Los tumores de encéfalo primarios, incluidos los craneofaringiomas, son un grupo diverso de enfermedades que, en conjunto, constituyen los tumores sólidos más frecuentes en la niñez. Los tumores de encéfalo, también llamados tumores cerebrales, se clasifican de acuerdo con una evaluación integrada de las características histológicas y moleculares; la ubicación del tumor y la extensión de la diseminación son factores importantes que afectan el tratamiento y el pronóstico.
Los craneofaringiomas son tumores encefálicos infantiles infrecuentes, que se cree que tienen un origen congénito y que se forman a partir de restos ectodérmicos, la hendidura de Rathke u otro epitelio embrionario. A menudo se presentan en la región supraselar con una porción intraselar. Las imágenes por resonancia magnética (IRM) y tomografía computarizada (TC) se utilizan para el diagnóstico de los craneofaringiomas, pero se suele necesitar confirmación histológica antes del tratamiento.
El tratamiento de los pacientes con craneofaringiomas recién diagnosticados puede incluir cirugía, radioterapia, drenaje de quistes y terapias intraquísticas. El abordaje de los pacientes con craneofaringiomas recidivantes depende del tratamiento inicial. Con las estrategias de tratamiento actuales, las tasas de supervivencia a 5 y 10 años alcanzan de un 80 % a un 90 % en los niños de 0 a 14 años.[1]
Los resúmenes del PDQ sobre tratamiento de los tumores encefálicos infantiles se organizan principalmente de acuerdo con la clasificación de tumores del sistema nervioso central (SNC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS).[2,3] Para obtener una descripción completa de la clasificación de los tumores del SNC y un enlace al resumen de tratamiento correspondiente a cada tipo de tumor encefálico, consultar Resumen de la clasificación de los tumores de encéfalo y médula espinal infantiles.
Los craneofaringiomas son relativamente infrecuentes y representan alrededor de un 3 % de todos los tumores intracraneales en a niñez.[1,4,5]
No se han identificado factores predisponentes.
Los craneofaringiomas se presentan en la región supraselar, cerca de la hipófisis, los nervios ópticos y el quiasma óptico (consultar la Figura 2). Esta proximidad suele provocar lesiones en estas estructuras circundantes, debido al tumor y las intervenciones que se usan para tratarlo. Con mayor frecuencia afecta el funcionamiento endocrino y[6-11] algunos pacientes presentan alteraciones neuroendocrinas, como deficiencias de la hormona del crecimiento, la hormona tiroidea y el cortisol. Además, es posible que la proximidad tumoral a los nervios ópticos y el quiasma conlleve compromiso visual.[12][Nivel de evidencia C1]; [7,13-15] Algunos pacientes presentan hidrocefalia obstructiva causada por el crecimiento tumoral dentro del tercer ventrículo. En raras ocasiones, los tumores se extienden a la fosa posterior y en estos casos hay cefalea, diplopía, ataxia y hipoacusia.[16]
Las imágenes por TC y IRM suelen confirmar el diagnóstico de craneofaringioma infantil, en estas imágenes se observan calcificaciones intratumorales, además de componentes sólidos y quísticos en la mayoría de los tumores. No se realiza en forma rutinaria una IRM en el eje raquídeo.
Los craneofaringiomas sin calcificaciones quizás se confundan con otros tipos de tumores, como los tumores de células germinativas, los astrocitomas hipotalámicos o quiasmáticos o la histiocitosis de células de Langerhans. En estos casos se necesita una biopsia o resección para confirmar el diagnóstico.[17]
Además de las pruebas por imágenes, a menudo se hacen pruebas de funcionamiento endocrino y una exploración ocular profesional con evaluación del campo visual.
Independientemente de la modalidad de tratamiento, las tasas de supervivencia general a 5 y 10 años oscilan entre el 80 % y el 90 % en niños de 0 a 14 años.[1,18-21] Las tasas de supervivencia sin complicaciones (SSC) suelen ser más variables, según el tratamiento y las características clínicas del paciente y el tumor. Las tasas de SSC oscilan entre un 23 % para los niños más pequeños y un 65 % para los niños en edad escolar.[22,23]
Los craneofaringiomas son benignos desde el punto de vista histológico y, con frecuencia, se presentan en la región supraselar con una porción intraselar. A veces son invasivos a nivel local y, por lo general, no producen metástasis a partes alejadas del encéfalo.
Los craneofaringiomas se clasifican en la categoría de tumores de la región selar de acuerdo con las entidades que se definen a continuación. Las dos entidades se describieron antes como subtipos de craneofaringioma. Sin embargo, debido a las diferentes poblaciones que tienden a afectar y las distintas características clínicas, histológicas y moleculares que presentan, ahora se consideran entidades independientes.[1]
No hay un sistema de estadificación que se use de manera generalizada para los craneofaringiomas infantiles. Para fines de tratamiento, los pacientes se clasifican según presenten una enfermedad recién diagnosticada o una enfermedad recidivante.
El tratamiento de los craneofaringiomas en pediatría por lo general incluye la máxima resección quirúrgica inocua posible y radioterapia dirigida al tumor residual. Además, se han utilizado terapias intraquísticas como fósforo radiactivo P 32, bleomicina e interferón α. La evidencia indica que los abordajes quirúrgicos conservadores conducen a mejores desenlaces neuroendocrinos y de calidad de vida.[1,2] Asimismo, ahora se empiezan a estudiar terapias dirigidas a medida que se identifica y comprende el comportamiento biológico de los iniciadores moleculares e inflamatorios de estos tumores.
En el Cuadro 1 se describen las opciones de tratamiento para el craneofaringioma infantil recién diagnosticado y recidivante.
Grupo de tratamiento | Opciones de tratamiento |
---|---|
Craneofaringioma infantil recién diagnosticado | Resección completa, con radioterapia o sin esta |
Resección subtotal con radioterapia | |
Drenaje del quiste primario, con radioterapia o sin esta | |
Terapia intraquística | |
Craneofaringioma infantil progresivo o recidivante | Cirugía |
Radioterapia, incluso radiocirugía | |
Terapia intraquística (instilación intracavitaria de fósforo radiactivo P 32 o bleomicina para aquellos con recidivas quísticas, cuando estos fármacos están disponibles) | |
Terapia sistémica y dirigida | |
Observación |
No hay consenso acerca del tratamiento óptimo para los pacientes con un craneofaringioma recién diagnosticado, en parte, debido a la falta de ensayos prospectivos aleatorizados en los que se comparen diferentes opciones de tratamiento. El tratamiento se debe personalizar de acuerdo con los siguientes factores:
Las opciones de tratamiento establecidas para el craneofaringioma infantil recién diagnosticado son las siguientes:
Es posible extirpar todo el tumor visible y lograr un control a largo plazo de la enfermedad.[2-4][Nivel de evidencia C1] Se notificó una tasa de supervivencia sin progresión (SSP) a 5 años de alrededor del 65 %.[5] Las tasas de recidiva notificadas oscilan entre menos de un 10 % y casi un 50 %.[6,7] La resección macroscópica total a menudo implica un gran desafío técnico debido a que el tumor está rodeado por estructuras vitales como los nervios ópticos, el quiasma óptico, la arteria carótida y sus ramificaciones, la hipófisis, el hipotálamo y el tercer par craneal. Estas estructuras restringen la posibilidad de extirpar el tumor completo. Los abordajes quirúrgicos conservadores a menudo se usan para preservar los desenlaces funcionales y de calidad de vida.[8,9][Nivel de evidencia C1]
Se han descrito muchos abordajes quirúrgicos y la elección se determina según el tamaño, la ubicación y la extensión del tumor, además de los signos y síntomas iniciales de la enfermedad del paciente. Las vías de acceso quirúrgico son las siguientes:
Las complicaciones de la resección completa mediante cualquier abordaje quirúrgico son las siguientes:
Si el cirujano indica que el tumor no se extirpó por completo o si las imágenes posoperatorias revelan craneofaringioma residual, a veces se recomienda radioterapia para prevenir la progresión temprana.[19][Nivel de evidencia C2] Para obtener más información, consultar la sección Resección subtotal con radioterapia.
Se realiza vigilancia periódica con imágenes por resonancia magnética durante varios años tras la resección completa debido a la posibilidad de recidiva tumoral.
El objetivo de una cirugía limitada puede ser establecer un diagnóstico, drenar los componentes quísticos del tumor o descomprimir las estructuras anatómicas circundantes. En las resecciones subtotales, por lo general se evita la extirpación del tumor del infundíbulo hipofisario o del hipotálamo para minimizar los efectos tardíos relacionados con la resección completa.[20]
A menudo, se hace la cirugía seguida de radioterapia, ya que la radioterapia puede disminuir el riesgo de recidiva después de una resección subtotal.[21] Con este abordaje, las tasas de SSP a 5 años son de alrededor del 70 % al 90 %,[5,22-25]; [26][Nivel de evidencia C1] y las tasas de supervivencia general a 10 años superan el 90 %, que son similares a las tasas de los pacientes sometidos a una resección macroscópica total.[27,28][Nivel de evidencia C1]; [29][Nivel de evidencia C2]; [29] En la mayoría de los casos, la radioterapia se inicia tan pronto se hace la resección subtotal. Sin embargo, en ciertos casos, como en pacientes jóvenes o en pacientes sin alteraciones neuroendocrinas o visuales, se pueden usar imágenes seriadas para retrasar o evitar la radioterapia durante el mayor tiempo posible.[7,30] El abordaje estándar de la radioterapia implica radiación de haz externo fraccionada, con una dosis recomendada de 50 Gy a 54 Gy, en fracciones de 1,8 Gy, lo que restringe la dosis dirigida al quiasma óptico a 54 Gy.[31-34] Los nuevos métodos de radiación, como la terapia de fotones de intensidad modulada y la radioterapia con haz de protones permiten reducir la dosis de radiación dirigida a partes no comprometidas del encéfalo y evitar el tejido normal.[23,34-36] Se desconoce si estos métodos reducen los efectos tardíos de la radioterapia.[26,34,36,37] Es posible que se observe un aumento transitorio del quiste durante la radioterapia, y que se necesiten imágenes seriadas durante el tratamiento para evaluar los cambios en el quiste y considerar ajustes del campo de radioterapia.[38][Nivel de evidencia C3]
Las complicaciones quirúrgicas de una resección subtotal pueden ser similares, aunque menos probables, a las de una resección completa. Si se usa radioterapia, se deben considerar otras complicaciones, como las siguientes:
En un estudio de fase II de un solo grupo, se incluyeron 94 pacientes (de 12 meses a 21 años de edad) con craneofaringiomas tratados con radioterapia con haz de protones después de una resección quirúrgica personalizada. Este grupo de pacientes se comparó con una cohorte histórica de pacientes que recibieron radioterapia con haz de fotones.[41] Los desenlaces de supervivencia fueron similares en los pacientes que recibieron terapia con protones y los que recibieron terapia con fotones. Las tasas de incidencia acumulada de necrosis, vasculopatía, cambios visuales y complicaciones graves también fueron similares entre los dos grupos de pacientes. Sin embargo, los pacientes tratados con terapia de protones en la cohorte más reciente presentaron mejores desenlaces cognitivos.
En un estudio a largo plazo de 101 niños tratados por craneofaringiomas, se evaluaron los desenlaces visuales, neurocognitivos y endocrinos después de la radioterapia con fotones. La raza y la presencia de una derivación afectaron las puntuaciones iniciales.[42] En los niños con puntuaciones más bajas de coeficiente intelectual (CI) en el momento del diagnóstico, el tratamiento a menudo produjo una reducción del puntaje de CI cerca al límite de discapacidad mental de 70 a 84. Los investigadores demostraron que la edad en el momento del tratamiento (los niños más pequeños tuvieron desenlaces más precarios), la dosis de radiación dirigida a los lóbulos temporales y el hipocampo, y el deterioro visual afectaron de manera significativa el funcionamiento neurocognitivo después de la radioterapia. En este estudio se demostró la importancia de estos factores en el tratamiento y los efectos tardíos del craneofaringioma.
Para los craneofaringiomas predominantemente quísticos, el drenaje estereotáctico del quiste, la inserción de un catéter para facilitar el drenaje o la fenestración del quiste son alternativas terapéuticas adicionales.[7,43] Estos tratamientos suelen seguirse de observación o radioterapia, según las características clínicas y tumorales. Este procedimiento también permite que el cirujano pueda emplear un abordaje que consta de las siguientes dos etapas:[44]
Las terapias intraquísticas incluyen peginterferón α, fósforo radiactivo P 32 (32P) y otros compuestos,[45-47]; [48][Nivel de evidencia B4] e interferón α (que ya no está disponible comercialmente).[49]; [50][Nivel de evidencia C1]; [51][Nivel de evidencia C2] En el pasado también se utilizaba bleomicina.[52]; [53][Nivel de evidencia C2]
En una revisión sistemática de publicaciones, entre 2010 y 2021, sobre el tratamiento de los craneofaringiomas quísticos mediante braquiterapia con radioisótopos, se identificaron 66 pacientes pediátricos (N = 228).[54] Al cabo de un seguimiento mínimo de 5 años, se observaron respuestas parciales y completas en el 89 % de los niños con lesiones puramente quísticas, en comparación con el 58 % de los niños con lesiones quísticas y de otro tipo. Se logró una mejora visual en el 64 % de los pacientes con lesiones puramente quísticas y una mejora endocrina en el 20 % de estos pacientes. La tasa de progresión observada fue del 3 % para los pacientes con lesiones puramente quísticas. Se puede considerar el tratamiento con braquiterapia intraquística, con más frecuencia 32P e itrio Y 90, para pacientes con craneofaringiomas puramente quísticos.
La información en inglés sobre los ensayos clínicos patrocinados por el NCI se encuentra en el portal de Internet del NCI. Para obtener información en inglés sobre ensayos clínicos patrocinados por otras organizaciones, consultar el portal de Internet ClinicalTrials.gov.
En evaluaciones preclínicas contemporáneas se han identificado vías moleculares e inmunitarias activas en el craneofaringioma que podrían ser susceptibles de tratamiento dirigido con fármacos disponibles en el mercado o en investigación. En concreto, se han identificado las vías MAPK y RAF y objetivos inmunitarios e inflamatorios, como los componentes de la vía PD-1 y la IL-6.[7,55-60][Nivel de evidencia C1]
A continuación, se presenta un ejemplo de un ensayo clínico nacional o institucional en curso:
La progresión o recidiva del craneofaringioma varía según el tipo de terapia inicial, pero se notificó que oscila entre un 20 % (pacientes sometidos a resección subtotal y radioterapia) y un 90 % (pacientes sometidos a resección subtotal sin radioterapia).[1-3]
Las opciones de tratamiento para el craneofaringioma infantil recidivante son las siguientes:
El tratamiento inicial determina en gran parte el abordaje que se empleará para el craneofaringioma recidivante. Es difícil reintentar una resección macroscópica total y en estos casos es menos frecuente lograr el control a largo plazo de la enfermedad.[4][Nivel de evidencia C2]; [3] Además, las complicaciones son más frecuentes que cuando sea hace la cirugía inicial.[5][Nivel de evidencia C2]
Si no se empleó antes, la radioterapia de haz externo sigue siendo una opción, incluso es posible considerar una radiocirugía en determinadas circunstancias.[6][Nivel de evidencia C2] La repetición de la irradiación en diferentes formas también es una opción cuando se consideran exposiciones previas a la radiación y efectos tóxicos. Se ha demostrado que la reirradiación es factible para recuperar el control tumoral y aliviar los síntomas.[7][Nivel de evidencia C3] Los tipos de radioterapia varían desde abordajes con radiación conformada estándar hasta terapia con Gamma Knife.[8][Nivel de evidencia C3]
Las recidivas quísticas se pueden tratar con la instilación intracavitaria de diversas sustancias mediante la colocación de un catéter de Ommaya.[9] Estos fármacos incluyen 32P radiactivo u otros compuestos,[10-12]; [13][Nivel de evidencia B4] bleomicina,[14]; [15][Nivel de evidencia C2] o, en el pasado, interferón α (que ya no está disponible comercialmente).[16]; [17][Nivel de evidencia C1]; [18][Nivel de evidencia C2] Estas estrategias han sido útiles en ciertos casos y se ha notificado un riesgo bajo de complicaciones. Sin embargo, ninguno de estos métodos ha demostrado ser eficaz contra las porciones sólidas del tumor.
Aunque no se suele usar terapia sistémica, en una serie pequeña se observó que el uso de peginterferón α-2b subcutáneo para tratar las recidivas quísticas puede producir respuestas duraderas; sin embargo, este fármaco ya no está disponible comercialmente.[19][Nivel de evidencia C2]
Es posible observar de forma segura a algunos pacientes asintomáticos con progresión tumoral mínima (<25 %). Se inicia una intervención cuando aparecen síntomas nuevos o si se identifica un crecimiento tumoral nuevo en las imágenes de seguimiento.[20]
La información en inglés sobre los ensayos clínicos patrocinados por el NCI se encuentra en el portal de Internet del NCI. Para obtener información en inglés sobre ensayos clínicos patrocinados por otras organizaciones, consultar el portal de Internet ClinicalTrials.gov.
En evaluaciones preclínicas contemporáneas se han identificado vías moleculares e inmunitarias activas en el craneofaringioma que podrían ser susceptibles de tratamiento dirigido con fármacos disponibles en el mercado o en investigación. En concreto, se han identificado las vías MAPK y RAF y objetivos inmunitarios e inflamatorios, como los componentes de la vía PD-1 y la IL-6.[21-27][Nivel de evidencia C1]
A continuación, se presentan ejemplos de ensayos clínicos nacionales o institucionales en curso:
Los aspectos de calidad de vida son importantes en los niños con craneofaringiomas y son difíciles de generalizar debido a las diversas modalidades de tratamiento. En una serie de 261 pacientes con craneofaringioma diagnosticado antes de 2000, el compromiso hipotalámico se relacionó con una supervivencia general (SG) más baja, deterioro de la calidad de vida y obesidad grave.[1][Nivel de evidencia C1] En otros estudios en los que se investigó la calidad de vida en cohortes multiinstitucionales grandes se encontró una correlación entre desenlaces de calidad de vida más precarios y variables como una edad más avanzada en el momento del diagnóstico, compromiso hipotalámico, grado de lesión hipotalámica posoperatoria y grado de resección tumoral.[2,3] Independientemente del tratamiento, la mayoría de los pacientes con craneofaringiomas presentan efectos a largo plazo a causa del tumor y su tratamiento.[2-6][Nivel de evidencia B3]
Los efectos tardíos del tratamiento para el craneofaringioma infantil son los siguientes:
Para obtener información sobre la incidencia, el tipo y la vigilancia de los efectos tardíos en los niños y adolescentes sobrevivientes de cáncer, consultar Efectos tardíos del tratamiento anticanceroso en la niñez.
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