El cáncer de cuello uterino es el cuarto tipo de cáncer más frecuente en las mujeres de todo el mundo y produce la cuarta tasa de mortalidad más alta de los cánceres en las mujeres.[1] La mayoría de los casos de cáncer de cuello uterino se pueden prevenir mediante el uso de exámenes de detección de rutina y el tratamiento de las lesiones precancerosas. Como consecuencia, la mayoría de los casos de cáncer de cuello uterino se diagnostican en mujeres que viven en regiones desprovistas de protocolos de detección adecuados.
Número estimado de casos nuevos y defunciones por cáncer de cuello uterino en los Estados Unidos para 2024:[2]
El cuello uterino es contiguo al cuerpo del útero y funciona como su apertura. Es un órgano cilíndrico y fibroso con una longitud promedio de 3 cm a 4 cm. La porción vaginal del cuello uterino (portio vaginalis cervicis) es visible en una inspección de la vagina. La abertura del cuello uterino se llama orificio externo. Este orificio externo se comunica con el conducto endocervical, que forma la parte interna del cuello uterino. La parte superior estrecha del conducto endocervical se llama orificio interno. Este estrechamiento señala la transición del cuello uterino al cuerpo del útero. El tramo del conducto endocervical que continúa después del orificio interno se llama conducto endometrial.
Hay 2 tipos de células epiteliales que revisten el cuello uterino: células escamosas en la parte más externa, y células cilíndricas glandulares en el conducto interno. La zona de transición entre las células escamosas y las células cilíndricas se llama unión escamocilíndrica. La mayoría de los cambios precancerosos y cancerosos surgen en esta zona.
El carcinoma de cuello uterino comienza en la unión escamocolumnar (escamocilíndrica) y es posible que afecte las células escamosas externas, las células glandulares internas o ambas. La lesión precursora se llama displasia y se presentan 2 tipos: neoplasia intraepitelial cervical (NIC) o adenocarcinoma in situ, que posteriormente se puede convertir en un cáncer invasivo. Este proceso casi siempre es bastante lento. En algunos estudios longitudinales se observó que, en pacientes con cáncer de cuello uterino in situ no tratadas, entre el 30 % y el 70 % presentarán un carcinoma invasivo en un período de 10 a 12 años. Sin embargo, alrededor del 10 % de las pacientes presentarán progresión de las lesiones in situ a lesiones invasivas en menos de 1 año. Al volverse invasivo, el tumor atraviesa la membrana basal e invade el estroma del cuello uterino. La diseminación del tumor por el cuello uterino se manifiesta a la larga como una ulceración, un tumor exofítico o la infiltración extensa del tejido subyacente, incluso la vejiga o el recto.
El envejecimiento es el factor de riesgo más importante para la mayoría de cánceres. El principal factor de riesgo del cáncer de cuello uterino es la infección por el virus del papiloma humano (VPH).[3-6]
Los siguientes son otros factores de riesgo del cáncer de cuello uterino:
La infección por el virus del papiloma humano (VPH) es un paso necesario para la formación de casi todas las lesiones precancerosas y cancerosas. En algunos estudios epidemiológicos se demuestra de modo convincente que el principal factor de riesgo del carcinoma de cuello uterino preinvasivo o invasivo es la infección por el VPH, que sobrepasa por mucho otros factores de riesgo conocidos.
Se calcula que más de 6 millones de mujeres en los Estados Unidos tienen la infección por el VPH. La infección transitoria por el VPH es frecuente, en especial, en las mujeres jóvenes,[15] aunque el cáncer de cuello uterino es infrecuente. La persistencia de una infección por el VPH acarrea un riesgo más alto de lesiones precancerosas y cancerosas.[16,17]
La cepa del VPH que causa la infección también afecta el riesgo. Múltiples subtipos del VPH infectan a los seres humanos; los subtipos 16 y 18 son los que exhiben una relación más estrecha con la formación de una displasia de grado alto y cáncer. En los estudios se indica que una infección aguda por los tipos 16 y 18 del VPH hace que el riesgo de presentación rápida de una NIC de grado alto sea de 11 a 16,9 veces más alto.[18-20] En estudios posteriores, se observó que la infección por el VPH 16 o 18 predice mejor una NIC de grado alto o una enfermedad más grave que los exámenes citológicos, y que la capacidad predictiva se observa hasta 18 años después de la prueba inicial.[21-23]
Hay 2 vacunas disponibles en el mercado que se dirigen a cepas del VPH relacionadas con infecciones anogenitales. Las vacunas se destinan a adolescentes y adultos jóvenes que nunca tuvieron una infección por el VPH. Aunque la introducción de la vacuna en el mercado es moderada, se documentó una disminución significativa de las enfermedades relacionadas con el VPH.[24] Para obtener más información, consultar Prevención del cáncer de cuello uterino.
Es posible que el cáncer de cuello uterino en estadio temprano no cause signos ni síntomas perceptibles.
Los posibles signos y síntomas de cáncer de cuello uterino son los siguientes:
Los siguientes procedimientos se utilizan para el diagnóstico del cáncer de cuello uterino:
Desde su introducción, el estudio citológico del cuello uterino (frotis de Pap) ha sido el pilar para la detección del cáncer de cuello uterino. Sin embargo, las técnicas moleculares para la identificación del ADN del VPH son muy sensibles y específicas. Las opciones vigentes para los exámenes de detección son las siguientes:
La prueba del VPH se indica cuando es probable que el resultado permita clasificar a las pacientes en grupos de riesgo bajo y riesgo alto cuando se encuentra una displasia de grado alto o una lesión más grave.
Es poco probable que las pruebas del ADN del VPH permitan diferenciar a las pacientes con lesiones escamosas intraepiteliales de grado bajo que necesitan evaluación adicional de las que no la necesitan. En un estudio de 642 mujeres, se encontró que el 83 % tenía 1 o más tipos oncógenos del VPH cuando se analizaron las muestras citológicas del cuello uterino mediante una técnica sensible (captura híbrida).[25] Los autores del estudio y de un artículo editorial que lo acompaña concluyeron que el uso de la prueba del ADN del VPH en este entorno no añade suficiente información que justifique su costo.[25]
La prueba del ADN del VPH ha resultado útil para la selección de las pacientes con células escamosas atípicas de significado indeterminado que se deben someter a colposcopia, y se integró en las recomendaciones vigentes para los exámenes de detección.[25-27]
En otros ensayos se observó que las pacientes con un resultado citológico de riesgo bajo e infección por el VPH de riesgo alto (tipos 16, 18 y 31) son más propensas a presentar NIC o características histopatológicas de microinvasión en una biopsia.[18,28-30] Otro método demostró que la integración de los tipos 16 y 18 del VPH en el genoma, que conduce a la transcripción de mensajes víricos y celulares, quizás permita predecir cuáles pacientes tienen un riesgo más alto de displasia de grado alto y cáncer invasivo.[31]
En las mujeres mayores de 30 años que son más propensas a presentar una infección por el VPH crónica, la tipificación del VPH permite clasificar con éxito a las mujeres en grupos de riesgo alto o riesgo bajo para NIC 3 o una enfermedad más grave. En este grupo etario, las pruebas del ADN del VPH son más eficaces que el estudio citológico solo para predecir el riesgo de una NIC 3 o una enfermedad más grave.[32] En otros estudios se observó la eficacia de una estrategia con exámenes de detección del ADN del VPH y la clasificación mediante estudio citológico en comparación con los algoritmos de exámenes de detección citológica utilizados antes.[33,34]
El pronóstico de las pacientes con cáncer de cuello uterino depende en gran medida del grado de diseminación de la enfermedad en el momento del diagnóstico. Más del 90 % de los casos de cáncer de cuello uterino se pueden detectar rápido mediante la prueba de Papanicolaou y la prueba del VPH.[35] Las pruebas de Pap y del VPH no se hacen en cerca del 33 % de las mujeres que cumplen con los requisitos para hacerlas, lo que conlleva una tasa de mortalidad más alta de la esperada.
El estadio clínico como factor pronóstico se complementa con varios hallazgos macroscópicos y microscópicos en las pacientes tratadas con cirugía.
Evidencia (estadio clínico y otros hallazgos):
En un estudio grande sobre estadificación quirúrgico-patológica de pacientes con enfermedad de estadio clínico IB dirigido por el Gynecologic Oncology Group (GOG) GOG-49, los factores que permitieron predecir mejor la formación de metástasis ganglionares y disminución de la supervivencia sin enfermedad fueron el compromiso tumoral del espacio linfocapilar, el aumento del tamaño tumoral y el aumento de la profundidad de invasión estromal (que fue el más importante y reproducible).[36,37]
En un estudio con 1028 pacientes sometidas a cirugía radical, las tasas de supervivencia se correlacionaron más con el volumen tumoral (determinado mediante una volumetría tumoral precisa) que con el estadio clínico o histológico.[38]
En un análisis multivariante del COG sobre variables pronósticas en 626 pacientes con enfermedad localmente avanzada (ante todo estadios II, III, y IV), se identificaron las siguientes variables de importancia para determinar el intervalo y la supervivencia sin progresión:[39]
En el estudio se confirmó la máxima importancia de los ganglios periaórticos positivos y se indicó evaluar más a fondo estos ganglios en los casos de cáncer de cuello uterino localmente avanzado. El estado de los ganglios pélvicos fue importante solo cuando los ganglios periaórticos eran negativos. Esto también fue cierto en relación con el tamaño del tumor.
Se debate si el adenocarcinoma de cuello uterino conlleva un pronóstico significativamente más adverso que el carcinoma de células escamosas de cuello uterino.[40] En varios estudios retrospectivos poblacionales se observó un desenlace más precario en las pacientes de adenocarcinoma, en quienes se encontró un aumento de las metástasis a distancia en comparación con las pacientes con el tipo histológico de células escamosas.[41-44] Los informes son contradictorios en relación con el efecto que tiene el tipo de célula adenoescamosa en el desenlace.[45,46] En un informe se indicó que en cerca del 25 % de los tumores aparentemente escamosos se demuestra la producción de mucina, estos tumores exhiben un comportamiento más maligno que su contraparte escamosa, lo que indica que cualquier diferenciación adenomatosa tal vez confiere un pronóstico adverso.[47]
En una serie numerosa de pacientes con cáncer de cuello uterino tratadas con radioterapia, se observó que la incidencia de metástasis a distancia (con más frecuencia a los pulmones, la cavidad abdominal, el hígado y el tubo gastrointestinal) aumentó de manera paralela al estadio de la enfermedad, desde el 3 % en el estadio IA hasta el 75 % en el estadio IVA.[48] En un análisis multivariante sobre los factores que influyen en la incidencia de metástasis a distancia, se observó que el estadio, la diseminación endometrial del tumor y el control del tumor pélvico son indicadores significativos de diseminación a distancia.[48]
En los estudios del GOG se indicó que los factores pronósticos varían según se use la estadificación quirúrgica o clínica y de acuerdo con los distintos tratamientos. El retraso para finalizar la administración de la radiación se relaciona con una supervivencia sin progresión más precaria cuando se usa la estadificación clínica. El estadio, el grado tumoral, la raza y la edad son factores pronósticos inciertos en los estudios con quimiorradiación.[49]
Otros factores pronósticos que quizás afecten el resultado son los siguientes:
No hay estudios de calidad alta y se desconoce el seguimiento óptimo después del tratamiento del cáncer de cuello uterino. En estudios retrospectivos, se observó que es más probable que las recidivas se presenten durante los primeros 2 años.[56] En consecuencia, la mayoría de las recomendaciones indican seguimiento de rutina cada 3 a 4 meses durante los primeros 2 años, seguido de evaluaciones cada 6 meses. La mayoría de las recidivas se diagnostican como consecuencia de la aparición de nuevos síntomas y signos en la paciente,[57,58] y no es clara la eficacia de las pruebas de rutina, como el frotis de Pap y la radiografía del tórax.
El seguimiento se debe concentrar en anamnesis y examen físico completos, con una revisión cuidadosa de los síntomas. La obtención de imágenes se debe reservar para la evaluación de un hallazgo positivo. Se debe interrogar a las pacientes sobre posibles signos de alarma, como los siguientes:
En el examen de seguimiento también se deben detectar las posibles complicaciones del tratamiento previo debido a las múltiples modalidades (cirugía, quimioterapia y radiación) que se utilizan en las pacientes.
El carcinoma de células escamosas (epidermoide) representa cerca del 90 % de los casos de cáncer de cuello uterino, y el adenocarcinoma representa el otro 10 %. Los carcinomas de células pequeñas y los carcinomas adenoescamosos son relativamente poco frecuentes. También se notificaron sarcomas primarios de cuello uterino y linfomas malignos de cuello uterino primarios y secundarios.
El carcinoma de cuello uterino se disemina por invasión local a los ganglios linfáticos regionales o por el torrente sanguíneo. La diseminación tumoral por lo general depende de la extensión y la invasión de la lesión local. Aunque el cáncer de cuello uterino suele progresar de manera ordenada, en ocasiones, se observa un tumor pequeño con metástasis a distancia. Por este motivo, las pacientes se deben evaluar minuciosamente para detectar enfermedad metastásica.
La estadificación quirúrgica es el método más exacto para determinar la extensión de la enfermedad,[1] pero hay poca evidencia científica que demuestre mejora de la supervivencia general con el uso de la estadificación quirúrgica de rutina; la estadificación se suele realizar solo como parte de un ensayo clínico. A veces está indicado el uso de una estadificación prequirúrgica para una enfermedad con gran masa tumoral, pero localmente curable, cuando no se encuentra enfermedad metastásica durante una búsqueda no quirúrgica. Si se detectan ganglios anormales en la tomografía computarizada (TC) o la linfangiografía, la aspiración con aguja fina debe ser negativa antes de que se lleve a cabo un procedimiento quirúrgico de estadificación.
Las pruebas y procedimientos para evaluar la extensión de la enfermedad son las siguientes:
La Fédération Internationale de Gynécologie et d’Obstétrique (FIGO) y el American Joint Committee on Cancer diseñaron un sistema de estadificación del cáncer de cuello uterino. El sistema FIGO es el que se usa con mayor frecuencia.[3,4]
Estadio | Descripción | Imagen |
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FIGO = Fédération Internationale de Gynécologie et d’Obstétrique. | ||
aAdaptación de FIGO Committee for Gynecologic Oncology.[3] | ||
bLas pruebas con imágenes y los estudios patológicos se pueden usar en todos los estadios cuando estén disponibles para complementar los hallazgos clínicos relacionados con el tamaño y extensión del tumor. Los hallazgos patológicos prevalecen sobre los hallazgos de las pruebas con imágenes y los estudios clínicos. | ||
cEl compromiso de los espacios vasculares o linfáticos no deberá cambiar el estadio. La diseminación lateral de la lesión ya no se tiene en cuenta. | ||
I | Carcinoma limitado solo al cuello uterino (la diseminación al cuerpo del útero no se deberá tener en cuenta). | |
IA | Carcinoma invasivo que solo es posible diagnosticar mediante estudio microscópico, con una profundidad de invasión máxima ≤5 mm.b | |
–IA1 | –Profundidad de invasión estromal ≤3 mm. | |
–IA2 | –Profundidad de invasión estromal >3 mm y ≤5 mm. | |
IB | Carcinoma invasivo con profundidad de invasión máxima >5 mm (superior al estadio IA); lesión limitada al cuello uterino y el tamaño se mide según el diámetro tumoral máximo.c | |
–IB1 | –Carcinoma invasivo con profundidad de invasión estromal >5 mm y ≤2 cm en su mayor dimensión. | |
–IB2 | –Carcinoma invasivo >2 cm y ≤4 cm en su mayor dimensión. | |
–IB3 | –Carcinoma invasivo >4 cm en su mayor dimensión. |
Estadio | Descripción | Imagen |
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FIGO = Fédération Internationale de Gynécologie et d’Obstétrique. | ||
aAdaptación de FIGO Committee for Gynecologic Oncology.[3] | ||
II | Carcinoma de cuello uterino con invasión fuera el útero, pero que no se extiende al tercio inferior de la vagina ni a la pared pélvica. | |
IIA | Compromiso limitado a los dos tercios superiores de la vagina sin compromiso paramétrico. | |
–IIA1 | –Carcinoma invasivo ≤4 cm en su mayor dimensión. | |
–IIA2 | –Carcinoma invasivo >4 cm en su mayor dimensión. | |
IIB | Con compromiso paramétrico pero que no se extiende a la pared pélvica. |
Estadio | Descripción | Imagen |
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FIGO = Fédération Internationale de Gynécologie et d’Obstétrique. | ||
aAdaptación de FIGO Committee for Gynecologic Oncology.[3] | ||
bLa presencia de células tumorales aisladas no cambia el estadio pero se debe registrar su presencia. | ||
cSe añade la notación de r (imágenes) y p (patológica) para describir los hallazgos que se usan para asignar el estadio IIIC. Por ejemplo, si la imagen indica metástasis ganglionar pélvica, se asigna el estadio IIIC1r; si se establece la confirmación por hallazgos patológicos, se asigna el estadio IIIC1p. Siempre se debe documentar el tipo de modalidad de imagen o de técnica patológica. Ante la duda, se debe asignar el estadio más bajo. | ||
III | Carcinoma que infiltra el tercio inferior de la vagina, se diseminó a la pared pélvica, causa hidronefrosis, produce insuficiencia renal o infiltra los ganglios linfáticos pélvicos y paraórticos. | |
IIIA | Carcinoma que infiltra el tercio inferior de la vagina sin diseminación a la pared pélvica. | |
IIIB | Diseminación a la pared pélvica, hidronefrosis o insuficiencia renal (salvo que se conozca otra causa). | |
IIIC | Compromiso de los ganglios linfáticos pélvicos o paraórticos (incluso micrometástasis)b, independientemente del tamaño y la extensión del tumor (notaciones r y p).c | |
–IIIC1 | –Metástasis solo en ganglio linfático pélvico. | |
–IIIC2 | –Metástasis en ganglio linfático paraórtico. |
Estadio | Descripción | Imagen |
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FIGO = Fédération Internationale de Gynécologie et d’Obstétrique. | ||
aAdaptación de FIGO Committee for Gynecologic Oncology.[3] | ||
IV | El carcinoma se diseminó fuera de la pelvis menor o hay compromiso de la mucosa de la vejiga o el recto (verificado por biopsia). Un edema ampolloso por sí solo no es suficiente para asignar el estadio IV. | |
IVA | Diseminación a órganos pélvicos adyacentes. | |
IVB | Diseminación a órganos distantes |
En los estudios de modelos de atención, se demuestra claramente el efecto pronóstico adverso del aumento en el volumen tumoral y el modo de diseminación.[1] En consecuencia, el tratamiento varía dentro de cada estadio según las definiciones individuales vigentes de la Fédération Internationale de Gynécologie et d’Obstétrique (FIGO).
En 5 ensayos aleatorizados de fase III se observó una ventaja general para la supervivencia del uso de terapia a base de cisplatino administrada de manera simultánea con radioterapia,[2-6] aunque en un ensayo en el que se evaluó este régimen no se demostró ningún beneficio.[7] La población de pacientes en estos estudios incluyó a mujeres con cáncer de cuello uterino en estadios FIGO IB2 a IVA, tratadas con radioterapia primaria y a mujeres con enfermedad en estadios FIGO I a IIA con factores de pronóstico adverso (enfermedad metastásica ganglionar pélvica, enfermedad paramétrica o compromiso de los márgenes quirúrgicos) en el momento de la cirugía primaria.
Estos resultados se han validado en otros estudios.[8-10]
El gen DPYD codifica la enzima que cataboliza las pirimidinas y las fluoropirimidinas, como la capecitabina y el fluorouracilo. Se estima que entre el 1 % y el 2 % de la población tiene variantes defectuosas de DPYD que reducen la función de la proteína DPD y la acumulación de pirimidinas y fluoropirimidinas en el cuerpo.[11,12] Los pacientes con la variante DPYD*2A que reciben fluoropirimidinas quizás presenten efectos tóxicos graves que ponen en riesgo la salud, y a veces son mortales. Se han identificado muchas otras variantes de DPYD, con diferentes efectos clínicos.[11-13] Es posible que se recomiende evitar la fluoropirimidina o reducir la dosis al 50 % según el genotipo DPYD del paciente y el número de alelos funcionales de DPYD.[14-16] Las pruebas genéticas para DPYD cuestan menos de $200, pero la cobertura del seguro varía debido a la falta de directrices nacionales.[17] Además, es posible que las pruebas retrasen el tratamiento por 2 semanas, lo que no sería aconsejable en casos de urgencia. Este tema es objeto de controversia y requiere evaluación adicional.[18]
La cirugía y la radioterapia son igualmente eficaces para la enfermedad en estadio temprano de volumen pequeño.[19] Las pacientes más jóvenes a veces se benefician de la cirugía para conservar los ovarios y evitar la atrofia y estenosis vaginal.
El tratamiento de las pacientes con cáncer de muñón del cuello uterino es eficaz y produce resultados comparables con los observados en las pacientes con el útero intacto.[20]
Se han establecido recomendaciones por consenso para el tratamiento de las mujeres con neoplasia intraepitelial cervical o adenocarcinoma in situ.[1] Con el tratamiento adecuado, el control tumoral del carcinoma de cuello uterino in situ se debería acercar al 100 %. Se necesita una biopsia dirigida mediante colposcopia realizada por un experto o una biopsia en cono para excluir la enfermedad invasiva antes de iniciar el tratamiento. También es necesaria la correlación entre el estudio citológico y la biopsia dirigida mediante colposcopia antes de comenzar la terapia ablativa local. Es posible que una enfermedad invasiva no identificada tratada con terapia ablativa inadecuada sea la causa más frecuente de fracaso.[2]El fracaso en la identificación de la enfermedad, la falta de correlación entre el frotis de Pap y los hallazgos de la colposcopia, un adenocarcinoma in situ o la diseminación de la enfermedad al conducto endocervical hace que sea obligatoria la conización con láser, asa diatérmica o bisturí tradicional.
La elección del tratamiento depende de la extensión de la enfermedad y de varios factores relacionados con el paciente, como la edad, el tipo celular, el deseo de conservar la capacidad reproductiva y su estado de salud.
Las opciones de tratamiento del cáncer de cuello uterino in situ son las siguientes:
La histerectomía es el tratamiento estándar para pacientes con adenocarcinoma in situ. La enfermedad que se origina en el conducto endocervical a veces es más difícil de extirpar por completo mediante un procedimiento de conización. Se puede ofrecer la conización a pacientes con adenocarcinoma in situ seleccionadas que deseen conservar su capacidad reproductiva.
Cuando hay compromiso del conducto endocervical, es posible utilizar la conización con láser o bisturí tradicional en determinadas pacientes para conservar el útero y evitar la radioterapia o una cirugía más extensa.[6]
En casos seleccionados, el LEEP ambulatorio es una alternativa aceptable a la conización con bisturí tradicional. Este procedimiento solo exige anestesia local, lo que evita los riesgos relacionados con la anestesia general para la conización con bisturí tradicional.[7-9]Sin embargo, hay polémica sobre la conveniencia del LEEP como reemplazo de la conización, ya que es poco probable que el LEEP sea suficiente para pacientes de adenocarcinoma in situ.[10]
Evidencia (conización con LEEP):
La histerectomía es el tratamiento estándar para las mujeres con adenocarcinoma de cuello uterino in situ porque la ubicación de la enfermedad en el conducto endocervical y la posibilidad de pasar por alto lesiones en esta región hacen que el estado del margen sea un factor pronóstico menos confiable. No obstante, no se estudió el efecto en la mortalidad de la histerectomía en comparación con abordajes quirúrgicos conservadores. Es posible que se haga una histerectomía para un carcinoma de células escamosas in situ si la conización no es posible debido a una cirugía anterior o si hay compromiso de los márgenes después de la conización. La histerectomía no es un tratamiento de primera línea admisible para un carcinoma de células escamosas in situ.[12]
En pacientes que tienen contraindicaciones médicas para la cirugía, a veces se utiliza una inserción intracavitaria simple con tándem y ovoides de 5000 mg horas (dosis de 80 Gy en la superficie vaginal).[13]
Realizar una búsqueda avanzada en inglés de los ensayos clínicos sobre cáncer auspiciados por el NCI que ahora aceptan pacientes. La búsqueda se puede simplificar por ubicación del ensayo, tipo de tratamiento, nombre del fármaco y otros criterios. También se dispone de información general sobre los ensayos clínicos.
Las opciones de tratamiento del cáncer de cuello uterino en estadio IA1 son las siguientes:
Si la profundidad de invasión es menor de 3 mm, no se observa invasión vascular o de conductos linfáticos y no hay compromiso de los márgenes del cono, es posible que la conización sola sea adecuada en las pacientes que desean conservar su capacidad reproductiva.[1]
Si la profundidad de invasión es menor de 3 mm (comprobada mediante márgenes limpios en la biopsia de cono),[2] no se observa invasión vascular o de conductos linfáticos y la frecuencia de compromiso ganglionar es suficientemente baja, no es necesaria la disección de ganglios linfáticos en el momento de la histerectomía. La ooforectomía es opcional y se debe posponer en las mujeres jóvenes.
Las opciones de tratamiento del cáncer de cuello uterino en estadio IA2 son las siguientes:
Para las pacientes con invasión tumoral de 3 a 5 mm, se recomienda la disección de ganglios pélvicos con histerectomía radical modificada porque se notificó un riesgo de metástasis de ganglios linfáticos de hasta un 10 %.[2] También se puede considerar la histerectomía radical con disección ganglionar para las pacientes con una profundidad de invasión tumoral incierta debido a tumor invasivo en los márgenes del cono.
Evidencia (cirugía abdominal abierta versus cirugía mínimamente invasiva [CMI]):
Se planeó la inclusión de 740 pacientes, pero solo se inscribieron 632 hasta el momento de la interrupción prematura del estudio debido a un desequilibrio de las muertes entre los 2 grupos. De 631 pacientes aptas para participar, 319 se asignaron a CMI y 312 a cirugía abierta.
En el estudio se concluyó que la CMI fue inferior a la cirugía abdominal abierta, y que la CMI no debería reemplazar la cirugía abdominal abierta como el abordaje estándar para las pacientes con cáncer de cuello uterino.
A pesar de que permanecen las dudas sobre el uso de la histerectomía radical mediante CMI para algunas subpoblaciones de pacientes con riesgo bajo, los datos de este ensayo indican que la cirugía abdominal abierta debería considerarse el tratamiento estándar para las pacientes con cáncer de cuello uterino en estadio temprano que son aptas para someterse a histerectomía radical.
Las pacientes con enfermedad en estadios IA2 a IB que quieran conservar la capacidad reproductiva quizás cumplan los requisitos para someterse a una traquelectomía radical. Durante este procedimiento, se extirpan el cuello uterino y los tejidos laterales del parametrio, y se conservan el cuerpo del útero y los ovarios. En la mayoría de los centros se usan los siguientes criterios de selección de las pacientes:
En el entorno intraoperatorio, la evaluación de la paciente es similar a la que se hace para una histerectomía radical y se interrumpe el procedimiento si se encuentra una enfermedad más avanzada que lo previsto. En el momento de la cirugía también se evalúan los márgenes de la pieza quirúrgica y se lleva a cabo una histerectomía radical si no se obtienen márgenes adecuados.[5-9]
La radioterapia intracavitaria es una opción terapéutica cuando se indica tratamiento paliativo debido a otras afecciones y en las mujeres que no son aptas para cirugía.
Si la profundidad de invasión es menor de 3 mm, no se observa invasión del espacio capilar linfático, y la frecuencia de compromiso ganglionar es suficientemente baja, no se requiere radioterapia de haz externo. Se recomiendan 1 o 2 inserciones con tándem y ovoides de 6500 a 8000 mg horas (dosis de 100 a 125 Gy en la superficie vaginal).[10]
Realizar una búsqueda avanzada en inglés de los ensayos clínicos sobre cáncer auspiciados por el NCI que ahora aceptan pacientes. La búsqueda se puede simplificar por ubicación del ensayo, tipo de tratamiento, nombre del fármaco y otros criterios. También se dispone de información general sobre los ensayos clínicos.
Las opciones de tratamiento del cáncer de cuello uterino en estadio IB y estadio IIA son las siguientes:
El tamaño del tumor es un factor pronóstico importante y se deberá evaluar cuidadosamente al elegir el tratamiento óptimo.[1]
La radioterapia o la histerectomía radical con disección ganglionar bilateral producen tasas de curación del 85 % al 90 % en mujeres con enfermedad de volumen bajo en estadios IA2 y IB1 según la Fédération Internationale de Gynécologie et d’Obstétrique (FIGO). La elección del tratamiento depende de factores relacionados con la paciente y de la pericia local disponible. En un ensayo aleatorizado se notificaron tasas idénticas de supervivencia general a 5 años (SG) y supervivencia sin enfermedad (SSE) cuando se comparó la radioterapia con la histerectomía radical.[2]
Para los tumores en estadio IB2 que expanden el cuello uterino más de 4 cm, el tratamiento primario debe ser quimioterapia y radioterapia simultáneas.[3]
La quimioterapia a base de cisplatino con radioterapia simultánea es el estándar de atención para las mujeres que necesitan radioterapia para el cáncer de cuello uterino.[4-10] En los protocolos de radioterapia para pacientes con cáncer de cuello uterino, tradicionalmente se usa una dosificación en 2 puntos anatómicos (punto A y punto B) para estandarizar las dosis recibidas. El punto A se define como 2 cm desde el orificio externo del cuello uterino y 2 cm en dirección lateral al conducto endocervical. El punto B también se encuentra a 2 cm desde el orificio externo del cuello uterino y a 5 cm en dirección lateral desde la línea media en relación con la pelvis ósea. En general, para los tumores más pequeños, la dosis con intención curativa dirigida al punto A es de alrededor de 70 Gy, mientras que para los tumores más grandes, las dosis dirigida al punto A se acerca a 90 Gy.
Evidencia (radiación con quimioterapia simultánea):
La radioterapia estándar para el cáncer de cuello uterino incluye braquiterapia después de la radioterapia de haz externo (RHE). Aunque la braquiterapia de dosis baja (LDR) por lo general con cesio Cs 137(137Cs) ha sido el abordaje tradicional, el uso de terapia de dosis altas (HDR), a menudo con iridio Ir 192, está en aumento rápido. La braquiterapia HDR tiene ventajas como la eliminación de la exposición del personal médico a la radiación, un tiempo de tratamiento más corto, conveniencia para la paciente y mejora de la atención ambulatoria. La American Brachytherapy Society publicó pautas para el uso de la braquiterapia LDR y HDR como componentes del tratamiento del cáncer de cuello uterino.[11,12]
Evidencia (braquiterapia):
Es posible que se indique el uso de cirugía después de la radioterapia en algunas pacientes con tumores limitados al cuello uterino que tienen respuesta incompleta a la radioterapia o con características anatómicas vaginales que imposibilitan la administración óptima de la braquiterapia.[16]
Es posible que la resección de ganglios pélvicos con compromiso macroscópico mejore las tasas de control local cuando se usa radioterapia posoperatoria.[17] Las pacientes sometidas a muestreo ganglionar extraperitoneal presentaron menos complicaciones intestinales que las sometidas a muestreo ganglionar transperitoneal.[18-20] Las pacientes con márgenes vaginales estrechos (<0,5 cm) también se pueden beneficiar de la radioterapia pélvica.[21]
Es posible considerar la histerectomía radical y la linfadenectomía pélvica bilateral en las mujeres con enfermedad en estadios IB a IIA.
Evidencia (histerectomía radical y linfadenectomía pélvica bilateral con radioterapia pélvica total y quimioterapia o sin estas):
Evidencia (cirugía abdominal abierta versus cirugía mínimamente invasiva [CMI]):
Se planeó la inclusión de 740 pacientes, pero solo se inscribieron 632 hasta el momento de la interrupción prematura del estudio debido a un desequilibrio de las muertes entre los 2 grupos. De 631 pacientes aptas para participar, 319 se asignaron a CMI y 312 a cirugía abierta.
En el estudio, se concluyó que la CMI fue inferior a la cirugía abdominal abierta, y que la CMI no debería reemplazar la cirugía abdominal abierta como abordaje estándar para las pacientes con cáncer de cuello uterino.
A pesar de que permanecen las dudas sobre el uso de la histerectomía radical mediante CMI para algunas subpoblaciones de pacientes con riesgo bajo, los datos de este ensayo indican que la cirugía abdominal abierta debería considerarse el tratamiento estándar para las pacientes con cáncer de cuello uterino en estadio temprano que son aptas para someterse a histerectomía radical.
A partir de las tasas de recidiva en ensayos clínicos, se definieron 2 clases de riesgo de recidiva. Las pacientes con una combinación de tamaño tumoral grande, invasión del espacio linfático vascular e invasión estromal profunda en la pieza quirúrgica de la histerectomía tienen una enfermedad de riesgo intermedio. Estas pacientes son aptas para recibir RHE adyuvante.[24] Las pacientes que en el estudio patológico exhiben márgenes positivos, compromiso paramétrico o ganglionar tienen un riesgo alto de recidiva.
Evidencia (radioterapia adyuvante posquirúrgica):
Se ha usado cirugía radical para lesiones pequeñas, pero la incidencia alta de factores patológicos que conducen a la radiación posoperatoria con quimioterapia o sin esta, hace que el abordaje más frecuente sea el uso de quimioterapia primaria y radiación simultánea en pacientes con tumores más grandes. Se debe considerar la radiación en dosis de 50 Gy durante 5 semanas acompañada de quimioterapia con cisplatino, y 5-FU o sin este en pacientes con riesgo alto de recidiva.
Después de la estadificación quirúrgica, las pacientes que tienen enfermedad ganglionar paraórtica con un volumen pequeño y enfermedad pélvica controlable se pueden curar con radioterapia pélvica y paraórtica.[25] El tratamiento de las pacientes en las que no se extirparon los ganglios paraórticos mediante radioterapia de campo extendido y quimioterapia, conduce al control de la enfermedad a largo plazo cuando la enfermedad ganglionar por debajo de L3 es de volumen bajo (<2 cm).[18] En un estudio (RTOG-7920), se observó una ventaja de supervivencia en pacientes con tumores mayores de 4 cm que recibieron radioterapia dirigida a los ganglios paraórticos sin indicios histológicos de enfermedad.[26] Los efectos tóxicos de la radioterapia paraórtica fueron más altos que los de la radioterapia pélvica sola, pero se limitaron sobre todo a las pacientes sometidas antes a cirugía abdominopélvica.[26] La administración de radioterapia de intensidad modulada (RTIM) quizás reduzca al mínimo los efectos en el intestino delgado que suelen aparecer con este tratamiento.[27]
Las pacientes con presunta enfermedad en estadio temprano que deseen conservar la capacidad reproductiva quizás sean aptas para una traquelectomía radical. Durante este procedimiento, se extirpan el cuello uterino y los tejidos laterales del parametrio, y se conservan el cuerpo del útero y los ovarios. La selección de pacientes difiere un poco entre los grupos; sin embargo, los criterios generales son los siguientes:
En el entorno intraoperatorio, la evaluación de la paciente es similar a la que se hace para una histerectomía radical y se interrumpe el procedimiento si se encuentra una enfermedad más avanzada que lo previsto. En el momento de la cirugía también se evalúan los márgenes de la pieza quirúrgica y se lleva a cabo una histerectomía radical si no se obtienen márgenes adecuados.[28-32]
La radioterapia de haz externo dirigida a la pelvis combinada con 2 o más aplicaciones de braquiterapia intracavitaria es un tratamiento adecuado en pacientes con lesiones en estadio IA2 y IB1. Para pacientes con lesiones en estadio IB2 y más grandes, se indica quimioterapia con radiosensibilizadores. No se ha probado la función de la quimioterapia con radiosensibilizadores en pacientes con lesiones en estadio IA2 y IB1. Sin embargo, es posible que sea beneficiosa en ciertos casos.
Evidencia (inmunoterapia):
Varios grupos han investigado la función de la quimioterapia neoadyuvante para hacer que las pacientes que convencionalmente son aptas para quimiorradioterapia cumplan los requisitos para una cirugía radical.[34-38] Se han utilizado múltiples regímenes; sin embargo, en casi todos se usa el platino como fármaco principal. El ensayo aleatorizado más grande hasta ahora se notificó en 2001, el período de inclusión se completó antes de que el estándar de atención incluyera la adición de cisplatino a la radioterapia.[39] Como resultado, solo se administró radioterapia al grupo de control. Aunque hubo una mejora de la SG en el grupo experimental, los resultados no reflejan la práctica actual. En este estudio participaron pacientes con enfermedad en estadio IB a IVA, pero solo se observó mejoría en el grupo experimental de participantes con enfermedad en estadio temprano (estadios IB, IIA o IIB).
En el ensayo EORTC-55994 (NCT00039338), se asignó al azar a pacientes de cáncer de cuello uterino en estadios IB2, IIA2 y IIB a recibir quimiorradioterapia estándar o quimioterapia neoadyuvante (3 ciclos de cisplatino como fármaco principal), seguidas de evaluación para cirugía. Este ensayo tal vez defina si la quimioterapia neoadyuvante cumple una función para esta población de pacientes a partir de la SG como criterio principal de valoración.
La radioterapia de intensidad modulada (RTIM) es una técnica radioterapéutica que permite una dosificación conformada al sitio anatómico objetivo sin afectar el tejido circundante. En teoría, esta técnica debe disminuir los efectos tóxicos relacionados con la radioterapia, pero esto podría ser a costa de disminuir la eficacia si se excluye tejido que debería incluirse en el campo de tratamiento. Varias instituciones informaron sobre su experiencia con la RTIM para el tratamiento adyuvante posoperatorio de pacientes con enfermedad de riesgo intermedio y alto después de la cirugía radical.[40-42] En el ensayo de fase II (RTOG-0418 [NCT00331760]) del Radiation Therapy Oncology Group (RTOG) se evaluó el uso de la RTIM en pacientes con cánceres de cuello uterino y de endometrio que necesitan radioterapia adyuvante.
Realizar una búsqueda avanzada en inglés de los ensayos clínicos sobre cáncer auspiciados por el NCI que ahora aceptan pacientes. La búsqueda se puede simplificar por ubicación del ensayo, tipo de tratamiento, nombre del fármaco y otros criterios. También se dispone de información general sobre los ensayos clínicos.
El tamaño del tumor primario es un factor pronóstico importante y se debe evaluar minuciosamente al escoger el tratamiento óptimo.[1] La supervivencia y el control local son mejores si el compromiso paramétrico es unilateral en lugar de bilateral.[2] En los estudios de modelos de atención para pacientes en estadios IIIA y IIIB, se indica que la supervivencia depende de la extensión de la enfermedad; el compromiso unilateral de la pared pélvica pronostica un mejor desenlace que el compromiso bilateral que, a su vez, pronostica un mejor desenlace que el compromiso del tercio inferior de la pared vaginal.[2] En estos estudios también se reveló un aumento progresivo del control local y la supervivencia que fue paralelo a un aumento progresivo de la dosis paracentral (punto A) y el tratamiento intracavitario. La tasa más alta de control central se observó con una dosis paracentral (punto A) mayor de 85 Gy.[3]
Las opciones de tratamiento del cáncer de cuello uterino en estadio IIB, estadio III y estadio IVA es la siguiente:
Se debe considerar decididamente la administración de radioterapia intracavitaria y radioterapia de haz externo (RHE) dirigida a la pelvis en combinación con cisplatino o cisplatino y fluorouracilo (5-FU).[5-12]
Evidencia (radioterapia con quimioterapia simultánea):
Evidencia (radioterapia intracavitaria de dosis bajas vs. dosis altas):
En un análisis de subgrupos se observó un aumento del beneficio en las pacientes con enfermedad en un estadio más alto (estadios III–IVA vs. estadio IIB), que justifica el aumento de la toxicidad del protocolo experimental en estas pacientes.[20] Se necesita más investigación para determinar qué aspecto del grupo experimental condujo a la mejora de la supervivencia (es decir, la adición de gemcitabina semanal, la quimioterapia adyuvante, o ambas) y para medir la calidad de vida durante el tratamiento y después de este, un aspecto que se omitió en el protocolo.
Para las pacientes que completan la RHE y tienen enfermedad de cuello uterino con gran masa tumoral que supone una restricción anatómica para la braquiterapia estándar, se ha utilizado la braquiterapia intersticial para administrar dosis tumoricidas suficientes con un perfil tóxico aceptable.[21]
Varios grupos han investigado la función de la quimioterapia neoadyuvante para hacer que las pacientes que convencionalmente son aptas para quimiorradioterapia cumplan los requisitos para una cirugía radical.[22-26] Se han utilizado múltiples regímenes; sin embargo, en casi todos se usa el platino como fármaco principal. El ensayo aleatorizado más grande hasta ahora se notificó en 2001, el período de inclusión se completó antes de que el estándar de atención incluyera la adición de cisplatino a la radioterapia.[27] Como consecuencia, aunque hubo una mejora de la SG en el grupo experimental, los resultados no reflejan la práctica actual. En este estudio participaron pacientes con enfermedad en estadio IB a IVA, pero solo se observó mejoría en el grupo experimental de participantes con enfermedad en estadio temprano (estadios IB, IIA o IIB).
En el ensayo EORTC-55994 (NCT00039338), se asignó al azar a pacientes de cáncer de cuello uterino en estadios IB2, IIA2 y IIB a recibir quimiorradioterapia estándar o quimioterapia neoadyuvante (3 ciclos de cisplatino como fármaco principal), seguidas de evaluación para cirugía. Este ensayo tal vez defina si la quimioterapia neoadyuvante cumple una función para esta población de pacientes a partir de la SG como criterio principal de valoración.
Evidencia (inmunoterapia):
Las pacientes que se estadifican mediante cirugía como parte de un ensayo clínico y en quienes se encuentra una enfermedad ganglionar paraórtica de volumen pequeño con enfermedad pélvica controlable quizás se curen con radioterapia pélvica y paraórtica.[29] En las pacientes que no se sometieron a resección de ganglios paraórticos, el tratamiento con radioterapia de campo extendido y quimioterapia conduce al control de la enfermedad a largo plazo cuando la enfermedad ganglionar por debajo de L3 es de volumen bajo (<2 cm).[30] En un estudio (RTOG-7920), se observó una ventaja de supervivencia en pacientes que recibieron radioterapia dirigida a los ganglios paraórticos sin indicios histológicos de enfermedad.[31] Los efectos tóxicos son más frecuentes con la radioterapia paraórtica que con la radioterapia pélvica sola, pero se limitaron, en su mayoría, a las pacientes sometidas antes a cirugía abdominopélvica.[31]
Si se tiene previsto usar RHE después de la cirugía, el muestreo de los ganglios linfáticos extraperitoneales se relaciona con menos complicaciones de la radioterapia que si usa un abordaje transperitoneal.[32] Las pacientes sometidas a muestreo ganglionar extraperitoneal presentaron menos complicaciones intestinales que las sometidas a muestreo ganglionar transperitoneal.[30,32,33]
Es posible que la resección de ganglios pélvicos con compromiso macroscópico mejore las tasas de control local cuando se usa radioterapia posoperatoria.[34] Además, los datos prospectivos apuntan a una mejora de los desenlaces de las pacientes que se someten a una resección de los ganglios linfáticos paraórticos comprometidos antes de recibir la quimiorradioterapia con intención curativa; sin embargo, solo se beneficiaron las pacientes con compromiso ganglionar mínimo (<5 mm).[35]
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A excepción de la inmunoterapia, que ha proporcionado una supervivencia sin enfermedad prolongada, es poco probable que otras opciones de tratamiento produzcan resultados curativos y se aplican en su mayoría con fines paliativos.
Las opciones de tratamiento del cáncer de cuello uterino en estadio IVB y recidivante son las siguientes:
La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) aprobó el inhibidor del punto de control dirigido a la proteína de muerte celular programada 1 (PD-1), pembrolizumab, a partir del ensayo de fase II KEYNOTE-158 (NCT02628067) de mujeres con cáncer de cuello uterino recidivante o metastásico que tenían tumores con expresión del ligando de muerte programada 1 (PD-L1) (puntuación positiva combinada [CPS], ≥1). En varios ensayos se obtuvieron datos adicionales acerca del beneficio de pembrolizumab.
Evidencia (inmunoterapia):
Las pacientes se asignaron al azar a los siguientes 4 grupos de tratamiento:
Los métodos de estudio adicionales y los resultados fueron los siguientes:
La radioterapia y la quimioterapia (fluorouracilo con mitomicina o sin esta) curan del 40 % al 50 % de las pacientes que recidivan en la pelvis después de una cirugía radical inicial.[6]
Es posible usar quimioterapia con fines paliativos. Los fármacos que se utilizan para la quimioterapia paliativa se presentan en el Cuadro 6.
Nombre del fármaco | Tasa de respuesta |
---|---|
Cisplatino [7] | 15–25 % |
Ifosfamida [8,9] | 15–30 % |
Paclitaxel [10] | 17 % |
Irinotecán [11] | 21 % en pacientes tratadas antes con quimioterapia |
Bevacizumab [12] | 11 %; 24 % sobrevivió sin progresión durante por lo menos 6 meses como se observó en el ensayo GOG-0227C (NCT00025233) |
Ifosfamida o cisplatino [13,14] | 31 % |
Paclitaxel o cisplatino [15] | 46 % |
Cisplatino o gemcitabina [16] | 41 % |
Cisplatino o topotecán [17] | 27 % |
Cisplatino o vinorelbina [18] | 30 % |
Dado que el medicamento se lanzó al mercado en la década de 1970, el régimen que más se ha usado para el tratamiento del cáncer de cuello uterino ha sido el cisplatino en monoterapia administrado por vía intravenosa en dosis de 50 mg/m² cada 3 semanas.[7] El Gynecologic Oncology Group (GOG) notificó sobre los ensayos aleatorizados secuenciales de quimioterapia combinada para el cáncer de cuello uterino en estadio IVB recidivante o persistente.[14,17,19-22]
Evidencia (cisplatino combinado con otros fármacos):
No se dispone de un tratamiento estándar para pacientes con cáncer de cuello uterino recidivante que se diseminó más allá de los límites de un campo de radiación o cirugía. Para la enfermedad que recidiva localmente, la exenteración pélvica quizás conduzca a una tasa de supervivencia a 5 años del 32 % al 62 % en determinadas pacientes.[24,25] Estas pacientes cumplen los requisitos para participar en ensayos clínicos en los que se prueban combinaciones de fármacos o nuevos fármacos antineoplásicos.
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Durante el embarazo, no se justifica el tratamiento de lesiones preinvasivas del cuello uterino, ni siquiera del carcinoma in situ, aunque se recomienda que un especialista haga una colposcopia para excluir la posibilidad de cáncer invasivo.
El tratamiento del cáncer de cuello uterino invasivo durante el embarazo depende de la extensión de la enfermedad y la edad gestacional en el momento del diagnóstico. Las pacientes se deberán someter a una biopsia si es necesario y se obtendrán imágenes para establecer la extensión de la enfermedad y tomar decisiones más fundadas. Cuando se indique, la modalidad de imagen más apropiada durante el embarazo son las imágenes por resonancia magnética.
El embarazo no altera la evolución del cáncer de cuello uterino. En consecuencia, en ciertos casos, las pacientes pueden optar por posponer el tratamiento hasta que se reduzcan al mínimo sus efectos en el embarazo. Es posible considerar esta estrategia en las pacientes con los subtipos histológicos más comunes y menos malignos: escamoso, adenocarcinoma y adenoescamoso. Debido al riesgo de progresión de la enfermedad, las pacientes con subtipos de riesgo alto, como los tumores de células pequeñas o los tumores neuroendocrinos, se deben asesorar sobre el tratamiento inmediato a pesar de los efectos sobre el feto.
Las pacientes con enfermedad en estadio temprano (IA) se pueden someter de manera inocua a tratamientos que conserven la capacidad reproductiva, como la conización del cuello uterino o la traquelectomía radical, cuando se indiquen. El momento óptimo para este procedimiento es en el segundo trimestre, antes de la viabilidad fetal. Algunos autores han indicado esperar hasta el fin del embarazo para iniciar el tratamiento.[1] En las pacientes con enfermedad IA2 y IB, es posible que diferir el tratamiento también sea inocuo, pero debido al riesgo de diseminación linfática, se debe comprobar primero el estado de los ganglios linfáticos. La mejor manera de determinar el estado ganglionar es por métodos quirúrgicos de disección ganglionar laparoscópica o abierta, que se puede realizar de forma inocua hasta alrededor de las 20 semanas de embarazo.[2,3] En las pacientes sin diseminación linfática, una opción es esperar la viabilidad fetal para iniciar el tratamiento. A las pacientes con compromiso ganglionar se les debe aconsejar que inicien un tratamiento inmediato.
Por lo general, no es aceptable que las pacientes con enfermedad en estadio II o más alto aguarden por la viabilidad fetal.[4] El estándar de atención para las pacientes con compromiso ganglionar es quimioterapia y radioterapia. Este tratamiento es tóxico para el feto y, si no se hace una transposición ovárica, los ovarios no funcionarán después del tratamiento. El feto se debe evacuar antes de iniciar la radiación. Cuando esto no es posible, por lo general, la radiación provoca el aborto espontáneo entre 3 y 5 semanas después del inicio del tratamiento.
Se ha ofrecido quimioterapia neoadyuvante a las pacientes con enfermedad localmente avanzada, como forma de iniciar el tratamiento mientras se mantiene el embarazo.[1] La mayoría de los fármacos quimioterapéuticos se pueden iniciar de manera inocua durante el segundo trimestre del embarazo y más tarde; el efecto secundario más común es una restricción leve del crecimiento fetal. Se notificó la restricción del crecimiento en un número relativamente pequeño de pacientes y se carece de datos sobre los desenlaces a largo plazo para estas mujeres. En consecuencia, se debe considerar con cautela esta estrategia. La mayoría de las pacientes en los informes se sometieron al tratamiento estándar (cirugía o radiación) después completar su embarazo.
Los resúmenes del PDQ con información sobre el cáncer se revisan con regularidad y se actualizan a medida que se obtiene nueva información. Esta sección describe los cambios más recientes introducidos en este resumen a partir de la fecha arriba indicada.
Aspectos generales de las opciones de tratamiento del cáncer de cuello uterino
Se revisó el Cuadro 5, Opciones de tratamiento del cáncer de cuello uterino.
Tratamiento del cáncer de cuello uterino en estadio IB y IIA
Se revisó la lista con las opciones de tratamiento del cáncer de cuello uterino en estadio IB y estadio IIA para incluir la inmunoterapia.
Se añadió Inmunoterapia como subsección nueva.
Tratamiento del cáncer de cuello uterino en estadios IIB, III y IVA
Se revisó la lista con las opciones de tratamiento del cáncer de cuello uterino en estadio IIB, estadio III y estadio IVA para incluir la inmunoterapia.
Se añadió Inmunoterapia como subsección nueva.
Tratamiento del cáncer de cuello uterino en estadio IVB y recidivante
El título de esta sección se cambió de Tratamiento del cáncer de cuello uterino recidivante a Tratamiento del cáncer de cuello uterino en estadio IVB y recidivante.
La subsección Inmunoterapia fue objeto de revisión integral.
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