¿Qué es la actividad física?
La actividad física es cualquier movimiento que hace una persona usando los músculos del esqueleto y que requiere más energía que estar en reposo. Por ejemplo, caminar, correr, bailar, montar bicicleta, nadar, realizar tareas domésticas, hacer ejercicio o practicar un deporte.
La intensidad de la actividad física se mide en equivalentes metabólicos (MET). Un MET es la cantidad de energía que gasta una persona cuando está sentada en reposo. En las actividades de intensidad leve se gastan menos de 3 MET; en las de intensidad moderada, de 3 a 6 MET; y en las de intensidad fuerte, 6 o más MET (1).
El comportamiento sedentario es cualquier comportamiento de una persona despierta en el que gasta 1,5 MET o menos mientras está sentada, reclinada o acostada (1). Algunos ejemplos de comportamientos sedentarios son: la mayoría del trabajo de oficina, conducir un vehículo y mirar televisión sentado.
Aunque una persona haga actividad física, es posible que gran parte del tiempo sea sedentaria.
¿Qué se sabe sobre la relación entre la actividad física y el riesgo de cáncer?
Los datos que relacionan una mayor actividad física con un riesgo menor de cáncer provienen sobre todo de estudios de observación en los que personas informan sobre su actividad física y se les da seguimiento durante años para determinar diagnósticos de cáncer. Aunque con los estudios de observación no se comprueba una relación causal, cuando hay resultados parecidos en estudios con distintas poblaciones y se determina un posible mecanismo para una relación causal, esto proporciona pruebas de una conexión causal.
Hay pruebas sólidas de que un nivel más alto de actividad física se relaciona con un riesgo menor de varios tipos de cáncer (2–4).
Hay algunos indicios de que la actividad física está relacionada con una disminución del riesgo de cáncer de pulmón (2, 4). Sin embargo, es posible que las diferencias en el tabaquismo, en vez de en la actividad física, sean la causa de la relación entre la actividad física y la disminución del riesgo de cáncer de pulmón. En un metanálisis de 25 estudios de observación en 2016, la actividad física se relacionó con una disminución del riesgo de cáncer de pulmón en fumadores y exfumadores, pero no se relacionó con el riesgo de cáncer de pulmón en quienes nunca fueron fumadores (19).
Hay indicios más limitados de una relación de este tipo con otros cánceres, como algunos cánceres de la sangre, al igual que con el cáncer de páncreas, cáncer de próstata, cáncer de ovario, cáncer de tiroides, cáncer de hígado y cáncer de recto (2, 6).
¿Cómo podría estar relacionada la actividad física con la disminución en el riesgo de cáncer?
El ejercicio tiene muchos efectos biológicos en el cuerpo. Se cree que algunos de estos efectos se relacionan con cánceres específicos. Por ejemplo:
¿Qué se sabe sobre la relación entre ser sedentario y el riesgo de cáncer?
Aunque hay menos estudios sobre el comportamiento sedentario y el riesgo de cáncer que sobre la actividad física y el riesgo de cáncer, el comportamiento sedentario —sentarse, reclinarse o acostarse por mucho tiempo (que no sea para dormir)— es un factor de riesgo para muchas enfermedades crónicas y la muerte prematura (4, 23, 24). También es posible que se relacione con un mayor riesgo de cánceres específicos (23, 25).
¿Cuánta actividad física se recomienda?
Para obtener beneficios de salud considerables y disminuir el riesgo de enfermedades crónicas (incluso el cáncer), en la segunda edición de las Pautas Federales de Actividad Física para Estadounidenses del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos publicadas en 2018 (1) se recomienda que los adultos hagan lo siguiente:
¿Se benefician de la actividad física los sobrevivientes del cáncer?
Sí. En un informe de 2018 de la Mesa Redonda Multidisciplinaria Internacional del Colegio Estadounidense de Medicina Deportiva sobre la actividad física y la prevención y el control del cáncer (26), se llegó a la conclusión de que el entrenamiento y las pruebas de esfuerzo mediante ejercicios en general son seguros para los sobrevivientes del cáncer y que todos los sobrevivientes deben mantener algún nivel de actividad física.
En la mesa redonda también se determinó lo siguiente:
Además, en los hallazgos de las investigaciones se sugiere que la actividad física tal vez tenga efectos beneficiosos en la supervivencia de pacientes de cáncer de seno, cáncer colorrectal o cáncer de próstata (26, 27).
Hay datos muy escasos de los efectos beneficiosos de la actividad física en la supervivencia de otros cánceres, como el linfoma no Hodgkin, el cáncer de estómago y el glioma maligno (4).
¿Qué otras investigaciones se están realizando sobre la relación entre la actividad física y el cáncer?
Hay hallazgos de estudio de observación que ofrecen muchos indicios de una relación entre los niveles más altos de actividad física y un riesgo menor de cáncer. Sin embargo, en estos estudios no se descarta por completo la posibilidad de que las personas activas tengan un riesgo menor de cáncer porque participan en otros comportamientos de un estilo de vida saludable. Por este motivo, en los estudios clínicos donde se asignan a participantes al azar a intervenciones de ejercicio, se obtienen datos más sólidos porque eliminan el sesgo que causan las enfermedades preexistentes y la inactividad física asociada.
Para confirmar los datos obtenidos mediante observación y definir la posible magnitud del efecto, se examinan la actividad física o las intervenciones de ejercicio en pacientes y sobrevivientes de cáncer en varios estudios clínicos grandes. Estos estudios incluyen el Estudio sobre Adelgazamiento en el Cáncer de Seno (BWEL) en pacientes con un diagnóstico nuevo de cáncer de seno, el estudio CHALLENGE en pacientes con cáncer de colon que completaron hace poco la quimioterapia (29), y el estudio INTERVAL-GAP4 en hombres con cáncer de próstata metastásico y resistente a la castración (30).
Quedan muchas otras preguntas por responder en varias áreas generales de investigación sobre la actividad física y el cáncer: