Los tumores de encéfalo (encefálicos o cerebrales), representan del 85 % al 90 % de todos los tumores primarios del sistema nervioso central (SNC).[1] Número estimado de casos nuevos y defunciones por tumores de encéfalo y otros tumores del sistema nervioso en los Estados Unidos en 2024:[2]
Según los datos de la base de datos del Surveillance, Epidemiology, and End Results (SEER) Program, de 2016 a 2020, se calculó que la incidencia combinada de tumores de encéfalo y otros tumores del SNC en los Estados Unidos fue de 6,2 por 100 000 personas por año, y la tasa de mortalidad fue de 4,4 muertes por 100 000 personas por año.[3] A escala mundial, se diagnosticaron cerca de 308 102 casos nuevos de tumores de encéfalo y otros tumores del SNC en el año 2020, con un cálculo de 251 329 defunciones.[4]
En general, la incidencia de tumores primarios del SNC es más alta en personas blancas que en personas negras, y la mortalidad es más alta en los hombres que en las mujeres.[3]
Los tumores primarios de encéfalo son los siguientes en orden de frecuencia decreciente:[1]
Los tumores primarios de médula espinal son los siguientes en orden de frecuencia decreciente:
Los tumores primarios de encéfalo casi nunca se diseminan a otras áreas del cuerpo, pero se pueden diseminar a otras partes del encéfalo y el eje raquídeo.
Son pocas las observaciones definitivas sobre las causas ambientales u ocupacionales de los tumores primarios del SNC.[1]
Los siguientes son posibles factores de riesgo de este tipo de tumores:
Los síndromes tumorales familiares y las anomalías cromosómicas que se relacionan con las neoplasias del SNC son las siguientes:[6,7]
El cuadro clínico inicial de varios tumores de encéfalo se entiende mejor al tener en cuenta el origen anatómico de los signos y los síntomas.[1]
Los signos y síntomas generales son los siguientes:
Las convulsiones son el síntoma inicial del cuadro clínico en aproximadamente el 20 % de los pacientes que tienen tumores de encéfalo supratentoriales y es posible que precedan el diagnóstico clínico por meses o años en pacientes con tumores de crecimiento lento. Entre todos los pacientes con tumores de encéfalo, el 70 % de los que tienen tumores primarios parenquimatosos y el 40 % de los que tienen tumores metastásicos presentan convulsiones en algún momento de la evolución clínica.[8]
Para todos los tumores de encéfalo (ya sean primarios, metastásicos, malignos o benignos) se debe establecer el diagnóstico diferencial de otras lesiones compresivas con manifestaciones clínicas parecidas, como abscesos, anomalías arteriovenosas e infartos.[9]
La tomografía computarizada (TC) contrastada y las imágenes por resonancia magnética (IRM) tienen funciones complementarias en el diagnóstico de las neoplasias del SNC.[1,9,10]
La tomografía computarizada por emisión de fotón único (TCEFU) y la tomografía por emisión de positrones (TEP) pueden ser útiles para diferenciar la recidiva tumoral de la necrosis por radiación.[9]
Es fundamental llevar a cabo la confirmación por biopsia a fin de corroborar la presunción diagnóstica de un tumor primario de encéfalo, ya sea antes de la cirugía mediante una biopsia con aguja o en el momento de la resección quirúrgica. La excepción son los casos en los que la evidencia clínica y radiológica señala con claridad la presencia de un tumor benigno, cuyo abordaje puede incorporar vigilancia activa sin biopsia ni tratamiento. En otros casos, los patrones radiológicos son engañosos y se necesita una biopsia confirmatoria para descartar otras causas de lesiones compresivas, como un cáncer metastásico o una infección.
Es posible utilizar técnicas estereotácticas guiadas por TC o IRM para colocar una aguja, de forma inocua y precisa, en casi todos las partes del encéfalo.
Se han identificado varias anomalías genéticas que son factores pronósticos importantes de los gliomas difusos (astrocitoma, oligodendroglioma, glioma mixto y glioblastoma), y estas alteraciones pueden servir de orientación para el tratamiento de los pacientes. Las alteraciones específicas son las siguientes:
Otros factores pronósticos que confieren un pronóstico precario son los siguientes:[11,12]
En un análisis exploratorio de 318 pacientes con glioma de grado bajo tratados con radioterapia sola o quimioterapia con temozolomida sola, una combinación de estos factores pronósticos demostró lo siguiente:[11]
Para obtener más información, consultar la sección Tratamiento de los tumores primarios del sistema nervioso central según el tipo de tumor.
Esta clasificación parte de la clasificación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de los tumores del sistema nervioso central (SNC).[1] El sistema de la OMS incorpora e interrelaciona las características morfológicas, citogenéticas, de genética molecular y los marcadores inmunológicos en un intento por formular una clasificación celular que aplique en forma universal y que sea válida para el pronóstico. Se dejaron de lado los intentos anteriores para crear una clasificación TNM (tumor, ganglio, metástasis) debido a los siguientes motivos:[2]
La clasificación de la OMS de los tumores del SNC establece una escala de grados de malignidad de acuerdo con las características histológicas del tumor.[3] Los grados histológicos son los siguientes:
En el Cuadro 1 se indican los tipos y grados tumorales.[4] No se incluyen los tumores limitados al sistema nervioso periférico. Las características histopatológicas, los métodos de clasificación, la incidencia y lo que se sabe sobre las causas específicas de cada tipo de tumor se describen en detalle en otro lugar.[4,5]
I | II | III | IV | |
---|---|---|---|---|
aReproducción autorizada de Louis, DN, Ohgaki H, Wiestler, OD, Cavenee, WK. World Health Organization Classification of Tumours of the Central Nervous System. IARC, Lyon, 2007. | ||||
Tumores astrocíticos | ||||
Astrocitoma subependimario de células gigantes | X | |||
Astrocitoma pilocítico | X | |||
Astrocitoma pilomixoide | X | |||
Astrocitoma difuso | X | |||
Xantoastrocitoma pleomórfico | X | |||
Astrocitoma anaplásico | X | |||
Glioblastoma | X | |||
Glioblastoma de células gigantes | X | |||
Gliosarcoma | X | |||
Tumores oligodendrogliales | ||||
Oligodendroglioma | X | |||
Oligodendroglioma anaplásico | X | |||
Tumores oligoastrocíticos | ||||
Oligoastrocitoma | X | |||
Oligoastrocitoma anaplásico | X | |||
Tumores ependimarios | ||||
Subependimoma | X | |||
Ependimoma mixopapilar | X | |||
Ependimoma | X | |||
Ependimoma anaplásico | X | |||
Tumores de plexo coroideo | ||||
Papilomas de plexo coroideo | X | |||
Papiloma atípico de plexo coroideo | X | |||
Carcinoma de plexo coroideo | X | |||
Otros tumores neuroepiteliales | ||||
Glioma angiocéntrico | X | |||
Glioma cordoide del tercer ventrículo | X | |||
Tumores neuronales y glioneurales mixtos | ||||
Gangliocitoma | X | |||
Ganglioglioma | X | |||
Ganglioma anaplásico | X | |||
Astrocitoma desmoplásico infantil y ganglioglioma | X | |||
Tumor neuroepitelial disembrioplásico | X | |||
Neurocitoma central | X | |||
Neurocitoma extraventricular | X | |||
Liponeurocitoma cerebeloso | X | |||
Paraganglioma de la médula espinal | X | |||
Tumor glioneuronal papilar | X | |||
Tumor glioneuronal formador de rosetas del cuarto ventrículo | X | |||
Tumores pineales | ||||
Pineocitoma | X | |||
Tumor del parénquima pineal de diferenciación intermedia | X | X | ||
Pineoblastoma | X | |||
Tumor papilar de la región pineal | X | X | ||
Tumores embrionarios | ||||
Meduloblastoma | X | |||
Tumor neuroectodérmico primitivo del SNC | X | |||
Tumor teratoide rabdoide atípico | X | |||
Tumores de los nervios craneales y raquídeos | ||||
Schwannoma | X | |||
Neurofibroma | X | |||
Perineurioma | X | X | X | |
Tumor maligno de vaina de nervio periférico | X | X | X | |
Tumores meníngeos | ||||
Meningioma | X | |||
Meningioma atípico | X | |||
Meningioma anaplásico o maligno | X | |||
Hemangiopericitoma | X | |||
Hemangiopericitoma anaplásico | X | |||
Hemangioblastoma | X | |||
Tumores de la región selar | ||||
Craneofaringioma | X | |||
Tumor de células granulares de la neurohipófisis | X | |||
Pituicitoma | X | |||
Oncocitoma de células fusiformes de la adenohipófisis | X |
Las alteraciones en los genes BRAF, IDH1 e IDH2, y la codeleción genómica 1p/19q son anomalías características en ciertos subtipos de gliomas. La evaluación de la presencia de estas mutaciones contribuye con el diagnóstico y el pronóstico y la presencia de la codeleción 1p/19q predice la respuesta a la quimioterapia.
En los astrocitomas pilocíticos (grado I de la OMS), la duplicación en tándem en 7q34, que lleva a la fusión KIAA1549::BRAF, se encuentra en cerca del 70 % de los astrocitomas pilocíticos.[6-8] En otro 5 % al 9 % de estos tumores, se encuentra una mutación puntual activadora de BRAF (V600E) y, en general, las anomalías de RAF se presentan en casi el 80 % de los astrocitomas pilocíticos.
Se observan mutaciones BRAFV600E (en casi un 60 %) en otras variantes benignas de glioma, como el xantoastrocitoma pleomórfico y el ganglioglioma, mientras que las duplicaciones en tándem de BRAF no se encuentran en estas variantes de gliomas.[9-11]
La mayoría de los gliomas difusos de grados II y III de la OMS (astrocitomas, oligodendrogliomas y oligoastrocitomas) y del 5 % al 10 % de los glioblastomas (grado IV de la OMS) tienen mutaciones puntuales en la posición R132 de (IDH1) o, muy raras veces, en el codón análogo en IDH2 (R172).[12-16] La presencia de una mutación en IDH1 o IDH2 es un factor pronóstico bien establecido. Los pacientes con este tipo de mutaciones tumorales tienen una supervivencia significativamente más prolongada, con independencia del grado de la OMS o el subtipo histológico.
Las deleciones de los cromosomas 1p y 19q ocurren por translocación [17] y son frecuentes en los oligodendrogliomas. La codeleción 1p/19q es un factor pronóstico poderoso que a veces permite predecir la respuesta a la quimioterapia. Para obtener más información, consultar la sección Tratamiento de los oligodendrogliomas anaplásicos.
Estas anomalías genéticas tienen una posible utilidad diagnóstica. La presencia de mutaciones en IDH1 y IDH2 permitiría diferenciar los gliomas difusos de otras variantes de gliomas, que con frecuencia, presentan alteraciones genéticas en BRAF, y de la astrocitosis reactiva benigna.[18] La mayoría (90 %) de las mutaciones de IDH en los gliomas producen una substitución de R132H, que se puede detectar con un anticuerpo monoclonal con sensibilidad y especificidad altas. Una prueba de inmunohistoquímica rápida con el anticuerpo específico para la mutación en IDH1 facilita el análisis diagnóstico.[19]
Otros tumores del SNC se relacionan con patrones característicos de oncogenes alterados, anormalidades en los genes supresores de tumores y anomalías cromosómicas. Los síndromes tumorales familiares con anomalías cromosómicas definidas se relacionan con gliomas.
En esta sección se explican las modalidades generales de tratamiento para los tumores primarios del sistema nervioso central (SNC). Para obtener una descripción de las opciones de tratamiento específicas para cada tipo de tumor, consultar la sección Tratamiento de los tumores primarios del sistema nervioso central según el tipo de tumor.
Las opciones de radioterapia y quimioterapia varían según las características histológicas y la ubicación anatómica del tumor en el SNC. En el caso del glioblastoma, el tratamiento estándar es la modalidad combinada de extirpación, radiación y quimioterapia. Los astrocitomas, oligodendrogliomas y oligoastrocitomas anaplásicos representan solo una proporción pequeña de los gliomas del SNC; por lo tanto, los ensayos clínicos de fase III circunscritos a este tipo de tumores en general no son prácticos. La evolución natural de este tipo de tumores es variable de acuerdo con factores histológicos y moleculares; por lo tanto, las directrices de tratamiento están en evolución. El tratamiento con implantación quirúrgica de obleas de polímero impregnadas con carmustina combinado con radioterapia de haz externo (RHE) posoperatoria tal vez desempeñe una función terapéutica en algunos pacientes con gliomas de grado alto (grados III y IV).[1]
Las opciones de tratamiento para los tumores primarios del sistema nervioso central son las siguientes:
Por lo general, se intenta la resección quirúrgica total o parcial, en la mayoría de los tipos de tumores del SNC y en casi todas las localizaciones, teniendo en cuenta las limitaciones de conservar el funcionamiento neurológico y la salud general del paciente. Esta práctica se fundamenta en la evidencia observacional que indica que la supervivencia es mejor en pacientes sometidos a resección tumoral que en aquellos sometidos a una biopsia cerrada sola.[2,3] No se ha evaluado el beneficio de la resección en ensayos aleatorizados. Es posible que se presente un sesgo de selección en los estudios de observación a pesar de los esfuerzos por ajustar las diferencias de los pacientes con el fin de orientar la decisión de resecar el tumor; por lo tanto la diferencia real entre el desenlace de la cirugía radical y la biopsia sola quizás no sea tan grande como se observó en los estudios retrospectivos.[3]
Una excepción para la resección es el caso de tumores de localización muy profunda como los gliomas de la protuberancia, que se diagnostican por las manifestaciones clínicas y se tratan sin cirugía inicial casi el 50 % de las veces. Sin embargo, en la mayoría de los casos se prefiere el diagnóstico mediante biopsia. La biopsia estereotáctica a veces se emplea para las lesiones que son difíciles de alcanzar y resecar.
Los objetivos principales de la resección quirúrgica son los siguientes:[4]
Casi nunca se pueden resecar por completo los tumores malignos intraparenquimatosos primarios mediante cirugía sola. Por lo tanto, se han creado técnicas intraoperatorias para lograr un equilibrio entre la mayor extirpación posible del tumor en la medida en que sea práctico y la conservación del estado funcional. Por ejemplo, es posible realizar craneotomías y resecciones estereotácticas de los gliomas primarios en pacientes que cooperan mientras están despiertos, con una evaluación en tiempo real del funcionamiento neurológico.[5] Los siguientes son ejemplos de evaluaciones neurológicas intraoperatorias:
Como suele ocurrir con varias operaciones especializadas [7,8] en las que hay relación entre la mortalidad posoperatoria y el número de procedimientos realizados, la mortalidad posoperatoria de los pacientes sometidos a cirugía de tumores primarios de encéfalo quizás esté relacionada con el volumen de casos en el hospital o del cirujano.[9] Un equipo de investigadores utilizó la base de datos sobre alta hospitalaria de la Nationwide Inpatient Sample de los años de 1988 a 2000, que incluyó un 20 % de hospitalizaciones en instituciones no federales de los Estados Unidos, y observó lo siguiente:[9]
Del mismo modo que en cualquier estudio de la relación entre el volumen de casos y los desenlaces, es posible que estos resultados no sean causales a pesar del ajuste por variables múltiples. Esto se debe a factores de confusión residuales como los patrones de derivación, los seguros médicos privados y la elección de los pacientes.
La radioterapia cumple una función importante en el tratamiento de los pacientes con gliomas de grado alto.
Evidencia (radioterapia posoperatoria [RTPO]):
La RHE que utiliza radioterapia conformada tridimensional (RTC-3D) o radioterapia de intensidad modulada (RTIM) se considera una técnica aceptada de administración de radioterapia. Se acostumbra utilizar márgenes de 2 cm a 3 cm en los volúmenes de IRM (potenciada en T1 y con recuperación de la inversión atenuada de fluido [FLAIR]) para configurar el volumen de tratamiento planificado.
El aumento gradual en la dosis mediante radiocirugía no ha mejorado los desenlaces. En un ensayo aleatorizado se probó la radiocirugía como un refuerzo que se añadió a la RHE estándar, pero en el ensayo no se encontró mejora de la supervivencia, la calidad de vida o el patrón de recaídas, en comparación con la RHE sin dicho refuerzo.[12,13]
La braquiterapia se ha utilizado para administrar dosis altas de radiación local dirigida al tumor mientras que se protege el tejido encefálico normal. No obstante, este método es exigente desde el punto de vista técnico y se usa menos debido al advenimiento de la RCT-3D y la RTIM.
Las opciones de tratamiento para pacientes con gliomas de grado bajo (es decir, astrocitoma de grado bajo, oligodendrogliomas y oligoastrocitomas mixtos) no están tan claras como en el caso de los tumores de grado alto e incluyen la observación, la RTPO y la quimioterapia con temozolomida.
Evidencia (RTPO vs. observación):
Evidencia (RTPO versus temozolomida para pacientes con tumores de grado bajo, grado II de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con al menos una característica de riesgo alto):
No se cuenta con ensayos aleatorizados que permitan delimitar la función de repetir la radiación después de la progresión de la enfermedad o la formación de cánceres causados por la radiación. La bibliografía se limita a series de casos retrospectivos pequeñas, lo que dificulta la interpretación.[18] Hay que tener cautela cuando se toma la decisión de repetir la radiación debido al riesgo de alteraciones neurocognitivas y necrosis causada por radiación. Una ventaja de la radiocirugía es que mediante esta se pueden administrar dosis terapéuticas a los tumores recidivantes para los que se necesitaría irradiar de nuevo, con dosis que superan los límites tolerables, al tejido encefálico ya irradiado con anterioridad.
Durante muchos años, la nitrosourea carmustina ([biscloroetilnitrosourea] BCNU) fue el fármaco de quimioterapia estándar que se adicionaba a la cirugía y radioterapia para los gliomas malignos, de acuerdo con un ensayo aleatorizado (RTOG-8302) del Therapy Oncology Group (RTOG).[19][Nivel de evidencia A1] En un metanálisis de datos individuales de pacientes provenientes de 12 ensayos aleatorizados, se confirmó un efecto pequeño en la supervivencia gracias al uso de regímenes quimioterapéuticos con nitrosoureas en los gliomas malignos (CRI combinadode muerte, 0,85; IC 95 %, 0,78–0,91).[20]
En un ensayo multicéntrico grande (NCT00006353) de pacientes con glioblastoma, llevado a cabo por el EORTC-National Cancer Institute of Canada, se informó de una ventaja en la supervivencia cuando se administró la temozolomida en adición a radioterapia.[21,22][Nivel de evidencia A1] A partir de estos resultados, la temozolomida oral reemplazó a BCNU como la quimioterapia sistémica estándar para los gliomas malignos. Para obtener más información, consultar la sección Tratamiento de los glioblastomas.
Los resultados a largo plazo de los ensayos aleatorizados de gliomas de riesgo alto y grado bajo (grado II de la OMS) [23][Nivel de evidencia A1] y de tumores oligodendrogliales anaplásicos (grado III de la OMS) [24,25][Nivel de evidencia A1] mostraron que la adición de quimioterapia con procarbazina, lomustina y vincristina (PCV) a la radioterapia después de una cirugía prolonga la supervivencia. Se debe tener en cuenta la radiación y la quimioterapia con PCV en los pacientes aptos para recibir tratamiento. Para obtener más información, consultar la sección Tratamiento de los tumores primarios del sistema nervioso central según el tipo de tumor.
La idea de administrar dosis altas de quimioterapia, al mismo tiempo que se evita la toxicidad sistémica, es atractiva debido a que la mortalidad de los gliomas malignos casi siempre resulta por la incapacidad para controlar la enfermedad intracraneal y no por las metástasis a distancia. Con este fin se creó una oblea de carmustina biodegradable. Las obleas contienen 3,85 % de carmustina, y se puede implantar hasta 8 obleas en el lecho tumoral durante la resección abierta con el fin de administrar una dosis total de 7,7 mg por oblea (máximo 61,6 mg por paciente) en el transcurso de 2 a 3 semanas.
En 2 ensayos aleatorizados y controlados con placebo sobre este método de administración focalizada de un fármaco, se observó una ventaja para la SG que se relacionó con las obleas de carmustina versus radioterapia sola. En ambos ensayos, el límite superior de edad de los pacientes fue de 65 años.
Evidencia (oblea de carmustina):
La vigilancia activa es adecuada en determinadas circunstancias. Dado el uso creciente de métodos sensibles de neuroimaginología, ha aumentado la detección de los meningiomas asintomáticos de grado bajo; la mayoría exhiben un crecimiento mínimo y a menudo es posible observarlos con inocuidad, mientras se pospone el tratamiento, hasta que crezcan o produzcan síntomas.[30,31]
Se ha utilizado la dexametasona, el manitol y la furosemida para tratar el edema peritumoral de los tumores encefálicos. La administración de anticonvulsivos es obligatoria en los pacientes con convulsiones.[4]
Los pacientes con gliomas del tronco encefálico tienen pronósticos relativamente precarios que se relacionan con las características histológicas (cuando se realizan biopsias), la ubicación y el alcance del tumor. En los estudios, la mediana de supervivencia general de los pacientes osciló entre 44 a 74 semanas.
La opción de tratamiento para los gliomas del tronco encefálico es la siguiente:
Según el grado de anaplasia, los pacientes con astrocitomas pineales tienen pronósticos variables. Los pacientes con tumores de grados más altos tienen pronósticos más precarios.
Las opciones de tratamiento para los tumores astrocíticos pineales son las siguientes:
Este tipo de tumor astrocítico se clasifica como de grado I según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y, a menudo, es curable.
Las opciones de tratamiento para los astrocitomas pilocíticos son las siguientes:
Este tumor astrocítico de grado II de la OMS se cura con menor frecuencia que el astrocitoma pilocítico.
Las opciones de tratamiento para los astrocitomas difusos (grado II de la OMS) son las siguientes:
Hay polémica en cuanto al momento oportuno de la radioterapia después de una cirugía. Para obtener más información, consultar la sección Tumores de grado bajo.
Algunos médicos utilizan la cirugía sola si un paciente presenta factores clínicos que representan un riesgo bajo, como edad menor de 40 años y falta de realce con contraste en una tomografía computarizada.[2]
Evidencia (cirugía seguida de radioterapia y quimioterapia):
El descubrimiento de las mutaciones en IDH1 y IDH2 en los gliomas difusos ha sido de gran ayuda para identificar aquellos pacientes con enfermedad de riesgo alto. En estudios retrospectivos grandes se ha observado que las mutaciones en IDH1 y IDH2 son factores pronósticos independientes decisivos de la mejora en la supervivencia.[5-9] La mayoría de los gliomas de grados II y III de la OMS tienen mutaciones en IDH1 y IDH2,[6,10,11] por lo tanto, la presencia de una mutación en IDH1 y IDH2 se debe incluir en la evaluación de los pacientes de riesgo alto. No se ha presentado la información sobre la correlación molecular del ensayo RTOG 98-02, que podría aclarar cuáles pacientes se benefician más de la adición de PCV.
Los pacientes con astrocitomas anaplásicos (grado III de la OMS) tienen una tasa de curación baja con el tratamiento estándar local.
Las opciones de tratamiento para los astrocitomas anaplásicos son las siguientes:
Un subgrupo de astrocitomas anaplásicos es de gran malignidad; con frecuencia, estos tumores se tratan de la misma forma que los glioblastomas, con cirugía y radiación y, a menudo, con quimioterapia. No obstante, no se ha establecido el tratamiento óptimo para estos tumores. Están en curso 2 ensayos aleatorizados de fase III solo para pacientes con gliomas anaplásicos (NCT00626990 y NCT00887146); aunque la información de eficacia no está disponible. No se conoce si la mejora de la supervivencia de los pacientes con glioblastomas tratados con quimioterapia se puede extrapolar a los pacientes con astrocitomas anaplásicos.
Entre el 50 % y el 70 % de los astrocitomas anaplásicos presentan mutaciones en IDH1 y IDH2 que se relacionan en forma independiente con mejora significativa de la supervivencia.[6,9] La evaluación del estado de mutaciones en IDH1 y IDH2 puede orientar la toma de decisiones sobre las opciones de tratamiento.
Evidencia (cirugía con radioterapia o quimioterapia):
Los pacientes con astrocitomas anaplásicos son aptos para participar en ensayos clínicos diseñados para mejorar el control local mediante la incorporación de modalidades terapéuticas nuevas al tratamiento estándar. Para obtener información sobre ensayos clínicos en curso, consultar el portal de Internet del NCI.
En los pacientes con glioblastoma (grado IV de la OMS), la tasa de curación del tratamiento local estándar es muy baja.
La metilación del promotor del gen de la enzima reparadora del DNA MGMT es un factor pronóstico independiente de la mejora en la supervivencia de pacientes con glioblastoma de diagnóstico reciente.[13,14] La metilación del promotor MGMT y la inactivación concomitante de la actividad de reparación enzimática del DNA también permiten pronosticar la respuesta a la quimioterapia con temozolomida.[13] No obstante, los datos clínicos sobre la función pronóstica de la metilación del promotor de MGMT no son definitivos.
Las opciones de tratamiento para pacientes con glioblastoma recién diagnosticado son las siguientes:
El tratamiento estándar para pacientes con diagnóstico reciente de glioblastoma es cirugía seguida de radioterapia simultánea y temozolomida diaria y, luego, 6 ciclos de temozolomida. La adición de bevacizumab a la radioterapia y temozolomida no mejoró la SG.
Evidencia (cirugía con radioterapia y quimioterapia):
Evidencia (cirugía y quimiorradioterapia con bevacizumab, o sin este):
En 2013, se publicaron los datos definitivos de 2 ensayos aleatorizados de fase III, controlados con placebo, con enmascaramiento doble y multicéntricos de bevacizumab en pacientes con un diagnóstico nuevo de glioblastoma: RTOG 0825 (NCT00884741) y el ensayo auspiciado por Roche, AVAglio (NCT00943826).[17,18][Nivel de evidencia A1] El bevacizumab no mejoró la SG en ningún ensayo.
Se presentó un cruce significativo en ambos ensayos. Alrededor del 40 % de los pacientes de RTOG 0825 y cerca del 30 % de los pacientes de AVAglio recibieron bevacizumab en el momento en que manifestaron el primer indicio de progresión de la enfermedad.
Los 2 ensayos presentaron resultados contradictorios en la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) y los desenlaces neurocognitivos. En las pruebas obligatorias sobre la CVRS del ensayo AVAglio, se encontró que los pacientes tratados con bevacizumab presentaron mejora en la CVRS; pero en las pruebas opcionales del RTOG 0825 los pacientes tratados con bevacizumab presentaron mayor deterioro de la CVRS notificada por el paciente, así como del funcionamiento neurocognitivo. No están claras las razones para estas discrepancias.
Según estos resultados, no hay evidencia definitiva que indique que la adición de bevacizumab al tratamiento estándar beneficie a todos los pacientes con diagnóstico nuevo de glioblastoma. Determinados subgrupos podrían beneficiarse de la adición de bevacizumab, pero esto todavía se desconoce.
Los pacientes con glioblastomas son aptos para participar en ensayos clínicos diseñados para mejorar el control local mediante la inclusión de modalidades terapéuticas nuevas en el tratamiento estándar. Para obtener información sobre ensayos clínicos en curso, consultar el portal de Internet del NCI.
Por lo general, los pacientes que tienen oligodendrogliomas (grado II de la OMS) tienen pronósticos más favorables que los pacientes con astrocitomas difusos. En particular, la supervivencia es mucho más larga en aquellos pacientes que tienen oligodendrogliomas con la codeleción 1p/19q.[3] La mayor parte de los oligodendrogliomas progresan con el tiempo.
Las opciones de tratamiento para los oligodendrogliomas son las siguientes:
Hay polémica sobre el momento apropiado de administrar la radioterapia después de una cirugía. En un estudio (EORTC-22845) de 300 pacientes con gliomas de grado bajo sometidos a cirugía, se asignaron los pacientes al azar a radioterapia o a espera vigilante. No se observó diferencia en la SG entre los 2 grupos.[1][Nivel de evidencia A1] Para obtener más información, consultar la sección Tumores de grado bajo.
Para los tumores de grado bajo (grado II de la OMS) considerados de riesgo alto, se recomienda la opción de radioterapia seguida por 6 ciclos de quimioterapia PCV a partir de los resultados del seguimiento a largo plazo de RTOG-9802, un ensayo aleatorizado de gliomas de grado bajo y riesgo alto.[3][Nivel de evidencia A1] Cabe destacar que en el RTOG-9802 se inscribieron pacientes con una variedad de tumores, entre ellos, astrocitomas, oligodendrogliomas y oligoastrocitomas mixtos. En un análisis de subgrupos retrospectivo la adición de PCV solo benefició a los pacientes con tumores oligodendrogliales.[4] Para obtener más información, consultar la sección Tratamiento de los astrocitomas difusos.
El descubrimiento de las mutaciones en IDH1 e IDH2, que son factores pronósticos independientes de mejora significativa en la supervivencia en los casos de gliomas difusos, ha ayudado mucho a identificar pacientes con enfermedad de riesgo alto. Para obtener más información, consultar la sección Tratamiento de los astrocitomas difusos. Además, una proporción alta de los oligodendrogliomas de grado II de la OMS presentan la codeleción 1p/19q, que es un factor pronóstico decisivo de mejora en la supervivencia.[19-21] Por lo tanto, la presencia de una mutación en IDH1 y IDH2 y la codeleción 1p/19q se deben incluir en la evaluación del riesgo alto. No se ha presentado la información sobre la correlación molecular del ensayo RTOG-9802, esta podría aclarar cuáles pacientes se benefician más de la adición de PCV.
Los pacientes con oligodendrogliomas anaplásicos (grado III de la OMS) tienen una tasa de curación baja con el tratamiento estándar local, pero, por lo general, su pronóstico es mejor que el de los pacientes con astrocitomas anaplásicos. El pronóstico es mejor, de modo particular, en los pacientes con la codeleción 1p/19q, la cual se presenta en la mayoría de estos tumores. Están en curso 2 ensayos aleatorizados de fase III solo para pacientes con gliomas anaplásicos (NCT00626990 y NCT00887146); aunque, la información de eficacia todavía no está disponible. Para obtener más información, consultar la sección Tratamiento de los astrocitomas anaplásicos. Estos pacientes son aptos para participar en ensayos clínicos diseñados para mejorar el control local mediante la inclusión de modalidades terapéuticas nuevas.
Para obtener información sobre ensayos clínicos en curso, consultar el portal de Internet del NCI.
La opción de tratamiento para los oligodendrogliomas anaplásicos es la siguiente:
Evidencia (cirugía seguida de radioterapia con quimioterapia, o sin esta):
A partir de estos datos, el estudio CODEL (NCT00887146) se canceló de manera anticipada. En este estudio los pacientes se asignaron al azar para recibir radioterapia sola (grupo de control), radioterapia con temozolomida y temozolomida sola (grupo exploratorio), porque la radioterapia sola dejó de considerarse un tratamiento adecuado para los pacientes con oligodendrogliomas anaplásicos y la codeleción 1p/19q.[25] No se ha comparado la temozolomida con la quimioterapia PCV para los oligodendrogliomas anaplásicos, aunque en el contexto de los gliomas anaplásicos de grado III no se observó diferencia en la supervivencia entre la quimioterapia PCV y la temozolomida.[12,26]
No se sabe si la combinación de radiación y quimioterapia produce mejores desenlaces que la modalidad de tratamiento secuencial.
Una proporción alta de los oligodendrogliomas anaplásicos presenta mutaciones en IDH1 y IDH2 y la codeleción 1p/19q; ambos son factores pronósticos decisivos de mejora de la supervivencia. Para obtener más información, consultar la sección Tratamiento de los astrocitomas difusos.[23,24] Además, en el análisis retrospectivo de los ensayos de fase III descritos antes, se observó que la quimioterapia PCV permite pronosticar desenlaces. Por lo tanto, la evaluación de estos marcadores moleculares puede facilitar las decisiones de tratamiento en pacientes con oligodendrogliomas anaplásicos.
Los pacientes con tumores neurogliales mixtos, como oligoastrocitomas (grado II de la OMS) y oligoastrocitomas anaplásicos (grado III de la OMS), tienen un pronóstico muy variable que depende del estado de los genes IDH1 y IDH2 y de los cromosomas 1p/19q.[27-29] Por lo tanto, el tratamiento óptimo para estos tumores como grupo es incierto. A menudo, se tratan en forma semejante a los tumores astrocíticos porque un subgrupo de estos tumores tiene desenlaces parecidos a los tumores astrocíticos de grado III de la OMS o los glioblastomas de grado IV de la OMS. Se deben hacer pruebas con estos marcadores moleculares que tienen importancia pronóstica bien establecida, lo cual puede facilitar la orientación de la evaluación del riesgo y el tratamiento subsiguiente.
La opción de tratamiento para los gliomas mixtos es la siguiente:
Para obtener más información sobre los tumores astrocíticos, consultar la sección Tratamiento de los tumores astrocíticos.
Es frecuente que se logre la curación de los tumores ependimarios (grado I de la OMS) y ependimomas (grado II de la OMS), es decir, subependimomas y ependimomas mixopapilares.
Las opciones de tratamiento para los tumores ependimarios de grados I y II son las siguientes:
Los pacientes con ependimomas anaplásicos (grado III de la OMS) tienen un pronóstico variable que depende de la localización y el alcance de la enfermedad. A menudo, aunque no siempre, los pacientes con ependimomas anaplásicos tienen pronósticos más precarios que aquellos con tumores ependimarios de grado bajo.
La opción de tratamiento para los ependimomas anaplásicos es la siguiente:
El meduloblastoma se produce principalmente en niños, pero puede presentarse en adultos.[31] Para obtener más información, consultar Tratamiento del meduloblastoma y otros tumores embrionarios del sistema nervioso central infantil.
Las opciones de tratamiento para los meduloblastomas son las siguientes:
Los pineocitomas (grado II de la OMS), los pineoblastomas (grado IV de la OMS) y los tumores de parénquima pineal de diferenciación intermedia son tumores diversos que necesitan de consideraciones especiales. Los pineocitomas son tumores de crecimiento lento con pronóstico variable.
Los pineoblastomas crecen más rápido y los pacientes con estos tumores tienen pronósticos más precarios. Los tumores de parénquima pineal con diferenciación intermedia presentan crecimiento y comportamiento clínico impredecibles.
Las opciones de tratamiento para los tumores de parénquima pineal son las siguientes:
Por lo general, los meningiomas de grado I de la OMS son curables cuando se pueden resecar. Dado el uso creciente de métodos sensibles de neuroimaginología, ha aumentado la detección de los meningiomas asintomáticos de grado bajo. La mayoría exhiben un crecimiento mínimo y a menudo es posible observarlos con inocuidad, mientras se pospone el tratamiento, hasta que crezcan o produzcan síntomas.[33,34]
Las opciones de tratamiento para los tumores meníngeos son las siguientes:
El pronóstico es más precario para los pacientes con meningiomas de grado II de la OMS (atípico, de células claras y cordoide), meningiomas de grado III de la OMS (anaplásico/maligno, rabdoide y papilar) y hemangiopericitomas, que el pronóstico de pacientes con meningiomas de grado bajo debido a que es menos frecuente que sea posible la resección total, y la capacidad de proliferación es mayor.
La opción de tratamiento para los meningiomas de grados II y III y los hemangiopericitomas es la siguiente:
El pronóstico y tratamiento de los pacientes con tumores de células germinativas (que incluye a germinomas, carcinomas embrionarios, coriocarcinomas y teratomas) depende de las características histológicas del tumor, la ubicación del mismo, la presencia y cantidad de marcadores biológicos, así como la factibilidad de la resección quirúrgica.
Es frecuente que los craneofaringiomas (grado I de la OMS) sean curables.
Las opciones de tratamiento para los craneofaringiomas son las siguientes:
Los pacientes con tumores del sistema nervioso central (SNC) que casi nunca son curables o que son irresecables deben considerar la participación en ensayos clínicos. Para obtener información sobre ensayos clínicos en curso, consultar el portal de Internet del NCI.
La radiación de partículas pesadas, como el tratamiento con haz de protones, tiene la ventaja teórica de administrar dosis altas de radiación ionizante al lecho tumoral, mientras que evita el tejido encefálico circundante. Los datos de esta técnica en investigación son preliminares y no están disponibles en forma generalizada.
Las terapias biológicas nuevas en evaluación clínica para pacientes con tumores del sistema nervioso central son las siguientes:[36]
Realizar una búsqueda avanzada en inglés de los ensayos clínicos sobre cáncer auspiciados por el NCI que ahora aceptan pacientes. La búsqueda se puede simplificar por ubicación del ensayo, tipo de tratamiento, nombre del fármaco y otros criterios. También se dispone de información general sobre los ensayos clínicos.
La cirugía y radioterapia son las modalidades principales de tratamiento utilizadas para los tumores de la médula espinal; las opciones terapéuticas varían de acuerdo con las características histológicas del tumor.[1] La experiencia en cuanto a la quimioterapia para los tumores primarios de la médula espinal es limitada; no se cuenta con informes de ensayos clínicos controlados para este tipo de tumores.[1,2] La quimioterapia se indica en la mayoría de los pacientes con tumores primarios o metastásicos con compromiso leptomeníngeo y prueba citológica positiva en el líquido cefalorraquídeo.[1] La mayoría de los pacientes necesita tratamiento con corticoesteroides, en especial, si reciben radioterapia.
Los pacientes con tumores del eje raquídeo que casi nunca son curables o que son irresecables deben considerar la participación en ensayos clínicos. Para obtener información sobre ensayos clínicos en curso, consultar el portal de Internet del NCI.
Las metástasis encefálicas superan a las neoplasias primarias en una relación de por lo menos 10 a 1, y se presentan en un 20 % a un 40 % de los pacientes con cáncer, con una mediana de supervivencia que, por lo general, es de menos de 6 meses.[1] Se desconoce la incidencia exacta porque no hay un registro nacional de cáncer que documente metástasis encefálicas, pero se calculó que se diagnostican cada año entre 98 000 y 170 000 casos nuevos en los Estados Unidos.[2,3] Esta cifra quizás está en aumento a raíz de la capacidad de las imágenes por resonancia magnética (IRM) para detectar metástasis pequeñas y por la disponibilidad de mejores tratamientos sistémicos que aumentan la supervivencia.[1,2]
Los tumores primarios que con mayor frecuencia producen metástasis encefálicas y el porcentaje de pacientes afectados se presentan a continuación:[1,2]
El 80 % de las metástasis encefálicas están en los hemisferios cerebrales, el 15 % en el cerebelo y el 5 % en el tronco encefálico.[2] Las metástasis encefálicas son múltiples en más del 70 % de los casos, pero también se presentan metástasis únicas.[1]
Los cánceres de la región nasofaríngea pueden causar compromiso encefálico por extensión directa a lo largo de los nervios craneales o por los orificios de la base del cráneo. Las metástasis durales dan cuenta de hasta el 9 % del total de las metástasis encefálicas.
El diagnóstico de las metástasis encefálicas en los pacientes con cáncer se fundamenta en los siguientes aspectos:
Los pacientes describen cualquiera de las siguientes manifestaciones:
A menudo, los familiares o amigos observan las siguientes manifestaciones:
En el examen físico se pueden encontrar manifestaciones neurológicas objetivas o solo cambios cognitivos leves. La presencia de lesiones múltiples y la predisposición del tumor primario a causar metástasis quizás sea suficiente para establecer el diagnóstico de metástasis encefálicas.
No se debe asumir que una lesión en el encéfalo es una metástasis solo porque un paciente ha tenido cáncer; dicha suposición puede llevar a que se pase por alto el tratamiento adecuado para un tumor curable.
Las imágenes obtenidas por tomografía computarizada con contraste o IRM con gadolinio son muy sensibles para el diagnóstico de metástasis. La tomografía por emisión de positrones y la evaluación espectroscópica son estrategias nuevas para diagnosticar las metástasis cerebrales y diferenciarlas de otras lesiones intracraneales.[4]
Cuando hay una lesión única o se duda de la relación con un tumor primario, puede que se necesite una biopsia de encéfalo (mediante resección o biopsia estereotáctica).
El tratamiento óptimo para los pacientes con metástasis encefálicas está en constante evolución.[1,2,5] Las siguientes opciones se utilizan en el tratamiento de los tumores metastásicos encefálicos:
Debido a que la mayor parte de las metástasis encefálicas son múltiples, tradicionalmente el tratamiento de elección ha sido la radioterapia total del encéfalo (RTTC). No obstante, la radiocirugía estereotáctica cada vez se usa más. Todavía queda por determinarse la función de la radiocirugía. Se evaluó la radiocirugía estereotáctica en combinación RTTC.
La cirugía está indicada cuando se necesita obtener tejido de una metástasis de un tumor primario desconocido o para descomprimir una lesión dominante sintomática que esté causando un efecto de masa importante.
Por lo general, la quimioterapia no es el tratamiento inicial para la mayor parte de los pacientes; no obstante, puede cumplir una función en el tratamiento de pacientes con metástasis encefálicas de tumores quimiosensibles e incluso puede ser curativa al combinarla con radiación en los tumores metastásicos de células germinativas de testículo.[1,6] La quimioterapia intratecal también se utiliza para la diseminación meníngea de los tumores metastásicos.
Entre el 10 % y el 15 % de los pacientes con cáncer presentarán una metástasis encefálica única. La radioterapia es el componente principal de la paliación en estos pacientes. El alcance de la enfermedad extracraneal puede influir en el tratamiento de las lesiones encefálicas. Cuando hay enfermedad sistémica activa y extensa, la cirugía ofrece poco beneficio en cuanto a la supervivencia general (SG). En pacientes con enfermedad extracraneal mínima y estable, es posible considerar una modalidad de tratamiento combinado de resección quirúrgica seguida de radioterapia. Sin embargo, la bibliografía publicada no ofrece una orientación clara.
Las opciones de tratamiento para pacientes con 1 a 4 metástasis son las siguientes:
Evidencia (tratamiento de 1 a 4 metástasis):
El Data and Safety Monitoring Board suspendió un estudio debido a desenlaces más precarios en el grupo de RTTC. Este estudio tenía como criterio principal de valoración el aprendizaje y la neurocognición medidos con una prueba estandarizada de memoria total.[16][Nivel de evidencia B1]
Teniendo en cuenta este conjunto de información, las opciones terapéuticas razonables abarcan el tratamiento focal con RTTC o el tratamiento focal solo con un seguimiento minucioso mediante IRM seriada y tratamiento de rescate cuando haya indicación clínica. Debe hablarse con el paciente sobre los pros y contras de cada método.
Se llevaron a cabo varios ensayos aleatorizados cuyo diseño incluyó diversos criterios principales de valoración con el fin de evaluar si se necesita RTTC después del tratamiento focal. Estos resultados se resumen a continuación:[16-18]
La carcinomatosis leptomeníngea (CL) se presenta en cerca del 5 % de todos los pacientes con cáncer. Los tipos más comunes de cáncer que se diseminan a las leptomeninges son los siguientes:
El diagnóstico incluye una combinación de imágenes del eje neuroespinal y prueba citológica del líquido cefalorraquídeo (LCR). La mediana de SG oscila entre 10 y 12 semanas.
El tratamiento de la CL incluye las siguientes opciones:
En una serie de 149 pacientes con carcinoma metastásico de pulmón de células no pequeñas, se encontró que los factores pronósticos de supervivencia significativamente más corta fueron los siguientes: CL comprobada mediante prueba citológica, estado funcional precario, concentraciones elevadas de proteínas en el LCR y un número inicial alto de glóbulos blancos en el LCR.[19] Los pacientes recibieron tratamiento activo que incluyó quimioterapia intratecal, RTTC o inhibidores de la tirosina–cinasa del receptor del factor de crecimiento epidérmico, o fueron sometidos a un procedimiento de derivación ventriculoperitoneal.
En una serie retrospectiva de 38 pacientes con cáncer de mama metastásico y CL, la proporción de casos de CL varió según el subtipo de cáncer de mama, de la siguiente manera:[20]
Los pacientes con cáncer de mama triple negativo presentaron un intervalo más corto entre el diagnóstico de cáncer de mama metastásico y la presentación de CL. La mediana de supervivencia no fue diferente entre los subtipos de cáncer de mama. En informes de casos también se consideró administrar por vía intratecal trastuzumab en pacientes con CL positiva para HER2.[21]
Los pacientes con tumores recidivantes del sistema nervioso central casi nunca se pueden curar deben considerar la participación en ensayos clínicos. Para obtener información sobre ensayos clínicos en curso, consultar el portal de Internet del NCI.
Las opciones de tratamiento para los tumores recidivantes del SNC son las siguientes:
Se investigó el uso de obleas de carmustina para el tratamiento de los gliomas malignos recidivantes, pero el efecto sobre la supervivencia es menos claro que en el momento del diagnóstico y resección iniciales.
Evidencia (quimioterapia localizada):
El tratamiento sistémico (por ejemplo, temozolomida, lomustina o la combinación de procarbazina, una nitrosourea y vincristina (PCV) en pacientes que no recibieron estos fármacos antes) se ha utilizado en el momento de la recidiva de tumores primarios malignos de encéfalo. Sin embargo, este enfoque no se ha sometido a pruebas en estudios controlados. Los factores relacionados con la selección de los pacientes probablemente cumplen una función importante para determinar los desenlaces, por lo tanto, no está claro el efecto del tratamiento sobre la supervivencia.
En 2009, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) concedió la aprobación acelerada de la monoterapia con bevacizumab para pacientes con glioblastoma progresivo. Esta indicación fue concedida mediante el programa de aprobación acelerada de la FDA que permite utilizar determinados criterios de valoración indirectos o un efecto sobre un criterio de valoración clínico diferente a la supervivencia o la morbilidad irreversible, como fundamentos para la aprobación de productos destinados a enfermedades o afecciones graves o potencialmente mortales.
La aprobación se fundamentó en la manifestación de una mejora en las tasas de respuesta objetiva observadas en 2 ensayos de un solo grupo con controles históricos o de ensayos de fase II no comparativos.[3,4][Nivel de evidencia C3] A partir de estos datos y de la aprobación de la FDA, el bevacizumab en monoterapia se convirtió en el tratamiento estándar del glioblastoma recidivante.
Evidencia (tratamiento antiangiogénico):
No se cuenta con datos de ensayos aleatorizados, prospectivos y controlados que demuestren mejoras en los desenlaces de salud, como en los síntomas relacionados con la enfermedad o el aumento de la supervivencia por el uso de bevacizumab en el tratamiento del glioblastoma.
Debido a que no hay ensayos aleatorizados, no se ha determinado con claridad la función de repetir la radiación después de que progresa la enfermedad ni tampoco si se presenta cáncer inducido por radiación. La interpretación es difícil porque la bibliografía se limita a series de casos retrospectivas pequeñas.[5] Hay que tener cautela cuando se toman decisiones debido al riesgo de alteraciones neurocognitivas y necrosis causada por radiación.
Para algunos pacientes, una nueva resección de un tumor recidivante del SNC es una opción. No obstante, la mayoría de los pacientes no son aptos debido al deterioro de la afección o porque los tumores son técnicamente inoperables. La evidencia se limita a estudios no controlados y series de casos de pacientes que están lo suficientemente sanos o que tienen tumores bastante pequeños para que técnicamente se les pueda someter a citorreducción. Se desconoce el efecto de una cirugía nueva sobre la supervivencia versus la selección de pacientes.
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Información general sobre los tumores del sistema nervioso central en adultos
Se actualizaron las estadísticas con el número estimado de casos nuevos y defunciones para 2024 (se citó a la American Cancer Society como referencia 2).
Se actualizó el texto sobre las tasas de incidencia y mortalidad.
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