La leucemia mieloide aguda (LMA) también se conoce como leucemia mielógena aguda y leucemia no linfocítica aguda.
Número estimado de casos nuevos y defunciones por LMA en los Estados Unidos para 2024:[1]
A partir de datos del Surveillance, Epidemiology, and End Results (SEER) Program, de 2013 a 2019, el 31,7 % de los pacientes con LMA seguían vivos 5 años después del diagnóstico.[2]
La LMA es un grupo heterogéneo de neoplasias hemáticas que son resultado de la expansión clonal de precursores hematopoyéticos mieloides en la médula ósea. No solo se observa la circulación de células leucémicas (también llamadas blastocitos) en la sangre periférica, sino que también son comunes la granulocitopenia, la anemia y la trombocitopenia porque la proliferación de células leucémicas interfiere con la hematopoyesis normal.[3]
El diagnóstico de LMA es infrecuente antes de los 45 años de edad; la mediana de edad en el momento del diagnóstico es de 69 años.[2] Los pacientes quizás exhiban los siguientes síntomas durante el cuadro clínico inicial:
La disminución en la producción de glóbulos sanguíneos normales debido a la infiltración leucémica de la médula ósea también da lugar a otros síntomas y complicaciones. Con menos frecuencia, los pacientes presentan signos o síntomas relacionados con la acumulación de células leucémicas en ciertas ubicaciones anatómicas, como el compromiso del sistema nervioso central (SNC), el compromiso testicular, o la presencia de un sarcoma mieloide (también llamado cloroma). Los síntomas de la leucemia aguda suelen surgir en un periodo de 4 a 6 semanas antes del diagnóstico.[3]
La diferenciación de la LMA de otras formas de leucemia, en particular la leucemia mieloide crónica y la leucemia linfocítica aguda, tiene implicaciones terapéuticas fundamentales. La herramienta principal para determinar el diagnóstico es la citometría de flujo con el fin de evaluar los antígenos de superficie en las células leucémicas. Un simple estudio morfológico no es adecuado para determinar el linaje y, como mínimo, se necesitan tinciones histoquímicas especiales. Si bien es posible establecer el diagnóstico mediante la evaluación de la sangre periférica, se emplea una biopsia de la médula ósea para evaluar las características morfológicas y los marcadores de superficie celular, y también permite obtener material para el análisis citogenético y molecular. Se necesita un recuento de blastocitos en la sangre periférica o la médula ósea del 20 % o más para establecer el diagnóstico, excepto en los casos con ciertas anomalías cromosómicas (es decir, t(15;17), t(8;21), inv(16) o t(16;16)).[4]
Los adelantos en el tratamiento de la LMA han dado lugar a mejoras importantes en las tasas de remisión completa (RC).[2] La intensidad del tratamiento deberá ser suficiente para lograr una RC, puesto que la remisión parcial no ofrece beneficios importantes de supervivencia. Se anticipa que alrededor del 60 % al 70 % de los adultos con LMA logren un estado de RC después de la terapia de inducción apropiada. Se proyecta que más del 25 % de los adultos con LMA (cerca del 45 % de los que logran una RC) sobrevivirán 3 años o más, y es posible que se curen.
Cerca de la mitad de los pacientes con LMA albergan anomalías cromosómicas; por ello, el análisis citogenético convencional sigue siendo obligatorio durante la evaluación de una presunta LMA.[5,6] El uso sistemático de las pruebas diagnósticas moleculares, la identificación de mutaciones somáticas recurrentes en NPM1, FLT3, CEPBA y RUNX1, entre otros genes, se ha vuelto una parte rutinaria para determinar el pronóstico. Los análisis citogenéticos y moleculares proporcionan la información más sólida para el pronóstico, lo que permite anticipar el desenlace después de la inducción a la remisión y la terapia posremisión.[7] Se ha combinado la información citogenética y molecular para formar grupos pronósticos específicos.
Otros factores de pronóstico adverso de la LMA son los siguientes:
El riesgo de cualquier efecto a largo plazo depende del tipo y la dosis del tratamiento, y de la edad a la que el paciente recibió tratamiento.
En un estudio de 30 pacientes con LMA en remisión durante por lo menos 10 años, se observó una incidencia del 13 % de neoplasias malignas secundarias.[8] De 31 mujeres sobrevivientes a largo plazo de LMA o leucemia linfoblástica aguda (LLA) diagnosticadas antes de los 40 años, 26 mujeres recuperaron la menstruación normal después del tratamiento. Entre 36 hijos nacidos con vida de sobrevivientes de leucemia, 2 presentaron problemas congénitos.[8]
La mayoría de los pacientes con LMA que se someten a tratamiento intensivo reciben una antraciclina. Las antraciclinas se han vinculado con un mayor riesgo de insuficiencia cardíaca congestiva (ICC).[9] La cardiotoxicidad de las antraciclinas depende de la dosis. En un estudio, la ICC relacionada con la doxorrubicina fue del 5 % con una dosis acumulada de por vida de 400 mg/m2, hasta alcanzar el 26 % con una dosis acumulada de 550 mg/m2.[10] En muchos casos, la insuficiencia cardíaca se manifiesta como un efecto tardío.[11] En un análisis de niños que recibieron tratamiento por una leucemia aguda, la incidencia acumulada de ICC a 10 años fue del 1,7 % en los casos de LLA y del 7,5 % en los casos de LMA.[12]
Los pacientes que reciben un trasplante alogénico de células madre hematopoyéticas a veces presentan múltiples efectos secundarios a largo plazo o efectos tardíos a causa de la quimioterapia y la radiación de dosis altas y como un efecto de la enfermedad de injerto contra huésped crónica y la inmunodepresión. Estos efectos secundarios quizás incluyan fatiga crónica, disfunción tiroidea y gonadal, infertilidad, infección crónica, enfermedad coronaria acelerada, osteopenia, cataratas, sobrecarga de hierro, resultados psicológicos adversos, además de segundos cánceres.[13-15]
En el Bone Marrow Transplant Survivor Study, los sobrevivientes de trasplante de células hematopoyéticas presentaron envejecimiento acelerado y una probabilidad 8,4 veces mayor de fragilidad en comparación con sus hermanos (intervalo de confianza [IC] 95 %, 2,0−34,5; (P = 0,003). En un análisis multivariante, la fragilidad se vinculó con un aumento de 2,76 veces del riesgo de muerte en comparación con un estado sin fragilidad (IC 95 %, 1,7−4,4; P < 0,001).[16]
Un grupo de patólogos y de médicos, patrocinados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), revisó la clasificación de la leucemia mieloide aguda (LMA).[1] Si bien se conservaron elementos de la clasificación del grupo cooperativo French-American-British (FAB) (es decir, características morfológicas, inmunofenotípicas, citogenéticas y clínicas),[2,3] la clasificación de la OMS incorpora las características morfológicas, citogenéticas y genético-moleculares, además de los marcadores inmunológicos, y los interrelaciona, lo que conforma una clasificación de aplicación universal, con repercusiones pronósticas y terapéuticas.[1,3,4] Cada criterio repercute sobre el pronóstico y el tratamiento pero, para fines prácticos, el tratamiento antileucémico inicial es similar para todos los subtipos.
En 2001, la OMS propuso un sistema de clasificación nuevo en el que incorporó información citogenética útil para el diagnóstico, que se correlaciona de forma más confiable con el desenlace. En este sistema de clasificación, también se disminuyó de un 30 % a un 20 % el porcentaje de blastocitos leucémicos en la médula ósea exigido para el diagnóstico de la LMA. Además, se introdujo una aclaración de manera que los pacientes con anomalías citogenéticas recurrentes no necesitan cumplir el requisito de blastocitos para determinar el diagnóstico de LMA.[5-7]
En 2008, la OMS aumentó el número de anomalías citogenéticas vinculadas con la clasificación de LMA y, por primera vez, incluyó mutaciones génicas específicas (CEBPA y NPM) en su sistema de clasificación.[5,8] Con el agregado de estas mutaciones génicas, la subclasificación FAB ya no suministraba información pronóstica para los pacientes con diagnóstico de LMA, sin otra indicación (SAI).[9]
En 2016, se revisó la clasificación de la OMS para incluir más información sobre los biomarcadores de leucemia relevantes para el diagnóstico, pronóstico y tratamiento de la leucemia.[10] A medida que surjan nuevas tecnologías que apunten a la clasificación genética, epigenética, proteómica e inmunofenotípica, la clasificación de la LMA seguirá evolucionando, y proporcionará pautas esclarecedoras del pronóstico y las características biológicas a médicos e investigadores.
La leucemia mieloide aguda (LMA) con anomalías genéticas bien definidas se caracteriza por anomalías genéticas recurrentes.[10] Las anomalías cromosómicas identificadas con mayor frecuencia son las translocaciones recíprocas t(8;21), inv(16) o t(16:16), t(15;17), y las translocaciones que afectan el sitio de ruptura 11q23. Estos reordenamientos cromosómicos estructurales producen genes de fusión que codifican proteínas quiméricas, que en ocasiones contribuyen al inicio o progresión de la leucemogénesis. Muchas de estas translocaciones se detectan por reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscripción (RT–PCR) o hibridación fluorescente in situ (FISH), cuya sensibilidad es superior a la de los análisis citogenéticos en metafase. Otras anomalías citogenéticas recurrentes son menos comunes.
Las plataformas de diagnóstico molecular como la secuenciación de última generación, junto con la RT–PCR, se usan para identificar anomalías moleculares recurrentes en la LMA, lo que ayuda a refinar más las categorías diagnósticas en el sistema de clasificación de la OMS de 2016.[10]
Leucemia mieloide aguda con t(8;21)(q22;q22), RUNX1-RUNX1T1
La translocación t(8;21)(q22;q22) es una de las anomalías cromosómicas más comunes en la LMA, y se presenta en el 5 % al 12 % de los casos.[11] Es posible que ocurran sarcomas mieloides (cloromas) y quizás se relacionen con un porcentaje de blastocitos en la médula ósea inferior al 20 %.
Las características morfológicas comunes son las siguientes:
En pocas ocasiones, la LMA con esta translocación se manifiesta con un porcentaje de blastocitos en la médula ósea inferior al 20 %.[5] La LMA con t(8;21), además de inv(16)(p13;q22) o t(16;16)(p13;q22), conforma una categoría conocida como LMA con factor de unión nuclear. Esta categoría de LMA se vincula con supervivencia a largo plazo cuando se administran dosis altas de citarabina.[12-15]
La translocación t(8;21)(q22;q22) afecta el gen RUNX1, que codifica CBFα, y el gen RUNX1T1 (8;21).[5,16] El transcrito de fusión RUNX1::RUNX1T1 se detecta en forma constante en pacientes de LMA con t(8;21). Esta translocación se suele relacionar con una buena respuesta a la quimioterapia, una tasa alta de remisión completa (RC) y supervivencia a largo plazo cuando se administran dosis altas de citarabina en la fase de posremisión, como se demostró en los ensayos Cancer and Leukemia Group B (CLB-9022 y CLB-8525).[12-15] A menudo hay otras anomalías cromosómicas; por ejemplo, pérdida de un cromosoma sexual y del(9)(q22). La leucocitosis (es decir, recuento de glóbulos blancos >25 x 109/l) se vincula con un desenlace precario,[17] así como la presencia de una mutación en KIT.[18]
Leucemia mieloide aguda con inv(16)(p13.1;q22) o t(16;16)(p13.1;q22), CBFB::MYH11
La anomalía inv(16)(p13;q22) o la translocación t(16;16)(p13;q22) se encuentran en el 10 % al 12 % de todos los casos de LMA, sobre todo en los pacientes más jóvenes.[5,19] A veces, se observan sarcomas mieloides en el momento del diagnóstico inicial o de la recaída.
Las características morfológicas comunes son las siguientes:
De la misma manera como se observa en casos infrecuentes de LMA con t(8;21), el porcentaje de blastocitos en la médula ósea en este tipo de LMA a veces es inferior al 20 %.
Tanto la inv(16)(p13;q22) como la t(16;16)(p13;q22) producen la fusión del gen CBFB en 16q22 con el gen del músculo liso MYH11 en 16p13, lo que forma el gen de fusión CBFB::MYH11.[11] Algunas veces, es necesario el uso de los métodos de FISH y RT–PCR para documentar este gen de fusión porque su presencia no siempre se registra con las técnicas citogenéticas de bandeo tradicionales.[20] De manera similar a la LMA con t(8;21), los pacientes con el gen de fusión CBFB::MYH11 alcanzan tasas más altas de RC y una supervivencia a largo plazo cuando se administran dosis altas de citarabina en el entorno de posremisión.[12,13,15] A diferencia de la LMA con t(8;21), la pertinencia para el pronóstico de las mutaciones en KIT no es clara.[21]
Leucemia promielocítica aguda con PML::RARA
La leucemia promielocítica aguda (LPA) se define por la presencia de la proteína de fusión PML::RARA, por lo general, como resultado de t(15;17)(q22;q12), pero en ocasiones es críptica o se origina a partir de reordenamientos citogenéticos complejos diferentes a t(15;17)(q22;q12). Además, se trata de una LMA en la que los promielocitos son el tipo de célula leucémica dominante. Hay dos subtipos de LPA: LPA hipergranular o típica y LPA microgranular o hipogranular. La LPA comprende el 5 % al 8 % de los casos de LMA y predomina en adultos de mediana edad.[5] Es común que la LPA típica y la microgranular produzcan coagulación intravascular diseminada (CID).[22,23] En la LPA microgranular, a diferencia de la LPA típica, el recuento leucocitario es muy alto y el tiempo de duplicación es rápido.[5]
Las características morfológicas comunes de la LPA típica son las siguientes:
Las características morfológicas comunes de la LPA microgranular son las siguientes:
En la LPA, el gen RARA en 17q12 se fusiona con un factor de regulación nuclear en 15q22 (gen PML) que produce un transcrito de fusión génica PML::RARA.[24-26] En casos excepcionales de t(15;17) críptica o enmascarada, están ausentes los hallazgos citogenéticos típicos y se observan variantes de translocaciones complejas, o una inserción submicroscópica del gen RARA en el gen PML que conduce a la expresión del transcrito de fusión PML::RARA.[5] Los métodos de FISH o RT–PCR tal vez sean necesarios para descubrir estos reordenamientos genéticos crípticos.[27,28] En cerca del 1 % de los pacientes con LPA, se detectan variantes de anomalías cromosómicas caracterizadas por la fusión del gen RARA con otros genes.[29] Las variantes de translocaciones que afectan el gen RARA incluyen t(11;17)(q23;q21), t(5;17)(q32;q12) y t(11;17)(q13;q21).[5]
La LPA exhibe una sensibilidad específica al tratamiento con ácido holo-trans-retinoico (ATRA, ácido retinoico o tretinoína), que actúa como diferenciador.[30-32] Es posible obtener tasas altas de RC y supervivencia sin enfermedad a largo plazo en pacientes con LPA cuando se usa una combinación de tratamiento con ATRA y quimioterapia,[33] o cuando se usa un régimen de trióxido de arsénico sin quimioterapia.[34]
Leucemia mieloide aguda con t(9;11)(p21.3;q23.3), MLLT3::KMT2A
La LMA con anomalías en 11q23 representa el 5 % al 6 % de los casos de LMA, y por lo general exhibe características monocíticas. Este tipo de LMA es más común en los niños. Dos subgrupos clínicos que tienen una frecuencia alta de LMA con anomalías en 11q23 son los lactantes con LMA y los pacientes con LMA relacionada con el tratamiento, por lo general después de recibir inhibidores de la topoisomerasa del DNA. A veces, los pacientes presentan CID y sarcomas monocíticos extramedulares o infiltración tisular (encías o piel).[5]
Las características morfológicas comunes son las siguientes:
El gen MLLT3 en 11q23, un regulador epigenético, participa en translocaciones y se ha identificado en cerca de 135 reordenamientos diferentes hasta el momento.[35] En ocasiones, otros genes además de MLLT3 están involucrados en anomalías de 11q23.[36] Tal vez se requiera el uso de FISH para detectar anomalías genéticas que afecten al gen MLL.[36-38] En general, las categorías de riesgo y el pronóstico para cada una de las translocaciones de 11q23 son difíciles de determinar debido a la falta de estudios con una cantidad significativa de pacientes; no obstante, se ha notificado que los pacientes con t(11;19)(q23;p13.1) tienen desenlaces precarios.[13]
La translocación t(6;9) conduce a la formación de una proteína de fusión DEK::NUP214 que se relaciona con leucemia y está presente en cerca del 1 % de los casos de LMA.[39-41] NUP214 es un componente del complejo de poros nucleares. Este subgrupo de LMA se ha vinculado con un pronóstico precario.[39,42,43]
La anomalía inv(3) o la translocación t(3;3) son infrecuentes y representan alrededor del 1 % de todos los casos de LMA.[41] El gen MECOM del cromosoma 3q26 codifica dos proteínas reguladoras de la transcripción: EVI1 y MDS1-EVI1. Las anomalías inv(3) y t(3;3) no conducen a un gen de fusión, más bien reubican el potenciador distal de GATA2, lo que produce una sobreexpresión de EVI1, y al mismo tiempo confieren haploinsuficiencia de GATA2.[44,45] Estas anomalías acarrean un pronóstico precario.[15,46,47] Las anomalías que afectan MECOM se detectan en algunos casos de LMA que presentan otras anomalías en 3q y que también se relacionaron con un pronóstico precario.
La translocación t(1;22)(p13;q13) que produce el gen de fusión RBM15::MKL1 es un oncoiniciadora poco frecuente de LMA infantil (<1 % de las LMA infantiles) y se limita a la leucemia megacariocítica aguda. Para obtener más información, consultar Tratamiento de la leucemia mieloide aguda infantil.
La OMS agregó esta entidad provisional en 2016 como iniciativa para reconocer que los pacientes que producen la proteína de fusión BCR::ABL1 deben recibir tratamiento con inhibidores de tirosina–cinasas.[10] Sin embargo, esta entidad es muy difícil de diferenciar de la leucemia mieloide crónica (LMC) en fase blástica (LMC-FB). La pérdida de IKZF1 o CDKN2A ayuda a diferenciar entre casos verdaderos de LMA con BCR::ABL1 y la LMC-FB.[48] Para obtener más información, consultar Tratamiento de la leucemia mieloide crónica.
La NPM1 es una proteína vinculada con el ensamblaje y trasporte proteico en los ribosomas; además es una chaperona molecular que participa en la prevención de la agregación proteica en el nucléolo. Los métodos inmunohistoquímicos sirven para identificar con exactitud a los pacientes con mutaciones en NPM1 porque se demuestra la localización citoplasmática de NPM.[49] Las mutaciones en la proteína NPM1 disminuyen su localización nuclear y conducen a una diferenciación hematopoyética defectuosa. Por lo general, estas mutaciones se vinculan con un cariotipo normal (50 %) y, con menor frecuencia, se observan junto con un cariotipo anormal (<10 %) o un cariotipo complejo (<3 %).[50-52] La presencia de una mutación en NPM1 confiere un mejor pronóstico en ausencia de mutaciones por duplicación interna en tándem (ITD) en FLT3.[50,53,54]
En los adultos menores de 60 años, el 10 % al 15 % de los casos de LMA con características citogenéticas normales tienen mutaciones en CEBPA.[53,55] El gen CEBPA está ubicado en el cromosoma 19 y codifica un factor de transcripción que coordina la diferenciación mieloide y la interrupción de la proliferación celular.[56]
El desenlace de los pacientes con LMA que presentan mutaciones en CEBPA es relativamente favorable, y es similar al de los pacientes que tienen leucemias con factor de unión nuclear.[53,57] En estudios se observó un pronóstico favorable para la LMA con mutación doble en CEBPA, pero no con mutación de un solo alelo,[55,58-60] lo que condujo a la revisión de la OMS en 2016 donde se incluyó la presencia de mutaciones bialélicas en la definición de la enfermedad.[10]
La LMA con mutación en RUNX1, que es una entidad provisional en la clasificación de la OMS de 2016 para la LMA y las neoplasias relacionadas, designa una población diferenciada de LMA de nueva aparición que no exhibe características relacionadas con el síndrome mielodisplásico (SMD).[61] Las mutaciones en RUNX1 acarrean un riesgo alto de fracaso terapéutico.[62-64]
La LMA con características relacionadas con mielodisplasia se caracteriza por un 20 % o más de blastocitos en sangre o médula ósea, y displasia en dos o más líneas celulares mieloides, que en general incluye los megacariocitos.[5] Para el diagnóstico, se debe encontrar displasia en el 50 % o más de las células de por lo menos dos linajes, y en una muestra de médula ósea antes del tratamiento, o se debe encontrar una anomalía citogenética relacionada con el SMD.[5] La LMA con características relacionadas con mielodisplasia puede aparecer de novo, después de un SMD o superpuesta a una neoplasia mielodisplásica o mieloproliferativa. Siempre que el SMD preceda a la LMA se debe usar la terminología diagnóstica de LMA con características relacionadas con mielodisplasia que surge de un síndrome mielodisplásico.[5] Cuando se presenta una mutación en NPM1 o hay mutaciones bialélicas en CEBPA, la displasia multilinaje por sí sola no permite que un caso se clasifique como LMA con cambios relacionados con mielodisplasia.[5] Para obtener más información, consultar Tratamiento de los síndromes mielodisplásicos y Tratamiento de las neoplasias mielodisplásicas o mieloproliferativas.
La LMA con características relacionadas con mielodisplasia se presenta sobre todo en pacientes de edad más avanzada.[5] Los pacientes de LMA con características relacionadas con mielodisplasia a menudo presentan pancitopenia grave.
Las características morfológicas comunes son las siguientes:
Las anomalías cromosómicas observadas en la LMA con características relacionadas con mielodisplasia son similares a las observadas en los SMD y, con frecuencia, incluyen ganancia o pérdida de segmentos grandes de ciertos cromosomas, entre los que predominan los cromosomas 5 y 7. Se notificó que el diagnóstico de LMA con características relacionadas con mielodisplasia afecta de manera adversa la probabilidad de lograr una RC.[65-67]
Las neoplasias mieloides relacionadas con el tratamiento (NM-t) comprenden la LMA (LMA-t) y los SMD (SMD-t) secundarios a la quimioterapia citotóxica o la radioterapia.[5] Los SMD relacionados con el tratamiento (o secundarios) se incluyen debido a sus estrechos vínculos clinicopatológicos con la LMA relacionada con el tratamiento. Si bien estos trastornos relacionados con el tratamiento se distinguen por los mutágenos específicos involucrados, en un estudio reciente se indica la dificultad de establecer esta diferenciación debido al frecuente uso superpuesto de múltiples mutágenos durante el tratamiento del cáncer.[68] La anomalía citogenética relacionada, no el mutágeno, determina el pronóstico y el tratamiento, por lo tanto, la anomalía se debe indicar en el diagnóstico.[10]
Se estableció un vínculo de las NM-t con mutaciones de la línea germinal en los genes de susceptibilidad al cáncer, lo que justifica el empleo de pruebas en la línea germinal o asesoramiento genético en personas con antecedentes familiares sólidos.[69]
Neoplasias mieloides relacionadas con alquilantes
Las leucemias agudas y los síndromes mielodisplásicos relacionados con alquilantes o radiación suelen presentarse 5 y 6 años después de la exposición al mutágeno, con un intervalo notificado de entre 10 y 192 meses.[70,71] El riesgo de su aparición depende de la dosis acumulada total del alquilante y de la edad del paciente.
Se han observado anomalías citogenéticas en más del 90 % de los casos de NM-t, en su mayoría en los cromosomas 5 o 7.[70,72,73] Las anomalías cromosómicas complejas (≥3 anomalías diferentes) constituyen el hallazgo más común.[68,72-74]
Neoplasias mieloides relacionadas con inhibidores de la topoisomerasa II
Este tipo de neoplasia mieloide se presenta en pacientes tratados con inhibidores de la topoisomerasa II. Estos fármacos abarcan las epipodofilotoxinas, etopósido y tenipósido, además de las antraciclinas, doxorrubicina y 4-epi-doxorrubicina.[70] El período medio de latencia desde el inicio del tratamiento causal hasta que aparece la NM-t es de cerca de 2 años.[75]
Al igual que en las NM-t relacionadas con alquilantes o radiación, las anomalías citogenéticas suelen ser complejas.[68,72-74] El hallazgo citogenético predominante afecta el cromosoma 11q23 y el gen MLL.[68,76]
La categoría de leucemia mieloide aguda (LMA), sin otra indicación (SAI) abarca los casos de LMA que no satisfacen los criterios para la LMA con anomalías genéticas recurrentes, la LMA con características relacionadas con mielodisplasia o una neoplasia mieloide relacionada con mielodisplasia (NM-t).[10] Conforme se mencionó antes, las subcategorías de LMA, SAI carecen de importancia pronóstica cuando se conoce el estado de las mutaciones en NPM1 y CEBPA.[9] La clasificación en este subconjunto de LMA se basa en las características morfológicas, citoquímicas y de maduración de las células leucémicas (es decir, el sistema de clasificación FAB) e incluye los siguientes tipos:[5]
El sarcoma mieloide (conocido también como tumor mieloide extramedular, sarcoma granulocítico y cloroma) es una masa tumoral que contiene mieloblastos o células mieloides inmaduras en un sitio extramedular.[5] Se ha notificado sarcoma mieloide en el 2 % al 8 % de los pacientes con LMA.[77] Las características clínicas incluyen su manifestación habitual en las estructuras óseas subperiósticas del cráneo, los senos paranasales, el esternón, las costillas, las vértebras y la pelvis; compromiso ganglionar, cutáneo, mediastínico, del intestino delgado y el espacio epidural; así como presentación de novo o concomitante con la LMA o un trastorno mieloproliferativo.[10,77,78]
Las características morfológicas y citoquímicas son las siguientes:
La determinación del inmunofenotipo con anticuerpos para la MPO, la lisozima y el cloroacetato es esencial para el diagnóstico de estas lesiones.[5] Los mieloblastos en los sarcomas granulocíticos expresan antígenos mieloides (CD13, CD33, CD117 y MPO). Los monoblastos en los sarcomas monoblásticos expresan antígenos propios de la leucemia monoblástica aguda (CD14, CD116 y CD11c) y, por lo general, reaccionan con anticuerpos a la lisozima y al CD68. El diagnóstico diferencial principal abarca el linfoma no Hodgkin de tipo linfoblástico, el linfoma de Burkitt, el linfoma de células grandes y los tumores de células redondas pequeñas, en especial, en la niñez (por ejemplo, neuroblastoma, rabdomiosarcoma, tumores de Ewing o neuroectodérmicos primitivos y meduloblastoma). Cuando sea posible, se debe obtener un estudio FISH para identificar anomalías cromosómicas comunes, así como estudios moleculares para corroborar el diagnóstico y facilitar la determinación del pronóstico.
No hay anomalías cromosómicas exclusivas que se relacionen con el sarcoma mieloide.[77,79] La presencia de un sarcoma mieloide en los pacientes con LMA con t(8;21), que por lo demás tienen un pronóstico favorable, a veces se relaciona con una tasa de RC más baja y una remisión más corta.[80] El sarcoma mieloide que ocurre en pacientes con SMD o trastorno mieloproliferativo equivale a una transformación blástica (progresión a LMA). En el caso de la LMA, el pronóstico corresponde al de la leucemia subyacente.[10] Si bien el cuadro clínico inicial del sarcoma mieloide quizás indique que es un sarcoma aislado, de hecho es una manifestación parcial de una enfermedad sistémica y se debe tratar con quimioterapia intensiva.[77,78,81,82]
Para obtener más información sobre la mielopoyesis anormal transitoria (MAT) y la leucemia mieloide relacionada con el síndrome de Down, consultar Tratamiento de las proliferaciones mieloides del síndrome de Down en la niñez.
Las leucemias agudas de linaje ambiguo son tipos raros de leucemia aguda en los que las características morfológicas, citoquímicas e inmunofenotípicas de la población de blastocitos no permiten clasificarlas en las categorías mieloide o linfoide, o son tipos que presentan características morfológicas o inmunofenotípicas de células mieloides y linfoides o de los linajes B y T (es decir, leucemia bilineal aguda y leucemia bifenotípica aguda).[10,83,84]
Estas leucemias comprenden las siguientes subcategorías:[5]
Se diagnostica una leucemia aguda de fenotipo mixto (LAFM) si hay expresión de antígenos de más de un linaje:[5]
Diagnóstico | Criterios |
---|---|
MPO = mieloperoxidasa. | |
Linaje mieloide | MPO (citometría de flujo, prueba inmunohistoquímica o citoquímica) o diferenciación monocítica (≥ 2 de los siguientes aspectos: prueba citoquímica de esterasa inespecífica, CD11c, CD14, CD64 o lisozima). |
Linaje de células T | CD3 citoplasmático intenso (con anticuerpos contra la cadena ε de CD3); o CD3 de superficie. |
Linaje de células B | CD19 intenso con ≥1 de los siguientes aspectos con expresión intensa: CD79a citoplasmático, cCD22 o CD10; o CD19 débil con al menos dos de los siguientes con expresión intensa: CD79a, cCD22 o CD10. |
En un porcentaje alto de leucemias agudas de linaje ambiguo se observan anomalías citogenéticas.[85-88] Alrededor del 33 % de los casos exhiben el cromosoma Filadelfia y algunos casos presentan t(4;11)(q21;q23) u otras anomalías de 11q23. En general, el pronóstico es desfavorable. Las anomalías de 11q23 o BCR::ABL1 son, en particular, indicadoras de un pronóstico desfavorable;[86,89,90] sin embargo, los resultados preliminares indican que es posible utilizar inhibidores de tirosina–cinasas en forma satisfactoria.[91,92]
Para el tratamiento de los pacientes con leucemia mieloide aguda (LMA) se tiene en cuenta si la enfermedad se acaba de diagnosticar (que no ha sido tratada), está en remisión o es recidivante. Del mismo modo, cuando se escoge un abordaje de tratamiento, se considera la intensidad del tratamiento y el estado de salud general del paciente. El tratamiento satisfactorio de la LMA exige el control de la enfermedad sistémica y en la médula ósea, así como un tratamiento específico para la enfermedad que afecta el sistema nervioso central (SNC). La piedra angular de esta estrategia incluye quimioterapia combinada de administración sistémica. Puesto que solo el 5 % o menos de los pacientes con LMA contraen enfermedad en el SNC, no se indica el tratamiento profiláctico.[1,2]
Se han propuesto modificaciones a la definición de RC debido a que algunas respuestas son más intensas que una RC y otras tal vez no satisfagan todos los criterios para una respuesta completa. Además, hay leucemia residual en la mayoría de los pacientes con LMA que cumplen con estos criterios de RC.[3]
Categoría de respuesta | Definición |
---|---|
RT–qPCR = reacción en cadena de la polimerasa cuantitativa con retrotranscripción. | |
Remisión completa sin enfermedad residual medible | Si se estudia antes del tratamiento, remisión completa con negatividad a un marcador genético por RT–qPCR o remisión completa con negatividad por citometría de flujo multicolor. |
Remisión completa | Blastocitos en la médula ósea <5 %; ausencia de blastocitos circulantes y blastocitos con cuerpos de Auer; ausencia de enfermedad extramedular; recuento absoluto de neutrófilos ≥1,0 × 109/l (1000/μl); recuento de plaquetas ≥100 × 109/l (100 000/μl). |
Remisión completa con recuperación hematológica incompleta | Todos los criterios para la remisión completa excepto neutropenia residual (<1,0 × 109/l [1000/μl]) o trombocitopenia (< 100 × 109/l [100 000/μl]). |
Estado morfológico libre de leucemia | Blastocitos en la médula ósea <5 %; ausencia de blastocitos con cuerpos de Auer; ausencia de enfermedad extramedular; no requiere recuperación hematológica. |
Respuesta parcial | Todos los criterios hematológicos de una remisión completa; disminución del porcentaje de blastocitos en la médula ósea del 5 % al 25 %; y disminución de por lo menos del 50 % en el porcentaje de blastocitos en la médula ósea antes del tratamiento. |
Categoría de respuesta | Definición | |
---|---|---|
RT–qPCR = reacción en cadena de la polimerasa cuantitativa con retrotranscripción. | ||
Enfermedad primaria resistente al tratamiento | Ausencia de remisión completa, o de remisión completa con recuperación hematológica incompleta después de dos cursos de tratamiento de inducción intensivos; se excluye a los pacientes que mueren por aplasia o debido a una causa indeterminada. | |
Recaída hematológica (después de remisión completa sin enfermedad residual medible, remisión completa o remisión completa con recuperación hematológica incompleta) | Blastocitos en la médula ósea ≥5 %; reaparición de blastocitos en la sangre o aparición de enfermedad extramedular. | |
Recaída molecular (después de remisión completa sin enfermedad residual medible) | Si se estudia antes del tratamiento, la reaparición de enfermedad residual mínima según se evalúa por RT–qPCR o citometría de flujo multicolor. | |
Enfermedad estable | Ausencia de remisión completa sin enfermedad residual medible, remisión completa, remisión completa con recuperación hematológica incompleta, respuesta parcial, estado morfológico libre de leucemia; y criterios insatisfechos para enfermedad progresiva. | |
Enfermedad progresiva. | Indicios de un aumento en el porcentaje de blastocitos en la médula ósea o aumento del recuento absoluto de blastocitos en la sangre, según una de las siguientes situaciones: | |
Aumento >50 % de los blastocitos en la médula. | ||
Aumento >50 % de los blastocitos periféricos en ausencia de un síndrome de diferenciación. | ||
Enfermedad extramedular nueva. |
Puesto que la mielodepresión es una consecuencia prevista de la leucemia y de la quimioterapia, se debe vigilar de cerca a los pacientes durante el tratamiento. Es indispensable que la institución de tratamiento cuente con apoyo hematológico de múltiples componentes sanguíneos, entre ellos, transfusión de plaquetas, además de apoyo para el tratamiento de las complicaciones infecciosas relacionadas.[5]
El cuidado médico de apoyo durante la inducción a la remisión deberá incluir de manera rutinaria, según estén indicadas, transfusiones de glóbulos rojos y plaquetas.[6,7] La ablación rápida de la médula con la consiguiente regeneración temprana de la médula reduce la morbilidad y la mortalidad. En ensayos aleatorizados, se observaron resultados similares en pacientes que recibieron profilaxis con transfusiones de plaquetas a una concentración de 10 000/mm3 en vez de 20 000/mm3.[8] La incidencia de isoinmunización de plaquetas fue similar entre los grupos asignados al azar a recibir concentrados de mezcla de plaquetas de donantes escogidos al azar; concentrados de mezcla de plaquetas filtrados de donantes escogidos al azar; concentrados de mezcla de plaquetas irradiados con rayos ultravioleta de tipo B de donantes escogidos al azar; o plaquetas filtradas obtenidas mediante aféresis de donante único escogido al azar.[9]
No existe evidencia que respalde el uso de transfusiones de granulocitos para el tratamiento de la LMA. En un ensayo aleatorizado multicéntrico (RING [NCT00627393]), se abordó la utilidad de las transfusiones de granulocitos en pacientes con infecciones.[10] No hubo diferencia entre los grupos de granulocitos y de control para el criterio principal de valoración compuesto de supervivencia y respuesta microbiana 42 días después de la aleatorización. Sin embargo, la potencia estadística para detectar un verdadero efecto beneficioso fue baja porque la tasa de inclusión de pacientes fue la mitad de lo planeado en el diseño del estudio.
Se han estudiado los siguientes factores de crecimiento para el tratamiento de la LMA:
El eltrombopag aceleró la recuperación de plaquetas y redujo el número de transfusiones de plaquetas necesarias cuando se incorporó sin enmascaramiento a la quimioterapia de inducción en pacientes de más edad con LMA negativa para FLT3.[15] Sin embargo, en otro estudio aleatorizado con enmascaramiento doble de 148 pacientes, se agregó eltrombopag o placebo a la quimioterapia de inducción en dosis altas.[16] Los resultados de este estudio no indicaron ningún beneficio clínico del eltrombopag en relación con el placebo. En vista de la señal de eficacia mínima en este momento, el eltrombopag no se recomienda en forma sistemática para el cuidado médico de apoyo ni durante la inducción a la remisión.
La terapia antimicrobiana empírica de espectro amplio es una necesidad indiscutible en los pacientes febriles con neutropenia profunda.[17,18] La instrucción cuidadosa sobre la higiene personal de las manos, el cuidado dental y el reconocimiento de los primeros signos de infección es apropiada para todos los pacientes. No se indica el aislamiento en instalaciones complejas (que incluyen filtración del aire, alimentos estériles y esterilización de la flora intestinal).[19,20] Del mismo modo, no hay beneficio de consumir una dieta neutropénica con alimentos cocidos, conforme se demostró en ensayos aleatorizados.[21]
La profilaxis antibiótica con una fluoroquinolona y la profilaxis antifúngica con un triazol de administración oral o una equinocandina de administración parenteral son adecuados para pacientes en quienes se anticipa una neutropenia prolongada y profunda (<100 mm3 durante 2 semanas en el caso de una neutropenia profunda de >7 días de duración).[22] A diferencia del tratamiento de pacientes con linfoma linfoblástico agudo, la profilaxis contra Pneumocystis jirovecii no se emplea en forma sistemática.
La profilaxis antivírica con análogos nucleosídicos, como el aciclovir, está indicada para pacientes seropositivos para el virus del herpes simple, mientras reciben la quimioterapia de inducción.[22]
La opción de tratamiento de la leucemia mieloide aguda (LMA) (que no ha sido tratada; tratamiento de inducción a la remisión) es la siguiente:
La quimioterapia para la LMA se divide en las siguientes dos categorías generales:
Es posible administrar uno de los siguientes regímenes de quimioterapia combinada como terapia intensiva de inducción a la remisión:
El régimen de dos fármacos con citarabina administrada como una infusión continua durante 7 días y un curso de 3 días de una antraciclina (llamada terapia de inducción 7 + 3) da lugar a una tasa de respuesta completa cercana al 65 %. En la mayoría de las instancias, no hay un beneficio clínico adicional cuando se añaden fármacos que potencialmente no presentan resistencia cruzada (como fludarabina, inhibidores de la topoisomerasa, tioguanina, mitoxantrona, inhibidores de la histona–desacetilasas o clofarabina) a un régimen 7 + 3. Cuando se agrega cladribina a la quimioterapia de inducción 7 + 3, se observó mejoría de las tasas de remisión [11] y de supervivencia [12] en dos ensayos controlados aleatorizados, pero este régimen no se ha adoptado en forma generalizada ante la falta de ensayos confirmatorios. A continuación se analiza la adición de midostaurina y gemtuzumab ozogamicina a la quimioterapia de inducción intensiva.
La elección de una antraciclina y la intensidad de la dosis de antraciclina quizás influya en la supervivencia de los pacientes con LMA. La idarrubicina es más eficaz que la daunorrubicina, sobre todo en adultos jóvenes, aunque quizás las dosis de idarrubicina y daunorrubicina no hayan sido equivalentes.[3-6] No se ha informado una diferencia significativa en la supervivencia obtenida con la daunorrubicina y la mitoxantrona.[13]
En la actualidad, no hay evidencia concluyente para recomendar una antraciclina en lugar de otra.
Evidencia (antraciclinas):
Las mutaciones del gen FLT3 en el dominio tirosina–cinasa (TKD) y las duplicaciones internas en tándem (ITD), son frecuentes en la LMA y suelen vincularse con un resultado precario.
Evidencia (midostaurina):
La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) aprobó la midostaurina en combinación con terapia de inducción para pacientes con LMA y una mutación en FLT3.
Evidencia (quizartinib):
La FDA aprobó el quizartinib en combinación con terapia de inducción para pacientes con LMA y una mutación en FLT3-ITD, pero no para pacientes con otras mutaciones en FLT3, como FLT3-TKD.
La adición de un inhibidor de FLT3 a la quimioterapia de inducción es el tratamiento estándar para pacientes con LMA con mutación en FLT3 que son aptos para someterse a quimioterapia intensiva. En un estudio en curso (NCT03836209) se está evaluando qué inhibidor de FLT3 es mejor para los pacientes con LMA con mutación en FLT3 que reciben quimioterapia inicial. En otros estudios están en evaluación los inhibidores de FLT3 en combinación con hipometilantes y venetoclax en pacientes que no son candidatos a recibir terapia intensiva.
Evidencia (gemtuzumab ozogamicina):
La ficha técnica del gemtuzumab ozogamicina, aprobada por la FDA, incluye un recuadro con una advertencia sobre el riesgo de hepatotoxicidad, que abarca el síndrome de obstrucción sinusoidal hepático grave o letal.
CPX-351 es un liposoma que encapsula dos fármacos de manera que libera citarabina y daunorrubicina en un cociente molar sinérgico fijo de 5:1.
Evidencia (CPX-351):
Algunos pacientes tal vez rehúsen someterse al tratamiento o estén demasiado débiles para recibir quimioterapia de inducción intensiva. La administración de dosis bajas de citarabina, decitabina y azacitidina, o del mejor cuidado de apoyo son abordajes terapéuticos de eficacia equivalente para los pacientes de edad avanzada con LMA que rehúsan someterse a la quimioterapia tradicional de inducción 7 + 3. A diferencia de un curso sucinto de inducción 7 + 3, estas terapias menos intensivas se continúan de manera indefinida mientras el paciente obtiene beneficio (es decir, hasta la progresión de la enfermedad o toxicidad significativa).
A veces, se administra uno de los siguientes regímenes de quimioterapia como terapia menos intensiva:
Evidencia (quimioterapia para pacientes que rehúsan la terapia intensiva de inducción a la remisión):
En comparación con el tratamiento durante 5 días consecutivos, el tratamiento durante 10 días consecutivos quizás genere tasas de respuesta más altas, en especial en los pacientes que presentan mutaciones en TP53 o características citogenéticas desfavorables.[22][Nivel de evidencia C3]
En forma similar al venetoclax, la FDA aprobó el uso de glasdegib en combinación con dosis bajas de citarabina para el tratamiento de la LMA en pacientes de 75 años o más, o en pacientes que no pueden recibir quimioterapia de inducción intensiva.
En un ensayo aleatorizado con enmascaramiento doble controlado con placebo de fase III, se evaluó la combinación de azacitidina e ivosidenib en pacientes con LMA recién diagnosticada quienes no fueron aptos para la quimioterapia de inducción intensiva. El análisis por intensión de tratar incluyó 72 pacientes que recibieron azacitidina e ivosidenib y 74 pacientes que recibieron azacitidina y placebo. Una solicitud de nuevo fármaco complementaria para el ivosidenib en combinación con azacitidina para los pacientes con LMA que albergan una mutación en IDH1 sin tratar es objeto de revisión prioritaria de la FDA.[28]
Realizar una búsqueda avanzada en inglés de los ensayos clínicos sobre cáncer auspiciados por el NCI que ahora aceptan pacientes. La búsqueda se puede simplificar por ubicación del ensayo, tipo de tratamiento, nombre del fármaco y otros criterios. También se dispone de información general sobre los ensayos clínicos.
Aunque se notificó que algunos pacientes con leucemia mieloide aguda (LMA) obtienen una supervivencia sin enfermedad (SSE) a largo plazo o curación con un solo ciclo de quimioterapia,[1] la terapia de posremisión siempre se indica cuando el objetivo del tratamiento acarrea intención curativa. En un estudio aleatorizado pequeño dirigido por el Eastern Cooperative Oncology Group (ECOG), todos los pacientes que no recibieron terapia de posremisión presentaron una recaída después de una mediana corta de remisión completa (RC).[2]
Las opciones de tratamiento de la leucemia mieloide aguda en remisión (fase de posremisión) son las siguientes:
La terapia de posremisión sin trasplante con regímenes que contienen citarabina presenta tasas de mortalidad relacionada con el tratamiento que suelen ser de menos del 10 % al 20 %; además, se notificaron tasas de SSE a largo plazo del 20 % al 50 %.[3-6] No se han determinado las dosis, los programas y la duración óptimos de la quimioterapia de posremisión.
La terapia de posremisión estándar para pacientes con LMA en remisión abarca dosis altas de citarabina; sin embargo, hay cierta controversia sobre el beneficio para todos los pacientes con LMA más jóvenes que obtienen la primera respuesta completa versus subgrupos seleccionados, como aquellos con anomalías en el factor de unión central.[7-11] La duración de la terapia de posremisión oscila entre 1 y [4,6] 4 o más ciclos.[3,5]
Evidencia (quimioterapia):
La quimioterapia a base de dosis intensivas de citarabina a veces causa complicaciones tóxicas neurológicas [14] o pulmonares graves, [15] de manera que solo médicos con experiencia en estos regímenes deben administrarla en centros equipados para resolver posibles complicaciones. En un análisis retrospectivo con 256 pacientes de una sola institución que recibieron bolos de dosis altas de citarabina, el factor pronóstico más poderoso de neurotoxicidad de la citarabina fue la insuficiencia renal. La incidencia de neurotoxicidad fue significativamente mayor en pacientes tratados con dosis de 3 g/m2/dosis 2 veces al día en comparación con aquellos tratados con 2 g/m2/dosis.
Si bien en varios estudios antiguos se usó una terapia a largo plazo en dosis bajas (mantenimiento), no hay evidencia convincente de que la terapia de mantenimiento prolonga la SSP o la SG. No obstante, la terapia de mantenimiento con midostaurina o azacitidina oral quizás mejore los desenlaces.
Evidencia (midostaurina):
Las mutaciones del gen FLT3, en el dominio tirosina–cinasa y las duplicaciones internas en tándem, son frecuentes en la LMA y suelen vincularse con un resultado precario.
Si bien en el estudio RATIFY se toleró bien el mantenimiento, en otro estudio de fase II solo un pequeño subgrupo de pacientes toleró la midostaurina como terapia de mantenimiento después de quimioterapia o trasplante.[18]
Evidencia (azacitidina oral):
El trasplante alogénico de células hematopoyéticas, incluso con quimioterapia de acondicionamiento mínima, conlleva la incidencia más baja de recidiva leucémica, incluso cuando se compara con el trasplante de células hematopoyéticas de un gemelo idéntico (trasplante singénico). Este hallazgo dio paso a la noción de efecto inmunológico de injerto contra leucemia, análogo a la enfermedad de injerto contra huésped. La mejora en el tiempo sin recaída gracias a un trasplante alogénico de células hematopoyéticas como terapia primaria de posremisión se contrarresta, al menos en parte, por el aumento de morbilidad y mortalidad causado por la enfermedad de injerto contra huésped, la enfermedad venoclusiva del hígado y las infecciones. Las tasas de SSE con el trasplante alogénico en el momento de la primera remisión completa oscilan entre el 45 % y el 60 %.[21-24]
La administración de un trasplante alogénico de células hematopoyéticas en adultos exige la participación de un donante fraterno con compatibilidad de antígenos leucocitarios humanos (HLA), un donante no emparentado con compatibilidad de HLA, un donante haploidéntico (“compatibilidad de HLA parcial”), o el uso de dos unidades de sangre de cordón umbilical con compatibilidad apropiada. Según el registro de Center for International Blood and Marrow Transplant Research, incluso en pacientes que recibieron un trasplante de células hematopoyéticas entre 2007 y 2017, la probabilidad de supervivencia a 3 años después de un trasplante de donante fraterno con compatibilidad de HLA fue del 59 % (±1 %) en pacientes con enfermedad en estadio temprano, el 53 % (±1 %) en pacientes con enfermedad en estadio intermedio, y del 29 % (±1 %) en pacientes con enfermedad en estadio avanzado.[24] La probabilidad de supervivencia después de un trasplante de un donante no emparentado fue del 53 % (±1 %) en los pacientes con enfermedad en estadio temprano, el 50 % (±1 %) en aquellos con enfermedad en estadio intermedio, y del 27 % (±1 %) en pacientes con enfermedad en estadio avanzado.[Nivel de evidencia C1]
Debido a que el trasplante de células madre cura a más del 30 % de los pacientes que experimentan recidiva después de quimioterapia, algunos investigadores indicaron que el trasplante alogénico de médula ósea se puede reservar para la primera o segunda recidiva sin que se modifique el número de pacientes que se curan.[25] La información clínica y citogenética permite definir ciertos subconjuntos de pacientes con un pronóstico mejor o peor de acuerdo con factores de riesgo bajo o alto en quienes reciben quimioterapia de posremisión.[26]
Un diseño de ensayo clínico frecuente que se usa para evaluar el beneficio del trasplante alogénico como terapia de consolidación para la LMA en el momento de la primera remisión es el llamado diseño de comparación donante-no donante. En este diseño, los pacientes con LMA recién diagnosticada que logran una RC se consideran aptos desde el punto de vista médico para un trasplante alogénico y se someten a la tipificación de HLA. Si se identifica un donante fraterno compatible o un donante no emparentado compatible, el paciente se asigna al grupo que recibirá un trasplante. El análisis del desenlace se hace por intención de tratar; es decir, los pacientes asignados al grupo con donantes que no reciben un trasplante se agrupan en el análisis con los pacientes que recibieron un trasplante. En este tipo de ensayo, el criterio de valoración habitual es la SSE. Además, es menos frecuente que se notifique la SG desde el momento del diagnóstico.
Los investigadores intentaron abordar este tema mediante un metanálisis con datos de 18 ensayos prospectivos independientes de pacientes con LMA en los que se usó el diseño donante-no donante y datos de 6 ensayos adicionales que se incluyeron para el análisis de sensibilidad.[28] En los ensayos incluidos en este metanálisis, se inscribieron pacientes de 60 años o menos desde 1982 hasta 2006. La mediana de seguimiento osciló entre 42 y 142 meses. Los regímenes preparatorios fueron similares en los diferentes ensayos. El trasplante alogénico se comparó con el trasplante autógeno (6 ensayos) o con varios regímenes quimioterapéuticos de consolidación donde la citarabina en dosis altas fue el fármaco más común.
Una salvedad importante en este análisis es que no hubo uniformidad en las estrategias de inducción y posremisión para la LMA entre los diferentes estudios del metanálisis, y tampoco hubo uniformidad en las definiciones para los grupos de riesgo según las características citogenéticas. Es posible que esto produjera tasas de supervivencia inferiores en los pacientes que se trataron solo con quimioterapia.
La mayoría de los médicos que tratan a pacientes con leucemia están de acuerdo en que se debe ofrecer un trasplante cuando los pacientes con LMA exhiben un riesgo citogenético alto en el momento de la primera RC, y que no se debe ofrecer un trasplante a quienes exhiben un riesgo citogenético bajo en el momento de la primera RC.[26] Sin embargo, para los pacientes mayores con LMA de riesgo bajo, que quizás no toleren la terapia de consolidación intensiva a base de citarabina, es posible considerar la administración de un trasplante alogénico de células hematopoyéticas como terapia de posremisión.[29]
La función del trasplante autógeno para los pacientes con LMA se ha reducido con el tiempo por las mejoras en la mortalidad (no relacionada con recaída) del trasplante alogénico de células hematopoyéticas, así como el advenimiento del trasplante haploidéntico y de cordón umbilical que expandió el grupo de donantes posibles de manera que prácticamente todos los pacientes consiguen un donante.[30-33] El trasplante autógeno de células hematopoyéticas produjo tasas de SSE del 35 % al 50 % en pacientes con LMA en primera remisión. El trasplante autógeno de células hematopoyéticas también ha curado una proporción más pequeña de pacientes en segunda remisión.[34-40] Las tasas de mortalidad relacionadas con el tratamiento de pacientes sometidos a trasplante autógeno de sangre periférica o de médula ósea oscilan entre un 10 % y un 20 %.
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No existe un régimen de tratamiento estándar para los pacientes con leucemia mieloide aguda recidivante o resistente al tratamiento.[1,2]
Las opciones de tratamiento de la leucemia mieloide aguda resistente al tratamiento o recidivante son las siguientes:
Se demostró la eficacia de varios regímenes de quimioterapia de rescate intensiva para el tratamiento de la LMA recidivante, entre ellos los siguientes:
Se ha observado actividad antileucémica de el régimen de fludarabina, citarabina y filgrastim (FLAG) en pacientes con LMA en recaída y resistente al tratamiento.
Evidencia (fludarabina, citarabina y filgrastim):
También se ha añadido idarrubicina a este régimen (FLAG-Ida).[4]
Evidencia (mitoxantrona, etopósido y citarabina):
Evidencia (dosis altas o estándar de citarabina y mitoxantrona)
Evidencia (dosis altas de etopósido y ciclofosfamida):
Evidencia (idarrubicina y citarabina):
Los pacientes que no pueden someterse a terapia intensiva o que no desean someterse a este tipo de tratamiento, pueden recibir terapias de intensidad reducida, como las siguientes:
El gilteritinib es un inhibidor de FLT3 oral con actividad en el subtipo con mutaciones por duplicación interna en tándem (ITD) o en el subtipo con mutación del dominio tirosina–cinasa (TKD).
Evidencia (gilteritinib):
Enasidenib es un inhibidor micromolecular oral con actividad contra la enzima IDH2 mutada.
Evidencia (enasidenib):
El ivosidenib es un inhibidor micromolecular oral con actividad contra la enzima IDH1 mutada.
Evidencia (ivosidenib):
Evidencia (hipometilantes):
Se evaluó el gemtuzumab ozogamicina, un fármaco de quimioterapia dirigida a anticuerpo, en pacientes con LMA en recaída que expresaban CD33.
Evidencia (gemtuzumab ozogamicina):
No se conocen bien los desenlaces a largo plazo de los pacientes que reciben gemtuzumab y logran una RC sin recuperación de plaquetas. El gemtuzumab induce una aplasia profunda de la médula ósea similar a la quimioterapia de inducción para el tratamiento de la leucemia, y también produce hepatotoxicidad importante, que incluye la enfermedad venoclusiva hepática.[21][Nivel de evidencia C3]
Evidencia (clofarabina con citarabina o sin esta):
Cuando los pacientes con enfermedad recidivante reciben un tratamiento intensivo, es posible que obtengan una supervivencia sin enfermedad (SSE) prolongada; sin embargo, los pacientes con enfermedad recidivante solo se pueden curar con un trasplante de células hematopoyéticas.[24][Nivel de evidencia C2] El trasplante alogénico de células hematopoyéticas en el momento de la segunda RC conlleva mejores tasas de SSE que el trasplante en el momento de una recaída.[25][Nivel de evidencia C1]
Evidencia (trasplante alogénico de células hematopoyéticas):
El trasplante alogénico de células hematopoyéticas a veces es eficaz como terapia de rescate en algunos pacientes que no obtienen una remisión con la quimioterapia intensiva (leucemia primaria resistente al tratamiento). En varios estudios retrospectivos se demostró la capacidad del trasplante alogénico de células hematopoyéticas para inducir remisión de una enfermedad primaria resistente al tratamiento.[27]
Evidencia (trasplante alogénico de células hematopoyéticas para inducir remisión):
No hay ensayos aleatorizados que prueben la eficacia de este abordaje.
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Se debe evaluar bien la terapia de inducción para la leucemia promielocítica aguda (LPA). El tratamiento se enfoca en la administración de diferentes fármacos que eliminan células leucémicas. La mortalidad temprana se vincula con hemorragia, síndrome de diferenciación o infección. Es frecuente que se obtengan tasas altas de remisión completa (RC) con todos los regímenes de tratamiento, y la enfermedad persistente o la recaída son infrecuentes.
Las opciones de tratamiento de la LPA recién diagnosticada son las siguientes:
El ácido retinoico (ATRA) induce la diferenciación terminal de las células leucémicas después de la restauración de la hematopoyesis no clonal. La administración de ATRA conlleva la resolución rápida de la coagulopatía en la mayoría de los pacientes, y no exige la administración de heparina en los pacientes que reciben ATRA. No obstante, en ensayos aleatorizados no se ha observado reducción en la morbilidad y mortalidad durante la inducción con ATRA cuando se compara con quimioterapia. La administración de ATRA quizás produzca las siguientes afecciones:
En estudios de la década de 1990, se observó que las tasas de supervivencia general (SG) mejoran en los pacientes que reciben ATRA además de quimioterapia.[2,3] El trióxido de arsénico, una sustancia que induce diferenciación y apoptosis de las células de la LPA, también se usa para el tratamiento de este tipo de leucemia. El tratamiento de inducción a la remisión en la LPA se determina a partir del riesgo de la enfermedad. La LPA de riesgo bajo a intermedio (recuento de glóbulo blancos [GB] ≤10 × 109/l) se trata sin quimioterapia (ATRA y trióxido de arsénico), mientras que la enfermedad de riesgo alto se trata con una combinación de ATRA, trióxido de arsénico y quimioterapia.
Evidencia (ácido retinoico y trióxido de arsénico para la enfermedad de riesgo bajo a intermedio):
La inducción a la remisión con una combinación de antraciclina y ATRA se usa para la inducción a la remisión en pacientes con enfermedad de riesgo alto (recuento de GB, >10 × 109/l).
Evidencia (ácido retinoico y quimioterapia, seguida de terapia de consolidación a base de trióxido de arsénico para la enfermedad de riesgo alto):
Se formuló un régimen a base de trióxido de arsénico, que incluye gemtuzumab ozogamicina como el único fármaco citotóxico.
Se publicó el seguimiento a largo plazo de este estudio.[9]
Cabe anotar que los regímenes más recientes para el tratamiento de la LPA incluyen alguna forma de terapia de mantenimiento. En un metanálisis de ensayos aleatorizados se indicó que el mantenimiento mejora la SSE pero no la SG; sin embargo, en estos ensayos no se usaron regímenes de trióxido de arsénico.
Las opciones de tratamiento de la leucemia promielocítica aguda recidivante son las siguientes:
El trióxido de arsénico produce tasas altas de segunda remisión en pacientes con LPA recidivante.[10] Cuando se usa en monoterapia, es posible que el trióxido de arsénico produzca tasas de respuesta completa del 80 % al 90 % en pacientes con recaída hematológica, y del 70 % al 80 % en pacientes con remisión molecular.[11-14] La elección del tratamiento de rescate parte del tratamiento previo y el intervalo de tiempo transcurrido entre la primera remisión y la recaída.
En un ensayo aleatorizado pequeño, se indicó que para los pacientes que reciben tratamiento de rescate con trióxido de arsénico, la adición de ATRA no confiere beneficio en comparación con el trióxido de arsénico solo, en pacientes que recibieron ATRA antes.[14] En este estudio de 20 pacientes, la tasa de respuesta completa después de un ciclo de trióxido de arsénico con ATRA o sin este fue del 80 %.
Algunos pacientes que obtienen una segunda remisión gracias al trióxido de arsénico, experimentan SSE a largo plazo después de un trasplante autógeno de células madre,[15,16] de manera que este se puede considerar en pacientes con remisión molecular (resultado negativo de una prueba cuantitativa de reacción en cadena de la polimerasa [PCR] en una muestra de médula ósea). En los pacientes que no obtienen remisión o que presentan indicios de enfermedad residual medible en la PCR cuantitativa en una muestra de médula ósea después del tratamiento de rescate se puede considerar el uso de un trasplante alogénico de células hematopoyéticas.[17] En un estudio de registro, se notificó una tasa de SG a 3 años después del trasplante durante una segunda RC del 80 % en comparación con el 59 % en pacientes que no recibieron un trasplante (P = 0,03).[10]
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Se sugiere citar la referencia bibliográfica de este resumen del PDQ de la siguiente forma:
PDQ® sobre el tratamiento para adultos. PDQ Tratamiento de la leucemia mieloide aguda. Bethesda, MD: National Cancer Institute. Actualización: <MM/DD/YYYY>. Disponible en: https://www.cancer.gov/espanol/tipos/leucemia/pro/tratamiento-lma-adultos-pdq. Fecha de acceso: <MM/DD/YYYY>.
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Según la solidez de la evidencia, las opciones de tratamiento se clasifican como “estándar” o “en evaluación clínica”. Estas clasificaciones no se deben utilizar para justificar decisiones sobre reembolsos de seguros. Para obtener más información sobre la cobertura de seguros, consultar la página Manejo de la atención del cáncer en Cancer.gov/espanol.
Para obtener más información sobre las opciones para comunicarse con el NCI, incluso la dirección de correo electrónico, el número telefónico o el chat, consultar la página del Servicio de Información de Cáncer del Instituto Nacional del Cáncer.