tratamiento es compleja debido a varios factores, como los siguientes:
Varios tratamientos para el CHC se relacionan con supervivencia a largo plazo, como la resección quirúrgica, el trasplante de hígado y la ablación. No hay estudios aleatorizados grandes y de diseño sólido en los que se comparen tratamientos que se consideran eficaces para la enfermedad en estadio temprano, ni hay estudios en los que se comparen estos tratamientos con los mejores cuidados médicos de apoyo. A menudo, los pacientes de CHC son evaluados por un equipo multidisciplinario que incluye hepatólogos, radiólogos, radiólogos intervencionistas, radioncólogos, cirujanos especializados en trasplantes, cirujanos oncólogos, patólogos y médicos oncólogos.
Las mejores supervivencias se logran cuando se puede extirpar el CHC mediante resección quirúrgica o trasplante de hígado. La resección quirúrgica se realiza por lo general en pacientes con CHC localizado y suficiente reserva funcional hepática.
Para los pacientes con cirrosis descompensada y una lesión solitaria (<5 cm), o enfermedad multifocal temprana (≤ 3 lesiones, ≤ 3 de diámetro), la mejor opción es el trasplante de hígado,[1] pero la disponibilidad limitada de donantes de hígado restringe el uso de este abordaje.
La quimioembolización transarterial, los inhibidores multicinasa y la inmunoterapia son tratamientos no curativos del CHC que mejoran la supervivencia.[2-4]
En el Cuadro 5 se presentan las opciones de tratamiento estándar del CHC.
Estadio | Opciones de tratamiento |
---|---|
Localizado | Vigilancia |
Resección quirúrgica | |
Trasplante de hígado | |
Ablación | |
Radioterapia | |
Localmente avanzado o metastásico | Embolización transarterial y quimioembolización arterial transcatéter en pacientes con enfermedad no metastásica |
Terapia sistémica de primera línea | |
Terapia sistémica de segunda línea | |
Radioterapia | |
Recidivante (enfermedad limitada al hígado sin compromiso vascular) | Trasplante de hígado |
Resección quirúrgica | |
Ablación | |
Recidivante (enfermedad extrahepática o compromiso vascular) | Terapia paliativa |
Alrededor del 30 % de los casos de carcinoma hepatocelular (CHC) se presentan como enfermedad localizada con una masa solitaria en una parte del hígado o como un número limitado de tumores (≤ 3 lesiones, ≤ 3 de diámetro) sin invasión vascular importante.
Las opciones de tratamiento para el cáncer primario de hígado localizado son las siguientes:
Los mejores desenlaces se logran con la resección y el trasplante en pacientes aptos bien seleccionados y, por lo general, se consideran la primera opción con intención curativa.
La vigilancia es una opción para pacientes con riesgo alto de CHC con lesiones menores de 1 cm que se encuentran durante el examen de detección.[1][Nivel de evidencia C1] El seguimiento cercano mediante intervalos de 3 meses es una estrategia de vigilancia habitual, en la que se usa la misma técnica con la que se documentó por primera vez la presencia de las lesiones.
La cirugía es el tratamiento de base para el CHC.
La evaluación preoperatoria incluye tomografía computarizada helicoidal trifásica, imágenes por resonancia magnética o ambas para determinar la presencia de diseminación del tumor a través de planos interlobulares y el posible compromiso del hilio hepático, las venas hepáticas y la vena cava inferior. Los tumores solo son resecables si se puede conservar una cantidad suficiente de parénquima hepático con un flujo adecuado de entrada y salida vascular y biliar. En general, los pacientes con cirrosis compensada toleran la resección de hasta el 50 % del parénquima hepático.
Es posible considerar la resección quirúrgica para pacientes que cumplan con los siguientes criterios:
Después de considerar la localización y el número de tumores, y el funcionamiento hepático del paciente, solo del 5 al 10 % de los pacientes de cáncer de hígado tendrán una enfermedad localizada susceptible de resección.[2-6]
Los principios de la resección quirúrgica suponen obtener un margen libre alrededor del tumor, lo que a veces exige el uso de cualquiera de los siguientes procedimientos:
Las tasas de supervivencia general (SG) a 5 años después de la resección curativa oscilan entre el 27 y el 70 %, y dependen del estadio del tumor y el funcionamiento hepático subyacente.[2-6]
En pacientes con enfermedad multifocal limitada la resección hepática es objeto de controversia.
El trasplante de hígado es un tratamiento potencialmente curativo del CHC y tiene el beneficio de tratar la cirrosis subyacente; pero la escasez de donantes de órganos limita la disponibilidad de este método de tratamiento.[2]
De acuerdo con los criterios de Milán, los pacientes de CHC con una única lesión que mide menos de 5 cm, o los pacientes con 2 a 3 lesiones que miden menos de 3 cm son aptos para un trasplante de hígado. La ampliación de los criterios de trasplante aceptados para el CHC no se sustenta en datos congruentes. Se considera un trasplante de hígado si la resección queda excluida como consecuencia de lesiones tumorales múltiples y pequeñas (≤3 lesiones, cada una de ≤3 cm), o si hay alteración del funcionamiento hepático (Clase B y C de Child-Pugh). En aquellos pacientes que cumplen con los requisitos, el trasplante se relaciona con una tasa de SG a 5 años de aproximadamente el 70 %.[7][Nivel de evidencia C1]
Cuando la escisión del tumor, ya sea por trasplante o resección, no es posible o conveniente, se recurre a la ablación si es posible acceder al tumor por vía percutánea o, de ser necesario, mediante una cirugía mínimamente invasiva o cirugía abierta. La ablación es particularmente útil para los pacientes de CHC en estadio temprano con localización central en el hígado cuyo tumor es imposible de extirpar quirúrgicamente sin una afectación excesiva del parénquima funcional.
La ablación es viable de las siguientes maneras:
Con la ablación es posible considerar un margen de hígado normal alrededor del tumor. La ablación tiene una contraindicación relativa para las lesiones próximas a las vías biliares, el diafragma u otros órganos intrabdominales que se podrían lesionar durante el procedimiento. Por otra parte, cuando los tumores se localizan cerca de los vasos principales, el flujo sanguíneo en los vasos puede impedir que las técnicas de ablación térmica como la ARF alcancen la temperatura óptima. Esto se conoce como efecto de disipación del calor, que impediría una necrosis tumoral completa.
Con la ARF se obtienen los mejores resultados en pacientes con tumores que miden menos de 3 cm. En esta subpoblación, las tasas de SG a 5 años son de hasta el 59 % y las tasas de supervivencia sin recidiva no difieren de manera significativa de las obtenidas con resección hepática.[8,9] El éxito del control local disminuye de manera progresiva a medida que el tamaño del tumor supera los 3 cm.
La IPE produce buenos resultados en pacientes con cirrosis de clase A de Child-Pugh y un solo tumor de menos de 3 cm de diámetro. En esos casos, la tasa de SG a 5 años llega a ser del 40 % al 59 %.[10,11][Nivel de evidencia C2]
En los pocos ensayos controlados aleatorizados que incluyeron a pacientes con cirrosis de clase A de Child-Pugh, la ARF demostró ser superior a la IPE en términos de tasas de respuesta completa y recidivas locales; en algunos de estos estudios también se observó una mejora de la SG con la ARF. Por otra parte, se necesitan menos sesiones de tratamiento para la ARF que para la IPE a fin de lograr resultados similares.[12-15]
Cabe destacar que la ARF quizás tenga tasas de complicaciones más altas que la IPE,[13] pero ambas técnicas se relacionan con tasas más bajas de complicaciones que los procedimientos de escisión. La ARF es una técnica bien establecida para el tratamiento del CHC.
La radioterapia se administra con intención curativa o paliativa en los pacientes con cáncer primario de hígado. Con la radioterapia corporal estereotáctica (RTCE), una forma de administrar radiación, los pacientes reciben un número pequeño de fracciones de radioterapia guiada por imagen con dosis biológicas equivalente altas y exactas. En numerosos estudios retrospectivos se ha observado excelente control local para los pacientes con CHC que reciben RTCE (tasas de control local que oscilan entre el 70 % y el 95 % a los 2 años para los CHC más pequeños).
Evidencia (radioterapia curativa):
A partir de estos resultados, la RTCE es el tratamiento estándar con intención curativa para el CHC. También puede usarse para el control local antes de un trasplante de hígado.
Evidencia (radioterapia con intención paliativa):
Realizar una búsqueda avanzada en inglés de los ensayos clínicos sobre cáncer auspiciados por el NCI que ahora aceptan pacientes. La búsqueda se puede simplificar por ubicación del ensayo, tipo de tratamiento, nombre del fármaco y otros criterios. También se dispone de información general sobre los ensayos clínicos.
Las opciones de tratamiento para el cáncer primario de hígado localmente avanzado o metastásico que no es susceptible a intervención quirúrgica o locorregional son las siguientes:
La ETA es el tratamiento primario de mayor uso para el carcinoma hepatocelular (CHC) cuando este no es susceptible de tratamiento curativo por escisión o ablación. La mayor parte del suministro de sangre al parénquima normal del hígado proviene de la vena porta, mientras que el flujo de sangre al tumor proviene principalmente de la arteria hepática. Por otra parte, los tumores del CHC por lo general están hipervascularizados en comparación con el parénquima normal que los rodea. La obstrucción de una o varias de las ramas arteriales que alimentan el tumor quizás reduzca el flujo de sangre al tumor y produzca isquemia y necrosis tumoral.
Las sustancias de embolización, en microesferas y partículas, también se pueden administrar junto con dosis concentradas de fármacos quimioterapéuticos (por lo general doxorrubicina o cisplatino) mezcladas con lipidol u otros emulsionantes durante la quimioembolización, la quimioembolización arterial (a menudo por acceso percutáneo) y la QETA. Se considera ETA-QETA para pacientes de CHC en quienes no se indica la cirugía y que tampoco son aptos para una ablación percutánea, en ausencia de enfermedad extrahepática.
En los pacientes con cirrosis, es posible que cualquier interferencia con el suministro de sangre arterial se relacione con una morbilidad significativa y hay una contraindicación relativa cuando hay hipertensión portal, trombosis de la vena porta o ictericia clínica. En pacientes con descompensación hepática, el uso de ETA-QETA podría aumentar el riesgo de insuficiencia hepática.
En varios ensayos aleatorizados controlados se compararon ETA y QETA con la atención de apoyo.[1] Esos ensayos fueron heterogéneos en términos de las características demográficas iniciales y del tratamiento de los pacientes. En dos ensayos se demostró una ventaja de supervivencia de la ETA-QETA comparada con los cuidados médicos de apoyo.[2,3] No se ha determinado un abordaje estándar para la ETA (por ejemplo, embolizantes, fármacos quimioterapéuticos y dosis, y un esquema de tratamiento). Sin embargo, en un metanálisis se observó que la ETA-QETA mejora la supervivencia más que un tratamiento de apoyo.[1]
Es posible que el uso de microesferas farmacoactivas para la QETA reduzca los efectos secundarios sistémicos de la quimioterapia y aumente la respuesta objetiva del tumor.[4-7] En un solo estudio se indicó que las microesferas con QETA podrían ofrecer una ventaja para la supervivencia general (SG).[8]
Tradicionalmente, el sorafenib (inhibidor multicinasa) ha sido el tratamiento de referencia para los pacientes con CHC en estadio avanzado y funcionamiento hepático intacto (clase A de Child-Pugh) que no eran aptos para recibir terapia locorregional. Esta pauta se basaba en los resultados del ensayo SHARP, en el que se observó mejora de la SG en los pacientes que recibieron sorafenib en lugar de un placebo (10,7 vs. 7,9 meses; cociente de riesgos instantáneos [CRI], 0,69; P < 0,001). Sin embargo, es posible que los efectos adversos relacionados con el tratamiento dificulten el cumplimiento de los regímenes de sorafenib, en especial en una población con enfermedad hepática simultánea. Desde 2018, otros fármacos y combinaciones, como el atezolizumab-bevacizumab y el durvalumab-tremelimumab, han mejorado la SG, en comparación con el sorafenib, lo que ha dado lugar a su aprobación por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA). Otros regímenes han demostrado no ser inferiores al sorafenib, como el lenvatinib (un inhibidor multicinasa) y la inmunoterapia en monoterapia. Al elegir la terapia de primera línea, deben tenerse en cuenta los datos de supervivencia, las tasas de respuesta, el riesgo de hemorragia (es decir, varices activas) y la probabilidad de tolerar los tratamientos individuales.
La combinación de atezolizumab (inhibidor anti-PD-L1) y bevacizumab (inhibidor del factor de crecimiento endotelial vascular [VEGF]) ha mejorado la SG, en comparación con el sorafenib. La FDA aprobó esta combinación para pacientes con CHC en estadio avanzado y funcionamiento hepático de clase A de Child-Pugh. Están en evaluación otras terapias combinadas.
Evidencia (atezolizumab y bevacizumab):
Evidencia (atezolizumab y cabozantinib):
Mientras que los inhibidores de los puntos de control inmunitarios en monoterapia no han demostrado ninguna mejora de la supervivencia con respecto a los inhibidores de tirosina–cinasas (ITC), los inhibidores duales de los puntos de control inmunitarios han mostrado una mejora de las tasas de respuesta objetiva y de la SG, pero con un aumento de los efectos secundarios autoinmunitarios. Está en evaluación la dosificación óptima de las terapias combinadas. En 2022, a partir de los datos que siguen a continuación, la FDA aprobó la combinación de una dosis única de preparación terapéutica de tremelimumab con durvalumab cada 4 semanas.
Evidencia (inhibidores de puntos de control inmunitarios en biterapia):
Evidencia (inhibidores de puntos de control inmunitarios en monoterapia):
La FDA aprobó dos inhibidores multicinasa orales, lenvatinib y sorafenib, como tratamiento de primera línea en pacientes con CHC en estadio avanzado cuyo funcionamiento hepático está bien compensado y que no son aptos para recibir terapias locales.
Hay pocos datos sobre las opciones de tratamiento para pacientes con funcionamiento hepático descompensado.
Evidencia (lenvatinib):
Evidencia (sorafenib):
Los efectos adversos atribuidos al sorafenib en ambos ensayos incluyeron erupción palmoplantar y diarrea.[15,16]
También hay estudios en curso para evaluar la función del sorafenib después de QETA, con quimioterapia o en presencia de una enfermedad hepática más avanzada.
Los ITC (regorafenib, cabozantinib y ramucirumab) y los inhibidores del punto de control inmunitario (pembrolizumab y combinación de nivolumab con ipilimumab) están aprobados para el tratamiento de segunda línea de pacientes con CHC en estadio avanzado que progresó durante el tratamiento con sorafenib. Sin embargo, no se ha determinado cuál es el tratamiento de segunda línea más eficaz tras la combinación de primera línea de atezolizumab y bevacizumab. Los médicos pueden considerar otros tratamientos aprobados en primera línea (por ejemplo, lenvatinib después de atezolizumab y bevacizumab o inhibidores de puntos de control inmunitarios).
Evidencia (regorafenib):
Evidencia (cabozantinib):
Si bien estos hallazgos son estadísticamente significativos para la SG y la SSP, la mejora absoluta de la SG fue pequeña y la toxicidad elevada, además, no se cuenta con datos sobre calidad de vida que ayuden a guiar la selección del régimen y a decidir quién debe recibir tratamiento. Estos factores se deben considerar y evaluar de manera individual para cada paciente.
El ramucirumab se usa únicamente para pacientes con concentraciones de alfafetoproteína (AFP) de 400 ng/ml o superiores.
Evidencia (ramucirumab):
Evidencia (pembrolizumab):
A partir de estos datos, la FDA otorgó la aprobación acelerada del pembrolizumab para pacientes con CHC en estadio avanzado que ya se trataron con sorafenib.
Evidencia (nivolumab e ipilimumab):
A partir de estos datos, la FDA otorgó la aprobación acelerada de nivolumab (1 mg/kg IV) con ipilimumab (3 mg/kg IV cada 3 semanas durante 4 dosis), seguido de nivolumab (240 mg IV cada 2 semanas) para pacientes con CHC en estadio avanzado que ya se trataron con sorafenib.[27]
Evidencia (nivolumab):
No obstante, en función de los requisitos de postcomercialización que mostraban la falta de beneficios confirmatorios, la indicación de nivolumab en monoterapia en el contexto de segunda línea se retiró en 2021.
En varios estudios de fase II se indicó un beneficio de la radioterapia en el control local y la SG en comparación con los controles históricos para pacientes de CHC localmente avanzado que no son aptos para las terapias locorregionales estándar.[29,30][Nivel de evidencia C2]
La radioterapia corporal estereotáctica (RTCE) con intención curativa mejoró la SG en un grupo de pacientes con CHC del estudio NRG/RTOG 1112 (NCT01730937), publicado como resumen. En la mayoría de los estudios se incluyeron pacientes con cirrosis de clase A de Child-Pugh. Los pacientes con cirrosis de clases B o C de Child-Pugh también pueden recibir radiación hepática, aunque con un riesgo más alto de toxicidad.[31][Nivel de evidencia B1]
En muchos centros se administra RTCE de fotones, mientras que otros también ofrecen radiación de protones (o de otro ion pesado) para el hígado. De acuerdo con datos retrospectivos, la radioterapia de protones permite reducir la dosis dirigida al hígado normal y aumentar de manera regulada la dosis dirigida al tumor hepático.[32,33] En ensayos clínicos, como NRG-GI003 (NCT03186898), se está evaluando si la terapia de fotones o protones es superior para los pacientes con CHC.
La radioterapia paliativa mejoró la respuesta al dolor en un ensayo aleatorizado publicado como resumen. Las dosis más usadas fueron de 30 Gy en 10 fracciones y de 8 Gy en 1 fracción. Para obtener más información, consultar la sección Radioterapia en Tratamiento del cáncer de hígado localizado.[34][Nivel de evidencia B3]
Por el momento, no hay evidencia que sustente algún beneficio para la supervivencia de pacientes con CHC avanzado que reciben quimioterapia sistémica citotóxica en comparación con la ausencia de tratamiento o los mejores cuidados médicos de apoyo.
Realizar una búsqueda avanzada en inglés de los ensayos clínicos sobre cáncer auspiciados por el NCI que ahora aceptan pacientes. La búsqueda se puede simplificar por ubicación del ensayo, tipo de tratamiento, nombre del fármaco y otros criterios. También se dispone de información general sobre los ensayos clínicos.
La recidiva intrahepática es el patrón más común de fracaso posterior al tratamiento curativo.[1] La recidiva intrahepática del carcinoma hepatocelular (CHC) a veces es el resultado de metástasis intrahepáticas o un tumor metacrónico de nueva aparición. En teoría, las metástasis intrahepáticas en ocasiones se relacionan con desenlaces menos favorables debido a que es más probable que sean el resultado de metástasis hematógenas simultáneas. Sin embargo, en la práctica clínica no se pueden diferenciar las dos causas de recidiva.
Las opciones de tratamiento para los pacientes con cáncer primario de hígado recidivante con enfermedad limitada al hígado sin compromiso vascular son las siguientes:
Las opciones de tratamiento para los pacientes con cáncer primario de hígado recidivante con enfermedad extrahepática o compromiso vascular son las siguientes:
En lo que respecta al CHC primario, la estrategia de tratamiento para el CHC intrahepático recidivante se determina por el funcionamiento del hígado y las características tumorales macroscópicas (por ejemplo, número de lesiones, sitio de recidiva e invasión de los vasos principales). Para el CHC recidivante, es posible ofrecer tratamiento curativo (es decir, trasplante hepático de rescate, resección quirúrgica y ablación) o tratamientos paliativos (por ejemplo, QETA y sorafenib) utilizando los mismos criterios de selección usados para el CHC primario.
Evidencia (trasplante hepático de rescate, resección quirúrgica y ablación):
En otros estudios también se indicó que la mayoría de las recidivas que aparecen temprano durante el seguimiento son causadas por la diseminación tumoral y tienen un comportamiento biológico más maligno que los tumores primarios.[3,4]
Los ensayos clínicos son apropiados y, siempre que sea posible, se deben ofrecer a los pacientes de CHC recidivante.
Realizar una búsqueda avanzada en inglés de los ensayos clínicos sobre cáncer auspiciados por el NCI que ahora aceptan pacientes. La búsqueda se puede simplificar por ubicación del ensayo, tipo de tratamiento, nombre del fármaco y otros criterios. También se dispone de información general sobre los ensayos clínicos.
Los resúmenes del PDQ con información sobre el cáncer se revisan con regularidad y se actualizan a medida que se obtiene nueva información. Esta sección describe los cambios más recientes introducidos en este resumen a partir de la fecha arriba indicada.
Aspectos generales de las opciones de tratamiento del cáncer primario de hígado
Se revisó el Cuadro 5 para incluir la vigilancia como una opción de tratamiento del cáncer primario de hígado.
Tratamiento del cáncer primario de hígado localizado
Se añadió Vigilancia como subsección nueva.
El Consejo editorial del PDQ sobre el tratamiento para adultos es responsable de la redacción y actualización de este resumen y mantiene independencia editorial respecto del NCI. El resumen refleja una revisión independiente de la bibliografía médica y no representa las políticas del NCI ni de los NIH. Para obtener más información sobre las políticas relativas a los resúmenes y la función de los consejos editoriales del PDQ responsables de su actualización, consultar Información sobre este resumen del PDQ e Información del PDQ® sobre el cáncer dirigida a profesionales de la salud.
Este resumen de información del PDQ sobre el cáncer dirigido a profesionales de la salud proporciona información integral revisada por expertos y basada en la evidencia sobre el tratamiento del cáncer primario de hígado en adultos. El objetivo es servir como fuente de información y ayuda para los profesionales clínicos durante la atención de pacientes. No ofrece pautas ni recomendaciones formales para tomar decisiones relacionadas con la atención sanitaria.
El consejo editorial del PDQ sobre el tratamiento para adultos, que mantiene independencia editorial respecto del Instituto Nacional del Cáncer (NCI), revisa este resumen de manera periódica y, en caso necesario, lo actualiza. Este resumen es el resultado de una revisión bibliográfica independiente y no constituye una declaración de política del NCI ni de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH).
Cada mes, los integrantes de este consejo revisan los artículos publicados recientemente para determinar lo siguiente:
Los cambios en los resúmenes se deciden mediante consenso de los integrantes del consejo después de evaluar la solidez de la evidencia de los artículos publicados y determinar la forma de incorporar el artículo en el resumen.
Los revisores principales del sumario sobre Tratamiento del cáncer primario de hígado son:
Cualquier comentario o pregunta sobre el contenido de este resumen se debe enviar al Servicio de Información de Cáncer del Instituto Nacional del Cáncer. Por favor, no enviar preguntas o comentarios directamente a los integrantes del consejo, ya que no responderán consultas de manera individual.
Algunas de las referencias bibliográficas de este resumen se acompañan del nivel de evidencia. El propósito de esto es ayudar al lector a evaluar la solidez de la evidencia que respalda el uso de ciertas intervenciones o abordajes. El consejo editorial del PDQ sobre el tratamiento para adultos emplea un sistema de jerarquización formal para asignar los niveles de evidencia científica.
PDQ (Physician Data Query) es una marca registrada. Se autoriza el uso del texto de los documentos del PDQ; sin embargo, no se podrá identificar como un resumen de información sobre cáncer del PDQ del NCI, salvo que el resumen se reproduzca en su totalidad y se actualice de manera periódica. Por otra parte, se permitirá que un autor escriba una oración como “En el resumen del PDQ del NCI de información sobre la prevención del cáncer de mama se describen, de manera concisa, los siguientes riesgos: [incluir fragmento del resumen]”.
Se sugiere citar la referencia bibliográfica de este resumen del PDQ de la siguiente forma:
PDQ® sobre el tratamiento para adultos. PDQ Tratamiento del cáncer primario de hígado. Bethesda, MD: National Cancer Institute. Actualización: <MM/DD/YYYY>. Disponible en: https://www.cancer.gov/espanol/tipos/higado/pro/tratamiento-higado-adultos-pdq. Fecha de acceso: <MM/DD/YYYY>.
Las imágenes en este resumen se reproducen con autorización del autor, el artista o la editorial para uso exclusivo en los resúmenes del PDQ. La utilización de las imágenes fuera del PDQ requiere la autorización del propietario, que el Instituto Nacional del Cáncer no puede otorgar. Para obtener más información sobre el uso de las ilustraciones de este resumen o de otras imágenes relacionadas con el cáncer, consultar Visuals Online, una colección de más de 2000 imágenes científicas.
Según la solidez de la evidencia, las opciones de tratamiento se clasifican como “estándar” o “en evaluación clínica”. Estas clasificaciones no se deben utilizar para justificar decisiones sobre reembolsos de seguros. Para obtener más información sobre la cobertura de seguros, consultar la página Manejo de la atención del cáncer en Cancer.gov/espanol.
Para obtener más información sobre las opciones para comunicarse con el NCI, incluso la dirección de correo electrónico, el número telefónico o el chat, consultar la página del Servicio de Información de Cáncer del Instituto Nacional del Cáncer.