El cáncer de mama es el cáncer más común en mujeres durante el embarazo y el posparto; se presenta en cerca de 1 de cada 3000 mujeres embarazadas. La paciente promedio tiene entre 32 y 38 años. Debido a que muchas mujeres ahora optan por demorar la maternidad, es posible que la incidencia de cáncer de mama durante el embarazo aumente en el futuro.
Es posible que la mastalgia y la congestión naturales de las mamas de las mujeres durante el embarazo y la lactancia dificulten la detección de masas aisladas y el diagnóstico temprano del cáncer de mama. Las demoras en el diagnóstico son comunes, con un promedio de demora de 5 a 15 meses desde el inicio de los síntomas.[1-4] Debido a este retraso, estos cánceres por lo general se detectan en un estadio más tardío que en la población de la misma edad que no está embarazada.[5]
Para diagnosticar el cáncer de mama durante el embarazo, se utilizan las siguientes pruebas y procedimientos:
Para detectar un cáncer de mama durante el embarazo o la lactancia, las mujeres deben considerar hacerse el autoexamen y someterse a un examen de mama como parte de las exploraciones prenatales habituales que lleva a cabo el médico. Si se encuentra alguna anomalía, es posible que se utilicen abordajes de diagnóstico como la ecografía y la mamografía. Con una protección adecuada, la mamografía constituye un riesgo mínimo de exposición del feto a la radiación.[6] Sin embargo, las mamografías solo se usan para evaluar masas sobresalientes y localizar carcinomas ocultos ante la presencia de otros hallazgos físicos sospechosos.[6]
Para el diagnóstico de cualquier masa palpable es indispensable hacer una biopsia, porque durante el embarazo, por lo menos, el 25 % de las mamografías tienen resultados negativos en presencia de un cáncer. El diagnóstico se lleva a cabo de manera inocua mediante aspiración con aguja fina, biopsia por punción con aguja gruesa o biopsia por escisión bajo anestesia local. Se debe informar al patólogo que la paciente está embarazada con el propósito de evitar un diagnóstico positivo falso como resultado de una mala interpretación de cambios relacionados con el embarazo.[7]
Las características patológicas del cáncer de mama son similares en mujeres de la misma edad embarazadas y no embarazadas. Los ensayos de receptores hormonales en los que se usan análisis competitivos de fijación por lo general dan resultados negativos en pacientes embarazadas con cáncer de mama; no obstante, a veces esto se debe a que durante el embarazo hay concentraciones séricas altas de estrógeno que se unen al receptor. Los análisis de receptores enzimáticos inmunocitoquímicos son más sensibles que los análisis competitivos de fijación. En un estudio en el que se utilizaron ambos métodos de análisis, se indicó una expresión positiva similar de receptores en mujeres embarazadas y no embarazadas con cáncer de mama.[8] En el estudio se concluyó que el aumento de las concentraciones de estrógeno durante el embarazo podría resultar en una mayor incidencia de resultados con expresión positiva de receptores detectados mediante inmunohistoquímica en comparación con la detección mediante análisis de fijación de ligandos radiomarcados debido a la inhibición competitiva por las concentraciones altas de estrógeno endógeno.
Para obtener más información, consultar la sección Diagnóstico en Tratamiento del cáncer de seno (mama).
Es posible que la supervivencia general de mujeres con cáncer de mama en todos los estadios sea más precaria para quienes están en embarazo, en comparación con quienes no lo están.[6] Sin embargo, esta diferencia quizás sea el resultado de la demora en el diagnóstico.[9] El aborto provocado no ha demostrado ningún efecto beneficioso en el desenlace del cáncer de mama y no se suele considerar como una opción terapéutica.[1,2,4,10,11]
Para determinar la extensión del cáncer se usan los siguientes procedimientos:
Los procedimientos que se usan para determinar el estadio del cáncer de mama se modifican para evitar la exposición del feto a la radiación en mujeres embarazadas. Las gammagrafías exponen el feto a la radiación.[1] Si las gammagrafías son esenciales para la evaluación, se pueden usar hidratación y drenaje vesical con un catéter de Foley para prevenir la retención de la radioactividad. El momento de la exposición a la radiación en relación con la edad gestacional del feto tal vez sea más importante que la dosis misma de radiación que se administre.[2] Exponer al feto a radiación durante el primer trimestre (>0,1 Gy) a veces causa anomalías congénitas, discapacidad intelectual y aumento del riesgo relativo de carcinogénesis.
Las radiografías de tórax con protección abdominal se consideran inocuas pero, como con todos los procedimientos radiológicos, se deberán usar solo cuando sean esenciales para tomar decisiones sobre el tratamiento.[1,3] Una radiografía de tórax emite 0,00008 Gy.[4]
Para el diagnóstico de las metástasis óseas, se prefiere una gammagrafía ósea a una serie ósea porque las gammagrafías óseas emiten una cantidad menor de radiación y son más sensibles. Una gammagrafía ósea emite 0,0001 Gy.[5]
La evaluación del hígado se puede hacer con ecografía y las metástasis encefálicas se pueden diagnosticar con IRM. Los datos sobre la IRM durante el embarazo no están disponibles, pero el gadolinio atraviesa la placenta y se relacionó con anomalías fetales en ratas.[5]
Para obtener más información, consultar la sección Información sobre los estadios del cáncer de mama en Tratamiento del cáncer de seno (mama).
Por lo general, las mujeres embarazadas con cáncer de mama en estadio II o estadio III se tratan de la misma manera que las pacientes no embarazadas, con algunas modificaciones para proteger el feto.
Las opciones de tratamiento para el cáncer de mama durante el embarazo en estadio temprano, localizado u operable son las siguientes:
Se contraindica el uso de trastuzumab durante el embarazo.
Se recomienda la cirugía como tratamiento primario del cáncer de mama en las mujeres embarazadas.
Los datos de inocuidad de la biopsia de ganglio linfático centinela en las pacientes embarazadas se limitan a algunas series de casos retrospectivos. En un estudio, se analizaron las biopsias de ganglio linfático centinela de 8 pacientes durante el primer trimestre, de 9 pacientes durante el segundo trimestre y de 8 pacientes durante el tercer trimestre. Se utilizó tecnecio Tc 99m solo en 16 pacientes, azul de metileno solo en 7 pacientes, y se desconocen los métodos de cartografía de 2 pacientes. Las 25 pacientes dieron a luz a niños vivos: 24 sanos y 1 con fisura palatina (en el entorno de otros factores de riesgo maternos).[1]
Debido a que la radiación administrada en dosis terapéuticas a veces expone el feto a la posibilidad de dispersión dañina de la radiación,[2] el tratamiento de elección es la mastectomía radical modificada si el cáncer de mama se diagnosticó al principio del embarazo. Si el diagnóstico se realiza al final del embarazo, se ha utilizado la cirugía para conservar la mama con radioterapia después del parto para preservar la mama.[3] Se llevó a cabo un análisis que ayuda a predecir el riesgo relacionado con la demora para iniciar la radioterapia.[4,5]
Los datos indican que la administración de determinados quimioterapéuticos es inocua después del primer trimestre; la mayoría de los embarazos concluyen con neonatos vivos con tasas bajas de morbilidad.
A partir de datos prospectivos limitados, la administración de quimioterapia con derivados de la antraciclina (doxorrubicina y ciclofosfamida, o fluorouracilo, doxorrubicina y ciclofosfamida [FAC]) parece inocua durante el segundo o el tercer trimestre.[6-8] Se dispone de datos limitados sobre la inocuidad del uso de los taxanos durante el embarazo.
Datos probatorios (administración de quimioterapia durante el segundo o tercer trimestres del embarazo):
El gen DPYD codifica la enzima que cataboliza las pirimidinas y las fluoropirimidinas, como la capecitabina y el fluorouracilo. Se estima que entre el 1 % y el 2 % de la población tiene variantes defectuosas de DPYD que reducen la función de la proteína DPD y la acumulación de pirimidinas y fluoropirimidinas en el cuerpo.[11,12] Los pacientes con la variante DPYD*2A que reciben fluoropirimidinas quizás presenten efectos tóxicos graves que ponen en riesgo la salud, y a veces son mortales. Se han identificado muchas otras variantes de DPYD, con diferentes efectos clínicos.[11-13] Es posible que se recomiende evitar la fluoropirimidina o reducir la dosis al 50 % según el genotipo DPYD del paciente y el número de alelos funcionales de DPYD.[14-16] Las pruebas genéticas para DPYD cuestan menos de $200, pero la cobertura del seguro varía debido a la falta de directrices nacionales.[17] Además, es posible que las pruebas retrasen el tratamiento por 2 semanas, lo que no sería aconsejable en casos de urgencia. Este tema es objeto de controversia y requiere evaluación adicional.[18]
Por lo general, se evita la terapia endocrina hasta después del parto. En informes de casos y en una revisión de la bibliografía sobre el tamoxifeno durante el embarazo, se observa que su administración durante el embarazo se vincula con sangrado vaginal, aborto espontáneo, anomalías congénitas como el síndrome de Goldenhar y muerte fetal.[19-21] Tampoco se recomienda la lactancia materna de forma simultánea con la terapia endocrina.[22]
El uso de trastuzumab se contraindica durante el embarazo de acuerdo con los resultados de una revisión sistemática de 17 estudios (18 embarazos, 19 recién nacidos).[23] Entre las complicaciones fetales que se observaron, el efecto adverso más común fue el oligohidramnios o el anhidramnios (61,1 %). De los embarazos expuestos a trastuzumab durante el segundo o tercer trimestre, 73,3 % exhibieron complicaciones de oligohidramnios o anhidramnios. De los embarazos expuestos a trastuzumab exclusivamente durante el primer trimestre, 0 % (P = 0,043) de los embarazos exhibieron complicaciones de oligohidramnios o anhidramnios. La media de edad gestacional en el momento del parto fue de 33,8 semanas y la media de peso de los recién nacidos fue de 2261 gramos o 4,984 libras. Los recién nacidos estaban sanos en 52,6 % de los casos. En la evaluación a largo plazo, todos los niños sin complicaciones en el momento del nacimiento se mantuvieron sanos, con una media de seguimiento de 9 meses; 4 de los 9 niños con complicaciones durante el nacimiento fallecieron dentro de un intervalo que osciló desde el nacimiento a los 5,25 meses. Todos los niños expuestos a trastuzumab de forma exclusiva in utero durante el primer trimestre estaban completamente sanos en el momento del nacimiento. Los datos indican que las mujeres que se embarazan durante la administración de trastuzumab y desean continuar con su embarazo deben suspender el tratamiento con trastuzumab y permitir que el embarazo continúe.
No se cuenta con un tratamiento estándar para las pacientes de cáncer de mama en estadio avanzado (estadio III o estadio IV) durante el embarazo. En la mayoría de los estudios se observa una tasa de supervivencia a 5 años de 10 % en pacientes embarazadas con enfermedad en estadios III o IV.
Se debe evitar la radioterapia durante el primer trimestre. Es posible administrar quimioterapia después del primer trimestre según se indicó en la sección sobre Tratamiento del cáncer de mama durante el embarazo en estadio temprano, localizado u operable.
Debido a la posibilidad de que la esperanza de vida materna sea limitada y por el riesgo de daño fetal con el tratamiento durante el primer trimestre,[1,2] se debe hablar con la paciente y su familia sobre la continuación del embarazo. El aborto terapéutico no mejora el pronóstico.[1-5]
La supresión de la lactancia no mejora el pronóstico. Sin embargo, si se programa una cirugía, se suprime la lactancia para disminuir el tamaño y la vascularidad de las mamas. La lactancia también se debe interrumpir si se administra quimioterapia porque muchos antineoplásicos (es decir, ciclofosfamida y metotrexato) cuando se administran por vía sistémica aparecen en concentraciones altas en la leche materna y afectarían al lactante. Las mujeres que reciben quimioterapia no deben amamantar.[1]
No se han demostrado efectos dañinos en el feto debidos al cáncer de mama materno;[2] y no hay informes de casos de transferencia de las células cancerosas de la mama de la madre al feto.
Según datos retrospectivos limitados, el embarazo no parece afectar la supervivencia de mujeres con antecedentes de cáncer de mama y no se han demostrado efectos nocivos en el feto.[3-11] Algunos médicos recomiendan que las pacientes esperen dos años después del diagnóstico antes de intentar concebir. Esto permite que la recidiva temprana se manifieste, lo que quizá influya en la decisión de tener hijos.
Se conoce poco sobre el embarazo después de un trasplante de médula ósea y dosis altas de quimioterapia con irradiación corporal total o sin esta. En un informe sobre embarazos después de trasplante de médula ósea debido a trastornos hematológicos, se observó una incidencia de 25 % de partos prematuros y lactantes con peso bajo al nacer según la edad gestacional.[12]
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